Capítulo 1: Una Vida Completamente Nueva

38 4 0
                                    

Me dormí casi todo el trayecto en el tren. Me sentí seguro en ese asiento por primera vez en muchos años. Quizá había robado mucho, pensaba. Quizá tenía más dinero del que me podía permitir, pues este sentimiento siempre me había sido inculcado siempre, que ya sería mayor para manejar dinero. Pero me daba igual todo eso cuando me ponía a pensar en todo lo que habrían ganado a mis espaldas. Y por fin, podría empezar a ganar yo ese dinero que me había sido negado.

Y diréis algunos (malpensados), ¿entonces todo esto es por ganar dinero que te han estado robando? Bueno, ese pensamiento es lícito que lo tengáis y también sería lícito que lo tuviese yo. Y si, lo tengo, pero no es lo único que me motiva a realizar está camino hacia la libertad. Esto también es por liberarme de los continuos golpes que me propinaban. Si bien en Japón la cultura del esfuerzo y del "hay que triunfar" está llevada al extremo, yo creo el hecho de que cada vez que la cagues o no consigas un buen resultado sea golpeado, es algo abusivo, ¿no os parece?

Estos pensamientos afloran como idiotas en mi cabeza en el momento en que el tren en el que estoy finalmente llega a su destinatario. Tokio, la capital. La sede de mi equipo. La ciudad donde si te esfuerzas, puede cumplir tus sueños, o eso dice Aren, al cual solo no pude vislumbrar niacercándome a la salida, hasta que de repente, divisé un cuerpo con un chaleco de motero, una pequeña bandolera y dos cascos de moto. Ese era Aren, corriendo hacia mi para abrazarme.

A: ¡Natsuo! Dios... Has huido, cabronazo. Te has largado de tu casa. Tienes unos huevos como cabeza de muchacho, te lo prometo.

- ¿G- gracias?

A: De nada. Mira, te he preparado lo más rápido que he podido una habitación en mi casa. He hablado con el equipo y están reteniendo el pago. Así que antes de nada, tenemos que ir al Sumitomo Metsui.

- Sumi..¿que?

A: El banco. Aunque ya no tengas dinero en tu cuenta, hay que cancelarla y crear otra a tu nombre la cual manejes tu, en otro banco.

- Vale... -dije confundido totalmente por la situación-

Aren me estaba llevando deprisa a su moto, una Harley-Davidson más antigua que yo seguramente. Banco, cuenta... Son palabras que, asociándolas a la economía, me resultaban nuevas y muy raras. A ver, supongo que Aren manejaría eso. Después de todo, confiaba en que no me metiera en líos porque el se lleva una comisión de todo eso.

A Aren lo conozco desde pequeño. Era mi rival en karts, compartíamos todo y competíamos en todo, hasta que vio la oportunidad de hacer negocio. Tiene unos 22 años, y cuando a los 20 dijo de representarme y buscarme tratos con equipos, yo, con 16, no me pude negar. Peleé mucho con mi madre, pero finalmente él era mi representante desde ese momento y gracias a el, tengo un coche por el que luchar por el título en Super Fórmula. Le debo mi vida, y el lo sabe y me cuida como si fuera su hijo. Porque realmente es mi amigo de la infancia. Es mi mejor amigo. Y eso lo recordaba abrazado a él en su moto. Otra cosa no, pero a Aren se le daba bien dominar esta moto. Yo, siendo un piloto de Honda, recibí un par de scooters, las cuales le di a Aren, el cual tendrá guardados en algún garaje.

Llegamos al banco, y los trámites fueron relativamente rápidos, la verdad. Supongo que los del banco siempre saben cuando tratar bien a un cliente que es respetado por los medios de comunicación, aunque si bien esos trámites fueron rápidos, y solo me quedaba un humilde sentimiento de orgullo: había conseguido mi independencia económica, lo cual era un paso completamente abrumador si lo ponemos en comparación a lo que había sido mi vida hasta ahora. Nuestro siguiente destino era obvio: las oficinas centrales del Mizuho Trust & Banking, al cual llegamos en poco tiempo.

La recepción en el banco fue algo rara. El guardia de seguridad no nos dejaba pasar, porque se pensaba que éramos unos vándalos que iban a irrumpir. ¡Perdón por haberme fugado de mi casa y no me haya dado tiempo siquiera a comprar un traje en condiciones! Y estuvimos discutiendo con el de seguridad, hasta que bajó un hombre con un traje ultra-caro y nos reconoció. Las palabras fueron las siguientes, de forma literal.

NatsuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora