❼ 𝐋𝐨𝐬 𝐂𝐥𝐚𝐧𝐞𝐬: 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐇𝐞𝐢𝐰𝐚 𝐓𝐞𝐤𝐢

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Una cándida sonrisa iluminó el rostro del joven, parecía que la situación le divertía. Era un chico agraciado, con expresiones simpáticas, notaba su carácter afable, y parecía ser de un humor ligero. Con simplemente observarlo Leila supo que era uno de los buenos hermanos de Pacífica.

Índigo:— Adelante, te están esperando —

Sin esperar más se adentró hacia ese nuevo mundo que se alzaba por delante. Si tuviera que encontrar las palabras más adecuadas para describir aquél fenómeno improbable y maravilloso, tendría que empezar por decir que esta tierra estaba mayormente conformada por cuerpos de agua lógicamente, separados por rocas, musgo, flora acuática, y los corales de los arrecifes del fondo por supuesto. Automáticamente lo comparó con la ciudad de Venecia, debido a la gran similitud en apariencia que veía en las plataformas rocosas naturales que flotaban sobre los canales de agua que se filtraban a través de la caverna, la cual funcionaba como un ducto hueco. Pero en vez de ver edificios, habían hogares silvestres de formas peculiares aunque con decoraciones más bellas y frágiles, como por ejemplo, adornaba el paso del río un tipo de planta fluorescente que crecía por debajo de éste. Además, la luz de los rayos solares crecía a través de cada flujo brillante, realzando aún más las tonalidades de azul oscuro que pintaban cada rincón, esto pudo contemplarlo una vez salió de la oscuridad de la caverna. Cada detalle que encontraba era extraño pero hermoso, a la vez que natural, no había ni una sola herramienta hecha por el hombre. Este ambiente le daba un aspecto tosco a la ciudad.

En una isla se encontraban sus amigas, parecían estar en mejores condiciones que ella. Para ir hacía allí, tuvo que pasar por un pantano y mojarse nuevamente los pies hasta las rodillas.
La recibieron con los brazos abiertos, todas estaban felices de estar juntas, rápidamente formaron un gran abrazo. Era la última en llegar, y después de recordar que hace unos instantes estuvo a punto de ahogarse, era toda una victoria que estén reunidas. Pero mirando hacia atrás, se dió cuenta de que, además de las cuatro guardianas, no había nadie más. La principal ausencia de la ninfa la preocupó demasiado, Myranda captó sus ojos nerviosos buscando a Pacífica.

Myra:— Índigo nos dijo que ya localizaron a todas las sirenas, incluída Pacífica. Solo tú no podías salir del agua a tiempo — Aún así, no estaría calmada hasta no verla completamente bien.

Justo en ese momento, de la caverna emergió la princesa que parecía estar cansada por la forma en la que se movía con pesadez. Aún así, tuvo la fuerza suficiente para pararse frente a Indigo y agradecerle, le ofrecía su saludo típico anteponiendo sus brazos y juntando sus palmas, pero fué sorprendida por el abrazo que él quiso darle, aunque le correspondió después con una sonrisa.

Índigo:— No te veo hace cuatro largos años — Mencionó cuando ambos caminaban por el puente, que Leila ignoró completamente cuando cruzó el pantano, y al verlo por primera vez sintió vergüenza. — ¡Y trajiste amigas! Parece que la Tierra te sienta bien, no sabía que tenías un hueso rebelde. ¿Tomaste gusto por las aventuras? — Decía con alegría. Algo en su frase les hacía creer que Pacífica raramente tenía tiempo para pasar con amistades.

Pacífica:— No, en realidad es mucho más peligroso que eso. Ellas son mis guardianas, vinimos por protección. Atlas…vino a buscarme a la superficie con una orden específica, pero me ha causado muchos problemas en tan poco tiempo — Sacudió la cabeza, recordando el estrés al cuál había estado sometida desde aquella visita inesperada.

Índigo:— Atlas está haciendo un problema de una gota de agua ¿verdad? — Dirigió una mirada sarcástica que su hermana desaprobó. — Como sea, está insoportable. Ya me escribió un mensaje tan típico de él que me causaba jaqueca. "Se llevará a cabo una junta de suma importancia para discutir un acontecimiento entre el Reino de la Tierra, con la presunta participación de la princesa desertora, etcétera, etcétera" — Imitó con voz severa y apagada. Le hizo recordar la seriedad de Atlas, y Leila trató de contener la risa. Se notaba que él era el menor de los tres por como hablaba de sus hermanos con un tinte cómico e insensible.

In the Name of the Sun (Sailor Sun) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora