Sentía el viento frío golpeándome la cara, la lluvia sobre mi cabeza y escuchaba mi propio jadeo cansada de tanto correr. Voltee la vista y la criatura que me estaba persiguiendo desde hacía horas seguía detrás de mi. Justo cuando pensé que me había alcanzado y que estaba al borde de la muerte escuché una voz familiar que parecía tener un tono enojado. Entonces abrí los ojos y me encontré bañada en sudor, temblando acurrucada en la cama.
-¡Claire! ¡Ya despiértate! Se va a hacer tarde para la escuela y aún no te levantas.
-¡Mamá! ¡No quiero ir al colegio!
-¡Claire!
-¡Ok, ya voy!
De mala gana me levante de un salto de la cama, me pare al centro de la habitación, cerré los ojos y suspire profundamente preparándome para mi primer día en el nuevo colegio. Me dirigí a la cómoda, saque unos jeans rotos, una blusa negra y un par de zapatos deportivos. Me puse la ropa, fui al tocador, hice el mayor esfuerzo de controlar y peinar mi cabello que era aún más testarudo que mi perro Stark (y eso ya era mucho decir) y me dirigí al comedor, donde ya estaba toda mi familia esperándome para el desayuno. Me senté a la mesa y tomé dos tazas de té de vainilla y canela con un poco de leche y dos rebanadas de pan tostado untado con mermelada de zarzamoras. Acabé casi de un bocado toda la comida ya que la noche me había dado un hambre terrible y me levante del asiento. Fui a la cocina y prepare otro poco de te (por si no se nota es mi bebida favorita) y espere parada en la barra platicando con mi hermano mayor que estaba al otro lado y con una taza de té de hibisco en la mano a que mis padres terminaran su desayuno para ir a la escuela.
Cuando hubieron acabado mis padres de comer nos dirigimos al porche, en donde mamá nos deseo un lindo día y buen inicio de curso y nos dio a cada uno nuestras bolsas de papel marrón con el almuerzo y luego fuimos al garage en donde nos subimos al auto de papá. Cuando ya íbamos a salir de la casa el motor empezó a hacer ruidos extraños y sacar humo. Max y yo empezamos a toser y papá bajó corriendo para ver que sucedía, nosotros lo seguimos huyendo del olor a quemado y aun tosiendo y papá nos dijo que íbamos a tener que ir caminando a la escuela mientras el intentaba arreglar el automóvil. Mi hermano salió como siempre con su queja:
-Ash, que flojera, no quiero caminar
-Max, deja de quejarte por una vez en tu día por favor - dije soltando lo que pensaba
-Si, por supuesto señorita amable que se adapta a todo y nunca se queja por que el mundo es maravilloso y...
-¡Max, ya cállate!- Como me desesperaba mi hermano...
Salimos por la puerta de la cochera después de tomar nuestras mochilas y libros y nos fuimos caminando cada uno a nuestro respectivo colegio. Respire aliviada de haberme librado del camino con Max en el coche y el posible ridículo que mi padre organizaría cuando me dejara a la entrada del colegio. Intentando animar mi día me puse los audífonos, los conecté a mi IPod y puse música, tomé un poco de aire y empecé a correr. El ejercicio surtió como siempre un efecto tranquilizador en mi y pude liberar toda mi tensión y aislarme un rato de la sociedad. Estaba perdida en mis propios pensamientos, recordando específicamente el día en el que conocí a Stark ya que acababa de pasar una señora paseando a su perro. Mi mente volaba rápidamente de un lado a otro al grado de que termine pensando en la vez en que en el primer día del primer curso de la primaria se me había caído el jugo de naranja en las piernas y parecía que me había orinado, desde ese día (cabe recalcar que era el primero) recibí una infinidad de burlas y apodos como "la que aun no va al baño sola" o simplemente "la niña que se hace pipí encima".
Recordé todos los demás primeros días de años pasados, y honestamente no había tenido ninguno bueno. En segundo olvide mi mochila en casa así que no llevaba útiles y tuve que pedir prestado todo a niños que no conocía, en tercero lloré porque perdí mi almuerzo y tenía hambre, y bueno, en serio no hubo ningún primer día de clases aceptable. Ojalá hoy fuera distinto y no llegara con otra ridiculez al primer día en la secundaria. Intentando reanimarme aumenté la velocidad a la que corría, subí el volumen de la música y aprovechando que no había mucha gente en la banqueta cerré los ojos sintiendo el fresco aire en el rostro (amaba hacer eso) y repase mentalmente la letra de la canción que escuchaba. De pronto solo escuché un grito diciendo -¡cuidado!- sentí como mis pies tropezaban con algo y mi cuerpo caía pesadamente sobre la acera, lo ultimo que recuerdo es haber tenido un fuerte golpe en la cabeza y una imagen negra sin inicio ni fin, sin sentido ni realidad. ¿Qué pasó? No lo sé.
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No lo sé
Teen FictionHola chicos, esta va a ser una historia con una dinámica nueva. La escribiremos dos personas: Frida y Jael. Cada una escribirá un capítulo sin que la otra sepa de que va exactamente, de modo que el texto se ira formando poco a poco con las ideas de...