Despertar II

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Nunca necesité tus alas para volar, tu mirada para ver, tus palabras para escuchar.
Nunca fuiste una necesidad; mas bien fuiste la costumbre a la compañía de un corazón golpeado por la tormenta. 

Así que ya no te empeñes en volver.
No gastes tinta en cartas de disculpa
ni pensamientos arrepentidos sobre mi persona.

Al final fuimos caminos torcidos que jamás debían encontrarse;
comas y puntos sin cabida en esta historia,
caprichos de una noche desmemoriada
que en sueños se repite, torturando a la razón.

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