Epílogo

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Tiempo después...

—Y ¿cómo está ella?

—Pues no lo sé. Pero cuida a su hermano pequeño día y noche, hace todas las labores del hogar, no descuida sus estudios, lee libros de quinientas páginas en menos de veinticuatro horas guardando en su memoria cada detalle por insignificante que parezca; se preocupa por la familia que se encuentra lejos y resuelve los problemas existenciales de su mejor amiga. ¿Cómo defines eso?

—Nunca pensé que la lastimaría tanto.

—¿¡Lastimarla!? ¿A qué te refieres? La chica continúa su día a día como si nada, enfrenta sus problemas sin temor a romperse, ama más que nunca a sus seres queridos, se fascina con los detalles que nadie toma en cuenta... Esa niña que ya no es tan niña como pensamos, esa fantasía andante como alguna vez la llamaste; aún se mira al espejo con una sonrisa genuina, admira la obra de arte que es con o sin maquillaje... Esa niña no necesita que la tomen de la mano para ir por la calle, ni cruzar a la acera de enfrente para no ver tu rostro....

—...

—Si eso no responde a tu pregunta no sé qué lo hará; porque si te atreves a mirarla tus ojos arderán en llamas mientras caes del Olimpo en cámara lenta. Entenderás que ella siempre fue la diosa, tú solo un impostor; porque  se yergue imponente y segura ya que no necesita de un hombre para estar bien porque se tiene a sí misma y es más que suficiente.... Ahora la pregunta es: ¿tú estás bien?

—...

—Eso pensé.

CambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora