Enciendo el PC, como cada día, en medio de la paz de mi cuarto. La soledad de mi piso no es tan opresiva con el ruido del ventilador de la torre. Un par de pitidos y la breve cancioncilla de inicio me hacen fijarme en la pantalla. Un par de clics y entro con mi usuario. Se abre Skype y ahí veo su contacto con luz verde. Dudo en si abrir una conversación. Decido pasar, necesito espacio, pensar con claridad, cuando se trata de ella se me nubla la mente y solo actúo. Pongo música y me sumerjo en la melodía que me envuelve. Mi mente en blanco y mis labios moviéndose, siguiendo la letra de la canción. De pronto se abre una ventana nueva y un pitido suena por encima de la música. Abro los ojos y veo que es ella. Maldigo por lo bajo. Debería haberme puesto en invisible. Mi corazón da un vuelco, como siempre. Abro y leo su mensaje:
Mikan: Hola! Estas por ahí? Como siempre sale conectado aunque no estés hay que probar :)
Suspiro, cansado. Mi mente grita que no hable pero mis dedos se mueven solos escribiéndote una respuesta. El bendito y frío vacío de la pantalla me va a proteger, como siempre, de responder a la pregunta "¿te pasa algo?".
Yo: Hooolap, estoy vivo y coleando. Qué se te ofrece bella señorita?
Mikan: No seas tonto XD. Hace mucho que no nos vemos... están todos preocupados porque no respondes a sus mensajes ni coges sus llamadas.
Sí, no cojo llamadas ni respondo a los mensajes. No quiero quedar... no por ellos, si no porque estás tú. No podría soportar verte de nuevo en persona y seguir fingiendo que soy el de siempre. No con lo que surgió dentro de mí hace tanto... Ojalá te dijera eso y más, pero sé que no puedo hacerlo. No puedo... Eres feliz estando con él, y sólo quiero que seas feliz. Aunque eso me destroce por dentro...
Yo: bueno... Ando liado, los estudios y algunos problemas con mi familia. Ya sabes, nunca me dejan tranquilo jajajajajajajajajaja
Miento, estoy a kilómetros de cualquier persona conocida. No os lo dije. No quería que lo supierais y alguno del grupo acabara atando cabos. No podría soportar que mi secreto se supiera. Estoy en otra ciudad, lejos de mi familia. No me molestan porque sólo llaman para saber cómo estoy. Otro pitido más repetitivo me distrae. Dani me está llamando. Mi mejor amigo y el único de fuera de mi familia que sabe dónde me hayo. Descuelgo y empezamos un chat de voz.
-¿Qué pasa figura? Hacía mucho que no hablábamos...
-Y que lo digas... aunque no sé si es un buen momento para ello.
-¿Por?
-Me ha hablado... Y estoy intentando mantener la mentira...
-Tío... -vacila, algo le reconcome-. ¿No deberías, quizás, decírselo? Es decir. Un día llamará a tu casa. Le cogerán tus padres y le dirán la verdad de forma inconsciente... No puedes escapar por siempre...
-No tiene el teléfono de casa. Y aunque conoce el portal no sabe el piso, ni a mi familia... no te pongas paranoico.
Mikan: Pues si que... espero que puedas quedar pronto... se te echa de menos... Santi está como loco por querer hablar contigo. Y no hablemos de Beñat... Beñat te quiere echar el guante para que le ayudes con el guión de su web-serie.
Yo: es verdad... se me había olvidado del todo. Pues no sé cuándo podré librarme de todo la verdad...
-Tío sabes que me estas compartiendo pantalla, ¿no? -Dani y su sarcasmo nada obvio.
-No me digas... es para que veas y me des tu opinión...
-Pero... ¿Qué coño quieres que te diga yo? A ver no la conozco más que por lo que tú me has contado...
Mikan: Oye...
Yo: dime
Mikan: Ana ha estado diciendo que te vio en la estación de autobuses a finales de verano...
-Ya está -grita Dani a través de mi auricular-. Te han pillado, no sé cómo has podido ocultarlo tantos meses, pero joder...
Mikan: Dijo que te subiste a un bus de múltiples paradas, con destino al sur. Es cierto? Es decir, te has marchado de aquí?
Yo: dile a Ana que sólo iba a visitar a unos familiares, que mis padres ya se habían ido y que me habían cogido un billete.
-No pasa nada tío -le digo para que se tranquilice-. No me van a pillar tan rápido...
-Ya... claro... siempre dices eso... empiezo a creer que nunca te volveré a ver tío.
-Tranqui no voy a desaparecer para siempre...
Mikan: Si te fueras a ir... me lo dirías... verdad?
Yo: por supuesto...
-Mentiroso...
-Cállate...
-Sólo digo que cuando sepa la verdad te odiará...
-Al menos lo seguirá teniendo a él... -me agarro el pecho, me duele al pensar en ello-. Y seguirá siendo feliz...
Dani suspira y cambia de tema tranquilamente, me habla de sus "problemas de pareja" y sobre las chorradas que Eder y Jon han estado haciendo en las últimas semanas. Que el último fin de semana estuvo con ellos de fiesta y le confesaron que me echaban de menos. Yo también añoro mi ciudad, pero no puedo volver... No mientras sigan estos sentimientos en mi interior. No mientras siga respondiendo a sus mensajes... De pronto dejo de escuchar las bromas cutres de mi amigo. Creo que he oído que alguien llamaba a la puerta. Es raro ya que no suelo tener visitas no programadas. Ni de mis padres, ni de los nuevos amigos de la universidad.
Me disculpo con Dani y me quito los auriculares. Esta vez han llamado al timbre. Me levanto gritando "¡Ya voy!" por el pasillo de camino a la entrada. Me arreglo un poco mirándome en el único espejo del pequeño apartamento. El pelo está decente con una larga trenza colgando de la parte posterior, mi camiseta habitual de casa con el escudo del capitán América, pantalones de chándal grises y sencillos, el pirsin que me hice hace tres meses brillando en mi oreja izquierda. El tatuaje tribal del antebrazo por el que pusieron el grito en el cielo mis padres en su primera visita al descubierto. "Joder, si me viera cualquier otro que no sea Dani se asustaría" pienso mientras pongo una mano en el pomo. Esbozo una sonrisa por si se trata del casero. No suele subir, pero es un buen tipo que se preocupa por sus inquilinos. No es recomendable mostrarle una cara triste o te meterá en su casa a vaciar una botella de vodka. Aprendí esto por las malas y acabando con una resaca monumental. Abro la puerta y no hay nadie. Saco la cabeza y miro de un lado a otro. Realmente no hay nadie...
-Malditos críos... -digo en voz alta.
Cuando me estoy girando alguien me impide cerrar la puerta. No me da tiempo a ver nada antes de recibir el tortazo.
-¡No vuelvas a hablarme en la vida! ¡Mentiroso! ¡Imbécil!
Esa voz... la conozco... miro por fin y ahí están los ojos azules de los que he huido, la melena morena que no quería mirar, la piel blanca y el olor de flores que siempre la persigue. Tiene el móvil en una mano, donde puedo ver nuestra conversación de chat. Sus ojos están húmedos y varias lágrimas caen de ellos a pesar de su expresión de enfado. Me duele el rostro y mi corazón late desaforado, sin control. Intento hablar y me da otro tortazo. Sin darme tiempo a reaccionar, otra vez, sale corriendo. Mi corazón grita que corra tras ella, pero mi cuerpo está congelado. Oigo como solloza mientras corre escaleras abajo. Cierro lentamente la puerta. Apoyo mi espalda en ella. Miro mis manos, como buscando una explicación. Me arden las mejillas y el pecho vuelve a dolerme. No lo soporto y me derrumbo cayendo al suelo. Me siento, con mi espalda aún pegada a la puerta y, sin poder contenerme, empiezo a llorar y a gritar de dolor. Cualquier esperanza, mi plan, los esquemas de previsión,... todo se ha reducido a cenizas...
La he perdido por mi propia estupidez...

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Amor en sus dos caras
RomanceEn toda historia hay dos partes, más en las de amor. Sin saber qué piensa el otro dos jóvenes viviran su propia historia... y el final aún está por escribirse...