Capítulo 20

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A la mañana siguiente me sentía exhausta. Todo ese correr, probar habilidades extrañas, descubrir secretos y andar por el bosque me habían agotado... y también un poco el haber besado a Alex.

Aunque lo último creo que me agotó mas bien psicológicamente, al igual que la parte de todos los secretos descubiertos. Simplemente todo era demasiado para mí, aunque en una buena forma, pues, aunque no estaba ni de chiste preparada para esto me encantaba sentir toda esa adrenalina recorriéndome las venas, por tantos misterios que me rodeaban, para después sentir la suave calma que la naturaleza me brindaba... y la protección de Al.

Porque ya no podía reprimirme más (aunque por lo menos hacía tiempo que lo había confesado): estaba irremediablemente enamorada de Alex.

Y él lo sabía.

Anoche después de haberle preguntado a Alex si aún era posible que le gustara y que él se escandalizara (bueno no se escandalizó precisamente, pero ya estaba acostumbrada a tomarlo como una persona protectora y dramática. Ok, tal vez no, pero qué importa), él acabó decidiendo que la mejor manera de demostrármelo y hacerme sentir bien era besándome. Alex simplemente ¡me besó!

Y yo como buena chica loca y enamorada le respondí el beso.

Así estuvimos durante un rato. Sentado en el sillón, besándonos y sin siquiera prestar atención a la película (aunque puede que en realidad nunca le hubiéramos prestado atención realmente).

Cuando por fin nos separamos de el beso nos miramos fijamente a los ojos durante un momento. Observándonos, analizándonos, casi como si esperáramos descubrir los secretos del universo en los ojos del otro.

Y entonces sentí una ráfaga de viento, como si alguna de las ventanas estuviera abierta, y rompí la conexión entre nosotros para verificar las ventanas, ya que puesto que afuera estaba lloviendo, si había alguna ventana abierta no solo entraría el aire sino también el agua, y la alfombra de la sala se mojaría.

Pero cuando volteé no había nada abierto.

Hmmm... eso fue extraño. Cualquiera podría pensar que fue una corriente de aire en la casa porque en alguna otra habitación abrieron una puerta, pero en mi casa casi no había corrientes...

Sacudí mi cabeza instintivamente, por mi incomprensión. Alex me miró de nuevo fijamente, aunque esta vez extrañado.

-¿Pasa algo?

-Hmmm... ¿qué?... a perdón, nada.

Después de todo eso por fin nos fuimos a dormir.

Y aquí me encuentro ahora. Tirada en el suelo, de nuevo en mi sleeping bag, sin Alex a lado.

Estaba considerando seriamente seguir ahí tirada hasta que alguno de los chicos subiera y me encontrara despierta y entonces me ayudara a levantarme (tenía demasiada flojera de momento como para hacerlo yo misma), hasta que mi estómago comenzó a rugir. Exigía la inmediata ingestión de comida.

Así que me paré y salí corriendo hacia el comedor (era mejor si llegaba rápido, sino me ganaba el cansancio). Ni siquiera me molesté en quitarme mi pijama, al fin y al cabo era el fin de semana y estaba entre amigos.

Pero en cuanto llegué a la sala noté que algo iba mal, muy mal.

¿En serio no podía tener ya nunca un día normal, sin problemas?

En la habitación se encontraban sentados, en el mismo sillón en el que Alex y yo nos habíamos besado la noche anterior, Max y Caroline. Y parados, con una evidente cara de preocupación, Emma y Alex.

A Max se le notaba expresamente afectado. Supuse que era por lo mismo que Caroline lucía como si tratara de consolarlo.

Yo solo me les quedé viendo a Caroline y Max con cara de tonta. Ahora solo podía preguntarme cuándo había llegado mi hermano... y dónde estaban mis padres.

No lo séDonde viven las historias. Descúbrelo ahora