Cap. 1|Primer amigo

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Era una fría noche de invierno en una cabaña, alejada de los pueblos, en el territorio de lo que próximamente se conocerá como Londres.

Una mujer pelirroja, de aparentes 20 años, ojos violetas, 1,80 de altura, algo pálida por el esfuerzo que realizó al traer a su hija a la vida, la cual estaba algo inquieta a su lado y envuelta en una sábana blanca.

???: -con la respiración entrecortada- Heimball... ven... -dijo apenas en un susurro.

Una gran luz blanca, casi como arcoiris, cayó en el patio de esa humilde cabaña y un hombre moreno corrió lo más rápido que pudo e ingresó a la cabaña, encontrándose con la mujer, que hace apenas unos días estaba rebosante de vida y más alegre que nunca ya que su hija pronto nacería, postrada en una cama con apenas la fuerza suficiente para tratar de tranquilizar a la bebé que tenía a su lado.
El hombre se detuvo en la puerta de la habitación, la mujer volteó a verlo con una mirada que reflejaba su cansancio, lo cual hizo que se le apretara el corazón al ver el estado tan frágil en el cual se encontraba aquella mujer, que antes del embarazo, podría haberse enfrentado a un ejército ella sola.

Heimball: Cassandra... -sonó casi como un susurro triste.
Cassandra: -sonrió débilmente- No me veas así... -respiro profundo- Sabes que esa... mirada no me gusta -dijo casi en un susurro.
Heimball: -se sacó el casco de su armadura dorada y se arrodilló al lado de ella- Cassandra... -dijo triste, tomó su mano y acarició su mejilla, aguantando las lágrimas.
Cassandra: -se inclinó a su toque y sonrió leve- Si... ese es mi nombre... No dirás nada más?... -dijo apenas y derramando una lágrima.
Heimball: -limpio su lágrima- No te vayas -pidió.
Cassandra: -trago saliva, resistió llorar y mostró una sonrisa, la mejor que podía dar en ese momento- Me voy feliz... gracias a ti -beso su mano que seguía en su mejilla- Me diste lo más hermoso de todos los mundos... Llegó mi hora, pero... me voy feliz -derramó unas lágrimas- Vamos, tomala... -le costaba respirar- Debes... llevartela...

Guió su mano a la izquierda de la cama, señalandole a la bebé, que estaba inquieta y con los ojos cerrados. Heimball miro hacia ahí y la vio, quedó sorprendido y triste a la vez.

Heimball: -derramando unas lágrimas- Es... ella es...
Cassandra: Así es... es nuestra hija... Heimball... -dijo con una leve sonrisa triste- Athena...
Heimball: -la cargo con cuidado- Es tan pequeña y frágil... -dijo acariciando con un dedo su pequeña mejilla.
Cassandra: -sonrió leve- Será pequeña... pero... tendrá una gran vida... Estoy segura...
Heimball: -la miro, volvió a incarse a su lado y sujeto su mano- Dejame llevarte a Asgard, ahí te sanaran. No puedes dejarnos, no ahora, por favor -le pidió y la bebé se inquietó más.
Cassandra: -apretó levemente su mano- Te... habías tardado... -dijo con una leve sonrisa divertida- Llegó mi hora... -le mostró su otra mano, que iba desapareciendo en destellos blancos- No hay remedio... es el destino -beso la mano de su amado- Acercala... -el lo hizo, tratando de no llorar, ya que no quería que ese sea el último recuerdo que ella tuviera de el- Perdóname... Perdóname pequeña... No podré... estar para verte crecer... -la bebe empezó a lagrimear con los ojos cerrados- Pero... no estoy triste... Al menos... pude verte... antes de irme -su brazo empezó a desaparecer- Pero... quisiera ver... tus bellos ojos antes... -beso la frente de su bebé- Por favor...

Entonces la bebé abrió los ojos, mostrando unos ojos violetas claros, era casi una copia de su madre.

Cassandra: -lloro un poco y sonrió feliz- Gracias... gracias pequeña... -beso su frente y la bebé rió- Gracias Athena.
Heimball: -derramó unas lágrimas- Es igual a ti Cassandra -dijo sonriendo.

El la abrazo por los hombros, junto sus frentes, ambos miraban embelezados y felices a su pequeña hija, la cual al verlos sonrio.

Cassandra: -sus piernas iban desapareciendo- Los amo tanto... -beso la frente de su hija- A los dos -beso los labios de su amado, unió sus frentes y cerraron los ojos- Cuidala...
Heimball: -le dio una corto beso y la miro a los ojos- Con mi vida.
Cassandra: -su torso iba desapareciendo- Gracias -acarició su mejilla- Te amo Heimball -dijo sonriendo feliz.

Athena: La bestia de los nueve mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora