Coral
<<1>>
Desde la partida de mi madre todo había cambiado. Tal vez las cosas se volvieron un poco más oscuras, en realidad papá.
La está pasando muy mal y apenas son dos meses desde que mamá no está con nosotros, lo que más temía era que ahogara todas sus penas en alcohol, y en las noches se lleva una botella de vino antes de ir a dormir. León estuvo estos días en la casa, obviamente trataba de no cruzarse mucho a nuestro padre; todavía las cosas entre ellos están delicadas pero de apoco tengo la esperanza de que vuelvan a reconciliarse. No podrán vivir, en realidad, él no podrá vivir por mucho tiempo estando alejado de su hijo, lo quiere, y sé que León también quiere mucho a nuestro padre. Solamente necesitan una charla y nada más.
— ¡León! — Me despierto exaltada. Siento algo húmedo entre mis piernas, y también un dolor en mi vientre que crece más.
Ya está por nacer.
— ¡León despierta!
Estos meses no pudo dormir tan bien por estar atento a papá, no lo culpo, no logra dormir las horas suficiente.
— ¿Qué pasa?
— ¡Va a nacer! — Grito.
Él se levanta en un segundo. Se pone sus pantalones, aunque ahora me reiría en la manera en que tropieza con sus pies al ponerse sus pantalones, pero en realidad son, de su pijama. Sus ojos siguen algo cerrados, pero se apresura en ponerse la remera de su pijama, y me ayuda a mí a levantarme.
— ¿Quieres ir con él, o sin él? — Me pregunta. Me encantaría que estuviera en el parto, pero sé que no le haría bien.
— No. Estaré bien contigo, vamos ahora.
Desde que supe que este bebé que lleve durante nueves meses será una niña, lloré toda la noche abrazada a León. Estaba feliz muy feliz, pero a la vez pensaba que tal vez esa niña sea un reflejo de mi madre; León quería un niño, pero la vida nos sorprendió después de esa ecografía. Ella ya está preparada para venir al mundo; Luz estará en unos minutos en mis brazos.
Los doctores se apresuran en atenderme.
No puedo ni siquiera mantener en la atención de la enfermera que me dice algunas cosas, en cómo me siento, pero me concentro en el dolor.
— Si si esta lista para pujar. — Le dice a la enfermera.
Estar abierta de piernas enfrente de las enfermeras me da algo de vergüenza. Pero todo se esfuma cuando veo a León a mi lado, con barbijo, guantes, y una bata. Había tenido tanto miedo de que León me abandonara en este momento, aunque las cosas todavía estén algo desarregladas entre nosotros. Al menos esta aquí, sosteniendo mi mano y mirándome a los ojos.
— Te quiero. — Me susurra al oído.
Mi corazón en cualquier momento podría estallar de emoción.
Grito con todas mis fuerzas para que esa niña salga. Había experimentado cualquier tipo de dolor, cuando te golpeas en la rodilla, o tienes un pequeño raspón en tu brazo, pero este dolor no se compara con nada, pero sí es un dolor que vale la pena sentir.
Ahora sé cuál es la respuesta.
¿Este es el amor verdadero no?
León se acerca hacia a mí. Sosteniendo a nuestra hija "Luz". Nuestra amada niña, sé que no fue planeado, ni nada, pero está aquí y creo que esta niña nos llenara de alegría en la casa, y sé que ayudara a papá al menos sanar sus heridas, a olvidarse un poco de su dolor y poder encontrar algo de amor en esta niña. Su primera nieta.
Aunque ahora mismo se parece un poco a León, tiene su cabello negro, y su nariz.
— Es hermosa. — Algunas lágrimas se desbordan de mis ojos.
*
Me trasladaron a una habitación, y la niña está a mi lado en una incubadora. Si todo está bien, nos iríamos a casa en tres días.
León suspira y deja su celular en la mesita que tengo al lado de la camilla.
— Papá está en camino. — Me mira y sostiene mi mano. — ¿Quieres que me quede contigo?
— Por favor.
— ¿Cómo estás? Fuiste demasiado valiente. — Sonríe mirándome.
— Bien, feliz y bien. También asustada. — Miro a la niña. — Tengo miedo de no ser una buena madre, creo que no me prepare bien para eso, estoy demasiado asustada ahora para pensar en que hare cuando llegue a la casa, como la cuidar...
— Sh... — Acerca su rostro al mío. — Serás una maravillosa mamá. — Me da un pequeño beso en los labios.
— ¿Y tú? ¿Tienes miedo?
— Claro que sí. Es normal tener miedo, pero a la vez estoy feliz que lo demás no importa. — Acaricia mi mejilla.
León tuvo que ayudarme a bañarme en la ducha de la habitación. Estaba demasiado transpirada, y el olor a hospital me dan nauseas.
— ¿Y tu madre? No le dijiste sobre esto, hace tiempo no tienes mucho contacto con ella.
— Se lo explicare luego. Tendré que ir allá al menos. — Asiento. — Y vendrás conmigo, después de que ella tenga un año o dos.
— De acuerdo. — Sonrió. La puerta se abre dejando ver a mi padre.
Sus ojeras son enormes, está más delgado y sus ojos lucen tristes.
— Papá. — León se sienta en la silla. Me encantaría poder levantarme y abrazarlo. — ¿Quieres conocerla?
Papá se acerca en silencio a la pequeña incubadora. Ella está durmiendo, pero luce como todo un ángel. Veo como se contiene al no querer llorar, cierra sus puños y mira hacia al suelo, algunas gotitas caen al suelo y se limpia los ojos con la manga de su remera.
— Es hermosa. — Me mira y sonríe. Él se acerca a mí, y me abraza con cuidado. En cuestión de segundos estoy llorando. — No vine hacerte llorar.
— Papá debes comer más, por favor. — Me alejo de él, y lo miro a los ojos. León ni siquiera dice nada, pues teme en decir algo y que tal vez él se enoje o se altere. — Y se deben una charla, por el bien de todos nosotros, ya no seremos tres. — Miro a mi hija. — Seremos cuatro.
— Lo sé cariño. — Me da un beso en la frente. — Haremos que funcione.
No quiero darle una familia deprimente a mi hija, sé que cuando son pequeños pueden sentir la mala energía, y no quiero que viva estresada, quiero hacerla feliz.
— Y hablaremos. — Papá mira a León. — Y felicidades también. Espero que la cuides.
León se levanta. Veo en sus ojos que también quiere llorar; al menos en eso somos parecidos. Vio como papá estuvo deprimido estos dos meses, aunque los dos no se hablaban, a él le dolía no poder acercarse.
— La cuidare bien.
— Espero que sí. — Los dos se dan un ligero abrazo. Sé que es incómodo, pero al menos, lo están intentando. — Tendremos una charla los tres después de que pase esto ¿sí? — Los dos asentimos.
— Gracias. — Digo.
— Llegue tarde, no estuve en el parto. — Papá dice apenado.
— Pero viniste. Eso es importante para mí.
Es la primera vez que estamos los tres juntos en una misma habitación.
Sabía que esta niña, en realidad Luz nos traería unión tal vez por eso le elegí ese nombre porque vendría a darnos luz en este camino.
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Relación Abierta [2] [✓]
Roman pour AdolescentsLa vida de León y Coral empieza con su pequeño fruto.