Respiré hondo una vez más y cambié de posición porque los pies y ase me había cansado. Tenía los brazos cruzados sobre mi pecho pero no con demasiada fuerza porque no quería arrugar la camisa del uniforme del instituto y cada ciertos minutos, me acomodaba la falda con tablas de los nervios.
Llevaba más de quince minutos esperando de pie en la acera a que Chase llegara para ir al instituto y si no se apresuraba, ambos llegaríamos tarde. No solo no quería hacerlo porque no quería que me llamaran la atención los profesores o peor, no me dejaran entrar a la clase, sino que tampoco quería llamar la atención entre mis compañeros. Siempre que dos alumnos llegaban tarde al mismo tiempo se creía que era porque se habían estado besando. Yo misma lo creía, pero no quería que lo pensaran de mi cuando no era verdad. Dios, iba a matar a Chase.
Justo en ese momento él apareció frente a mí con una sonrisa inocente. Lo miré mal porque de verdad estaba muy enojada.
—Vamos despeinada, no tenemos todo el día. Vamos a llegar tarde —dijo haciendo aumentar mi enojo. ¡Si llegábamos tarde sería su culpa! Subí solamente porque no tenía un plan b pero me quedé en silencio sin querer hablar con él, hasta que no lo soporté más.
—Si vas a llegar así de tarde todos los días prefiero tomar el autobús —aseguré mirando por la ventana pero por el rabillo del ojo pude ver que su mirada se dirigió a mí por un segundo antes de volver al frente.
—Perdón, no quería llegar tarde —se disculpó y aunque mis facciones se relajaron con sus palabras, todavía estaba molesta.
"—Mis papás no paraba de pelear esta mañana —comenzó a explicar cuando vio que yo no tenía intenciones de aceptar su disculpa—. Me levanté a las ocho para estar a tiempo en tu casa pero como ellos no paraban de discutir tuve que llevar yo al instituto a mi hermana y su maestra quería hablar con un familiar. Por eso llegué tarde. De verdad lo siento.
Dejé caer las manos sobre mis piernas y dirigí mis ojos a él. Chase tenía la vista al frente y ambas manos en el volante. Lo percibí tenso, como si no le hubiese gustado hablar de sus problemas familiares pero aun así lo había hecho solo para que yo lo perdonara.
—Está bien, no te preocupes —aseguré con una sonrisa genuina que él correspondió.
—Nunca llegaste tarde ¿no?
—No, nunca —negué. Siempre llegaba antes o justo a tiempo porque me daba nervios que me dijeran algo si llegaba tarde.
—Tu primera vez va a ser conmigo —dijo con una sonrisa juguetona. ¿Era mi imaginación o sus palabras tenían un doble sentido?
Llegamos al instituto justo en el momento en que el timbre sonó, pero todos los lugares del estacionamiento ya estaban ocupados y nos demoramos buscando sitio. Chase insistió en que me fuera para que al menos uno de los dos no llegara tarde, pero no quise hacerlo. Todavía me sentía mal por la pésima mañana que él había tenido y lo mal que yo lo había hecho sentir nada más subir al auto.
Si hubiese estado sola, hubiera corrido como loca hasta llegar a clase, pero me daba vergüenza hacerlo frente a Chase. Sin embargo, para mi sorpresa, a penas descendimos del auto, él se apresuró a rodearlo, entrelazó nuestras manos y me obligó a correr por el aparcamiento y luego a través de los pasillos hasta llegar a clase. Él nunca se molestaba en llegar a tiempo, pero que hubiese corrido conmigo porque sabía que para mí era importante me hizo quererlo un poquito más.
—Buen día —saludamos ambos al ingresar al silencio del aula donde nuestros compañeros estaban sentados en grupos comenzando el trabajo de historia que haríamos aquel día.
Creí que quizás la profesora no nos diría nada, pero las manos comenzaron a sudarme cuando nos llamó por nuestros apellidos para que nos acercáramos.
—Ambos están castigados por llegar tarde y deben quedarse una hora después de clases —anunció todavía corrigiendo unos exámenes, sin siquiera mirarnos al decir aquellas palabras.
—No —dije sin siquiera pensarlo y eso la hizo levantar la vista para mirarme a los ojos sin poder creer mis palabras. Para ser sincera, yo tampoco podía creer que me estuviera plantando de esa forma frente a una profesora.
— ¿Qué? No era una pregunta. Está castigada.
—No puedo quedarme una hora después de clases, tengo que trabajar.
—Lo hubiese pensado mejor antes de llegar tarde —regañó con voz fría y apretando los labios hasta que se convirtieron en una fina línea. Claramente estaba disgustada por mi negación, pero no había forma de que yo me quedara después de clases y llegara tarde al trabajo.
—Por favor, profesora. Es la primera vez que Lottie llega tarde y fue mi culpa. Ella trabaja todos los días y no puede faltar o llegar tarde, ¿no puede reconsiderar el castigo? —los ojos de la mujer se dirigieron a Chase cuando él intercedió. Vi cómo se le acentuaba la forma de la mandíbula al apretar los dientes mientras miraba las hojas frente a ella y evaluaba la situación.
—Está bien. Solo por esta vez, pero esta advertida. Si vuelve a llegar tarde, va a estar castigada por una semana —aseguró haciéndome suspirar de alivio—. Usted señor Hendric sí está castigado. No es ni la primera ni la última vez que llega tarde —dijo con desaprobación y ambos nos alejamos yendo a nuestros respectivos grupos para hacer el trabajo.
Me hubiese gustado agradecerle a Chase por ayudarme, pero luego de esa clase no nos volvimos a ver durante todo el día.
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Fragmentos de un corazón roto | REANUDADA
Teen FictionCharlotte tiene el corazón roto y nada puede cambiar eso, ni siquiera el amor de los animales de su refugio. Pero quizás Chase, su molesto compañero de instituto, es el que podrá ayudarla. Solo si ella se lo permite. Se prohíbe la copia parcial o to...