Capítulo 2: Anna

23 3 0
                                    

Dejé el teléfono en la mesa del sobresalto. ¿Esto que cojones es, hermano? ¿Quién, en su sano juicio, querría acabar con alguien como yo? O mejor, ¿cómo narices tenía el número de prepago? Tenia miedo, algo de ansiedad y agobio por todas partes, me daba muchísimo miedo la gente desconocida y ahora más. Ahora confiaba solamente en 2 personas: Aren y Akari y el número de prepago no lo tenía ni Akari, así que fui corriendo a buscar el número encima de la mesa, hasta que, literalmente, caí al suelo. Me había resbalado y las cosas se me estaban nublando. Y todo porque un número desconocido me había enviado un mensaje diciendo que quería conocerme. Dios, tengo un problema, y serio.

Sobra decir que al rato llegó Aren y, en efecto, cuando me vio hecho bola en el suelo intentando sacar algo que me tranquilizara fue corriendo a abrazarme.

A: Nat, loco... Tranquilo, mi niño... Dime, ¿que te perturba?

- Abrí e-el teléfono... Y en el WhatsApp... Un número d-desconocido...

A: Mierda... Le dije que se esperara a que la llamase... Nat, escúchame. Te lo iba a contar.

- No, Aren... No puedo, no puedo... ¡NO QUIERO AMOR! ¡NO QUIERO NADA!

A: ¡PERO QUE NO ES UNA CITA! Nat, quiero que quedes con una persona. Es una chica, una amiga desde hace mucho. Se llama Anna.

- Aren, no, no estoy preparado para esto, no... Le voy a aburrir, como pasó con Sakura...

A: Sakura fue alejada por tus padres y ahora estará con un millonario o yo que se. Esto es distinto. Mira, esa chica lleva siguiéndote tiempo. Que quieres que te diga, yo creo que por el esfuerzo de saberse tu palmarés se merece una oportunidad.

- ¡¿Como?! ¡A-AREN! ¡¿ME ESTAS DICIENDO QUE HE SIDO ACOSADO?!

A: ¡No! Nat, confía en mí. En serio, ¿tú crees que quiero que una chica te haga daño?

- No... No, no quieres eso... Pero, t-tengo miedo...

A: Nat, congeniareis bien. Ella es vocalista en una banda, es guapa y tiene una paciencia que te cagas. Se que si dejas que te abrace siquiera, no querrás soltarte, te lo juro. Es que la tía es perfecta para tí. Anda, respóndele.

- Si es tan así, ¿porque no te la quedas tú?

A: Bueno, porque... Digamos que fui un poco cabronazo con ella y le puse los cuernos hace un par de años. Me fui con Saki y ella me puso los cuernos. Quizá eso fuera el karma.

- Osea... Que ella es...

A: Ella es un amor de persona, y simplemente quiere conocerte y que seáis colegas, o amigos con derecho, o...

- ¿Con derecho a que?

A: Nada, nada, déjalo, Nat, déjalo. El caso, que le respondas y le agregues.

Y, tras Aren hacerme sentir a base de ser pesado la seguridad que me hace sentir siempre cuando la situación se pone complicada de narices, me levanté poco a poco y sutilmente hacia el móvil. Tenía otro mensaje. De ella.

Numero desconocido: Esto... Este es tu número, ¿verdad Natsuo? Si no eres tú, mis disculpas.

Nat: Soy yo, si, tranquila. Aren me ha hablado un poco de tí. Natsuo, encantado. ¿Cómo puedo agregarte?

Número desconocido: Uf, menos mal. Agregame como Anna y un rayo o algo, en verdad me da igual.

Número desconocido ha sido agregado como Anna⚡

Nat: Hecho. A mí me puedes agregar como Nat o Natsuo si quieres.

Y dejé el móvil en la mesa, agotado, aprovechando ese lapso de respuesta para poder descansar un momento la cabeza y relajarme mientras Aren iba poniendo comida por la nevera y alacena. En este momento, algunos os estaréis haciendo la sesuda cuestión, ¿y ese ataque de pánico? Pues bien, digamos que mi personalidad no era una que acogiese temas como la autoestima o la confianza, más bien todo lo contrario. Tenía miedo a todo, infundado por haberme pasado 18 años siendo martirizado con frases como ''inútil de mierda'', ''menos mal que estamos tus padres que si no, no serías nada'', etcétera. De hecho, en mi vida solo intenté tener una cita una sola vez, con una chica llamada Sakura Hasimoto, la cual se marchó de mi vida de improvisto entre palabras de ''pedazo de crío'' o ''niño de mamá'', lo cual hundió hasta el fondo mi autoestima. Para que os hagáis una idea del daño que me hizo, ese fin de semana me tocaba correr en Austria, en el afamado Red Bull Ring, y no supe mantener ni mi posición inicial: una quali de mierda (acabé 9º), una sprint de mierda (acabé 13) y en la carrera principal, acabé accidentándome casi a propósito con Sean Gelael. De eso, harán dos años ya, pues yo entré a la F3 con 16 años, la cual gané en mi segundo año, con 17. Así con eso, ¿que trato de decir? Que fuera de los circuitos, realmente soy un poco... cerrado. De amigos solo tengo a Aren y la prima lejana Akari y ya está, mis tarde o eran en el simulador o jugando videojuegos. Y todo lo que sea socializar con gente nueva me da auténtico y absoluto miedo, aunque sea a través de una pantalla, y aún peor, con una familia de traficantes de armas y corredores de apuestas que seguramente estén persiguiéndome por todos lados y buscándome como cabrones. Esto que había hecho no era para nada fácil, pero si no lo hacía, estaba jodido. O al menos eso pienso, o eso pensaba mejor dicho, hasta que Aren me sacó a la fuerza de mis pensamientos con una simple oración.

NatsuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora