Capítulo 4

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El clima estaba nublado y ventoso cuando salí del instituto, y para el momento en que llegué a la cafetería donde trabajaba cada tarde, el cielo ya había comenzado a derramar las primeras gotas, las cuales no tardaron en convertirse en una lluvia torrencial.

Como cada tarde que llovía, la cafetería estaba abarrotada de personas deleitándose con las tortas. Mi hermana no era la excepción. Había llegado hacia una hora con su novio y charlaban tranquilamente mientras tomaban café.

Me hubiese gustado hablar más tiempo con ellos pero no podía dejar de atender cuando continuaban llegando clientes. Esa tarde Jake, mi compañero de trabajo, hijo de la dueña de la cafetería y compañero de clase, se había tenido que quedar en el instituto practicando para el juego de futbol del viernes por la noche. Por eso, estaba yo sola.

Lo bueno era que, aunque me volviera loca sin Jake, cuando tenía que hacer el turno yo sola, su madre me pagaba doble. Ahorraba gran parte de mi sueldo porque mi sueño era tener un refugio animal propio en unos años y para lograrlo debía trabajar tanto como pudiera.

En mi casa podía tener algunos perros y cuidarlos, mi padre me lo permitía, pero el espacio era reducido, no teníamos parque y eso era una complicación. Por eso quería algún día tener una clínica veterinaria donde también pudiera cuidar de animales sin hogar y darlos en adopción.

Era un sueño que tenía desde niña, que se había creado a partir del amor que le tenía a mi propio perro, Choco, y de lo triste que me sentía al pensar en todos los demás perros que no tenían quien los cuidara.

Dos horas después, los clientes dejaron de llegar y el lugar comenzó a vaciarse, después de todo ya estaba oscureciendo y cada vez que nos acercábamos al invierno, el frío provocaba que las personas se quedaran en sus casas y la cafetería dejaba de ser tan concurrida.

Me acerqué a mi hermana con una sonrisa que me correspondió y tomé asiento en su mesa. Shane, su novio, también me sonrió. Eran la pareja más linda de todas. Habían estado juntos desde que yo era niña, y aunque por un tiempo se habían tenido que separar porque querían cosas distintas, luego de reencontrarse, nunca más volvieron a estar separados. Se amaban tanto que me hacían aspirar a vivir un amor así de intenso.

Mi hermana era la persona más hermosa e increíble del mundo, y me alegraba de que hubiese encontrado a alguien que fuese merecedor de estar a su lado, así como lo era Shane.

—Justo estábamos hablando de vos —anunció él.

— ¿De qué hablaban?

—Le estaba contando a Shane de que ya sabés dónde querés que sea tu refugio —explicó Bell elevando las comisuras de los labios.

—Ah, de eso. No sé si seguirá estando disponible para cuando consiga todo el dinero, pero me gusta la ubicación y me parece un precio razonable. El problema es que tiene que ser un poco reconstruido. Pero tiene un parque inmenso —dije recordando el lugar que mi padre me había acompañado a ver y había quedado por completo deslumbrada. De verdad que cerraba los ojos y me imaginaba mi refugio en ese lugar.

— ¿Y por qué querés tener un refugio propio Lottie? —preguntó mi hermana a pesar de ya saber la respuesta.

—Porque me parece injusto que solamente accedan a la salud los animales que tienen dueños con dinero cuando en realidad todos lo necesitan —expliqué como tantas veces lo había dicho. Ella sonrió y lo miró a Shane divertida, una sonrisa que él correspondió.

"— ¿De qué se ríen? —cuestioné sin entender esas miradas.

—Hace muchos años Shane me dijo algo muy parecido, pero él hablaba de las personas.

—Sí, fue exactamente cuando tu hermana se atravesó la mano con un cuchillo cortando un tomate y no podía ir al hospital porque no tenía dinero.

—No me atravesé la mano —negó ella—. Fue un corte no más —me aseguró ella mientras Shane a sus espaldas negaba con la cabeza haciéndome reír. Para ser sincera, le creía a él. Después de todo, mi hermana todavía tenía una pequeña cicatriz en la palma de la mano. Si no recordaba mal, ella me había contado que él le había hecho los puntos.

El celular de Shane sonó y él salió de la cafetería para poder escuchar con claridad mientras Bell y yo continuábamos hablando.

—El punto era que, cuando Shane me lo dijo, yo creí que era solamente un sueño su idea de un hospital de atención gratuita. No me parecía posible, pero él estaba tan determinado que lo logró. Por eso, cuando vos me contaste sobre el refugio, no lo vi solo como un sueño sino como un plan, y sé que lo vas a volver realidad —aseguró con dulzura. Asentí con la cabeza sin poder responderle nada porque sus palabras me habían hecho estar al borde de las lágrimas.

—Me tengo que ir, hubo una urgencia en el hospital —anunció Shane al volver con nosotras. Tomó sus cosas, besó a mi hermana en los labios, a mí en la mejilla y se fue a toda prisa.

—Pero Lottie —llamó mi hermana—, no dejes de lado tu vida por tu sueño ¿sí? Lo que vos querés hacer es altruista y hermoso, pero siempre va a haber a alguien a quien sanar y a veces tenés que aprender a dar un paso atrás y saber que no podes salvar a todos —susurró y yo asentí con la cabeza sabiendo que tenía razón, pero sentía que no solo lo decía para mí. Sentía que le gustaría decirle esas palabras a Shane y que él las entendiera.

— ¿Estas bien? —pregunté acariciando su brazo.

—Sí, no te preocupes —aseguró, pero no le creí. Era mi hermana y aunque me dijera que no lo hiciera, siempre me iba a preocupar por ella, y la mirada triste que tenía en ese momento me decía que en realidad no estaba bien.

Fragmentos de un corazón roto | REANUDADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora