❸ 𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐫

166 14 11
                                    

⭒✦⭒

- Les daré una lección, esta vez no lo olvidarán nunca -

Apenas las últimas palabras salieron de su boca, los miembros de la alianza, ahora como sus esclavos, recibieron la orden y asesinaron uno por uno a Nila, Sheila, Maia, Altair y Deneb. La sangre caliente bañaba las cuchillas frías, las sombras tomaban la luz, los cuerpos se tensaron por un instante antes de caer al suelo. Las marionetas de la Dama quedaron inmóviles, mientras los guardianes agonizaban en el suelo mientras brotaba el líquido rojo de sus pechos. En el momento en que sus ojos se encontraron con sus estrellas, lágrimas comenzaron a inundar sus rostros.

Leila se aproximó con desesperación hacia los dos, Altair y Deneb, pero en tan solo cuestión de segundos el suelo se había convertido en un baño de sangre. Habían clavado el filo justo en las arterias que se dirigían al corazón con una precisión espeluznante.

- Deneb, Altair... por favor, levántense - Les habló con un hilo de voz. Los vió a la cara, parecían estar vacíos, la impresión de encontrar cuerpos y no almas era demasiado grande y aterradora.

La sangre no paraba de brotar de los cuerpos.

La luz tan característica que los rodeaba estaba apagándose.

- No me dejen... quédense conmigo - Suplicó de rodillas. Posó sus manos con cuidado sobre la nuca y el pecho del pelinegro, lo había visto mover la cabeza un poco, aún no se había ido su alma completamente.

Sus ojos se encontraron con los de ella, estaban sangrientos, y la sangre caía como lágrimas carmesí, la miró y tomó su mano. Ella vió el anillo, su brillo cubierto por el líquido rojo.

Altair: - No dejes... que oscurezca tu corazón, Leila - Logró decirle. Pronto la sangre que subía por su garganta le cortaría la respiración. Tragó con dificultad una última vez, y su mirada se perdió en la oscuridad, finalmente se habia ido.

La figura tenebrosa de Atenea desprendía un aura de maldad tal que era dificil de escapar de su vil presencia. Aún así se atrevió a mirarla fijamente a sus ojos negros mientras ésta se reía de ella, orgullosa de haberle causado una herida enorme y gran sufrimiento.

- Leila Tanok, eres la responsable de estas muertes. No lo olvides, tú eres una extensión de mí. Tu destino siempre será éste, no hay nada que puedas hacer para escapar. No puedes negar lo que eres aunque intentes engañarte ambas sabemos que es tu culpa -

El remordimiento, la culpa, la verguenza y la ira se resguardaron en su pecho y estaban hirviendo en su interior. Cuando se despidió de ellos y vió sus rostros, la imagen de ese momento la perseguía, volvía a revivir ese día en sus pesadillas. Tenía razón después de todo, no lo iba a poder olvidar nunca.

¡Leila!

Leila miró a la mujer en silencio con ojos agrietados. Aysel, conocida en este mundo como Seijun Izumi, además de ser la directora de la Academia Astrea, era una guía estelar que permaneció en la Tierra para brindar un lugar seguro a las guerreras estelares.

- Pensé que se había acabado. ¿Pero no es así verdad? - Le preguntó con miedo. Su corazón seguía nervioso tras volver a rememorar aquél día.

Ahora veía a Aysel suspirar, la pesadez en su pecho le decía que se trataba de un problema.

- No deberían haber vuelto.... Habían cumplido su misión.... A menos qué... - Varios pensamientos rondaban su inquieta mente, si acaso eran fantasmas o alucinaciones, si se trataba de algún mal augurio; pero una sola cosa podría tener sentido, tenían algo pendiente. Algo por lo cuál habían aparecido nuevamente de esta forma tan peculiar.

In the Name of the Sun (Sailor Sun) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora