Debía de tener las ojeras más grandes de toda mi vida a la mañana siguiente. Me sorprendió no dormirme sobre la caja registradora pero la verdad era que por las mañanas habían tantas personas que era difícil relajarse así fuese por cinco minutos.
—Hola linda —saludó Jake al llegar poniéndose el delantal. Le sonreí y termine de atender a un cliente antes de poder hablar con mi amigo. Era casi mediodía para ese momento y no solo faltaba poco para que terminara mi turno, sino que también había menos clientela.
No me decía ese apodo porque tuviese interés en mí, sino que siempre las había tratado de esa forma a las clientes y se había acostumbrado tanto que a mí me llamaba de la misma forma. En parte por eso conseguíamos tantas propinas. Me había dicho miles de veces que fuese más coqueta con los clientes pero yo era más vergonzosa.
Jake era lindo, tenía cabello castaño, ojos marrones y pecas por todo su rostro que enloquecían a las chicas, además de su personalidad carismática y encantadora, pero yo era incapaz de verlo como algo más que un amigo. Además, nos conocíamos desde tan pequeños que parecíamos familia.
— ¿Cómo les fue anoche? —pregunté mientras limpiaba la cafetera.
—Muy bien, Chase hizo un Touchdown increíble y Austin... —comenzó embarcándose en una explicación muy detallada de jugadas que habían hecho gracias a las cuales habían ganado, pero yo no entendía nada de lo que decía pero me daba ternura su emoción.
— Sabes que no sé de qué me estás hablando, ¿no? —pregunté riéndome cuando él termino con su explicación, porque por más que lo intentara, nunca había sido capaz de entender el futbol americano. En parte también por eso nunca iba a los juegos. Todos siempre se emocionaban y yo nunca entendía lo que ocurría.
—Sí, lo sé, pero no importa —suspiró con una sonrisa—. Fue un partido importante, había decanos de la Universidad de Boston. Austin ya ingresó, Chase también pero quiere una beca para hacer sentir orgulloso a su padre y yo... necesito la beca —continuó hablando. Los tres siempre habían sido muy amigos y querían ir a la misma universidad para poder seguir jugando juntos.
—Y la vas a conseguir. Tenés las mejores notas y sos uno de los mejores jugadores —aseguré con una sonrisa sincera.
— ¿Cómo sabes que soy buen jugador si no entendés nada y nunca vas a los partidos?
—Solo repito lo que escucho —respondí encogiéndome de hombros y sonriendo hacia la mujer que se acercó para ordenar.
—Hola señora Hendric —saludé sabiendo que era la madre de Chase— ¿Qué le gustaría ordenar?
—Hola hermosa, quería dos lattes, un chocolate caliente y seis donas —empecé a preparar el pedido escuchando a Jake hablar con ella—. A Chase lo llamaron esta mañana y le dijeron que les gustaría tener una reunión con el para hablar sobre la beca para la que aplico —conto la mujer con una sonrisa orgullosa que se me contagio. No importaba cuanto peleara con Chase, me alegraba que cumpliera sus sueños y fuese feliz.
—Eso es increíble, seguro se la dan. Qué raro que no me dijo nada —comentó Jake.
—Eso es porque después de la llamada siguió durmiendo y todavía no se levanta. El café es para el —explicó haciéndonos reír— ¿Cómo está tu hermana, Charlotte?
La señora Hendric conocía a Bell porque había sido su profesora de ballet desde niña y fue quien la ayudo a conseguir el trabajo que la convirtió en la reconocida bailarina que era.
—Muy bien por suerte. Está intentando encontrar algún trabajo más local porque ya no quiere viajar tanto —comenté cerrando la bolsa, entregándosela y diciéndole el precio.
ESTÁS LEYENDO
Fragmentos de un corazón roto | REANUDADA
Teen FictionCharlotte tiene el corazón roto y nada puede cambiar eso, ni siquiera el amor de los animales de su refugio. Pero quizás Chase, su molesto compañero de instituto, es el que podrá ayudarla. Solo si ella se lo permite. Se prohíbe la copia parcial o to...