Shiro (2)

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Estoy sentado en la cocina. No se como he podido reunir la más mínima cantidad de energía para llegar aquí. Estoy destrozado... La he perdido... la he perdido para siempre. Me levanto y voy a mi cuarto donde Dani sigue esperando. Me invento una escusa pésima y cuelgo. No quiero hablar con nadie ahora mismo. Apago el ordenador y me tiro en la cama. Por mi cabeza no paran de reproducirse una y otra vez las palabras de Maider, sus ojos llenos de lágrimas. Me alejé para que fuera feliz sin que yo pudiera estropear su felicidad por declararme inconscientemente... Pero ha sufrido por toda ésta estúpida idea mía...


Mi móvil suena sobre la mesilla. Seguramente es Dani, empeñado en averiguar qué ha sucedido. Me siento tan roto por dentro que me hundo lentamente en un pozo de dolor. Vuelve a sonar el dichoso teléfono, pero esta vez me doy cuenta de que el tono es distinto. Miro la pantalla para averiguar quién es. ¿Es Ana? Me sorprendo al ver que una del grupo llame ahora. Y más cuando Maider no parecía que fuera a llamar a nadie tal y como estaba al salir corriendo. Lo dejo sonar igualmente, sea lo que sea no será de importancia. La llamada acaba pero a los pocos segundos vuelve a sonar. Sigo pasando de ello. Llama otras cinco veces. A la sexta decido cogerle, ya que empieza a mosquearme tanta insistencia, pero no dejo que se note cuando pregunto:


-¿Sí?


Silencio. Será que se ha equivocado y no sabe ahora que hacer.


-¿Ana?


-¡MALDITO PEDAZO DE IMBÉCIL DE MIERDA! -suelta de pronto a grito pelado-. ¡EN EL MOMENTO QUE TE COJA VOY A PARTIRTE ESA CARA DE IMB... no... DE GILIPOLLAS PERDIDO QUE TIENES! ¡¿CÓMO SE TE OCURRE HACERLE ESO A MAIDER?! VE POR ELLA DE INMEDIATO O PIENSO RAJARTE DE ARRIBA A ABAJO CUANDO...


-¡PARA! -la corto con un grito. Me está saturando con tanta agresividad-. ¿De qué me estas hablando?


-¡AH NO! ESO NO TE VOY A CONSENTIR. NO PIENSO ACEPTAR QUE ME HABLES COMO SI AÚN NO SUPIERA DE TU JODIDA MENTIRA MAMONAZO.


-Vaya... Maider no ha perdido el tiempo en contártelo...


-PUES AGRADECE QUE ME LO HAYA CONTADO A MÍ -suspira, parece que se calma un poco-. Shiro... eres imbécil... ¿sabes lo mal que lo ha pasado durante todos estos meses? ¿eh? Ha estado todos estos meses buscándote.


-¿Qué?


-Tu hermano se fue de la lengua una vez que se encontró con ella, al parecer. Y desde entonces se ha tirado meses buscándote, obsesionada. Carlos la ha dejado porque cree que tenía un lío contigo... ¿PERO POR QUÉ TE ESTOY DANDO EXPLICACIONES? VE TRAS ELLA PEDAZO DE MIERDA O JURO QUE TE PARTIRÉ LAS PIERNAS. EXPLÍCATE BIEN PORQUE YO TAMBIÉN ME ENTERARÉ Y COMO LA MIENTAS OTRA VEZ TE MATO. ¿¡ME OYES!?


Cuelga de golpe. Pero sus gritos me dan algo de luz. Bendita sea en su basteza y simpleza directa. Me pongo un pantalón a todo correr y las zapatillas de correr. Salgo como un rayo de casa y me paro en la entrada del edificio. No ha podido ir muy lejos. Decido ir en dirección a la estación de autobuses. Puede que haya huido en esa dirección. Corro como un poseso mientras miro a todos lados por si la veo. Llego hasta la estación pero no está allí. Vuelvo sobre mis pasos. Empieza a dolerme el costado por el esfuerzo. Maldito flato... Corro hasta mi casa y voy en dirección contraria. Empieza a avanzar la tarde y mitiga el calor un poco. Llego hasta el parque donde suelo litrar con mis compañeros, y nuevos amigos, y la veo. Está sentada en un banco. Veo que tiene una botella de agua en la mano y me doy cuenta de que no lleva equipaje alguno. La miro con detenimiento. Lleva la camiseta roja que le regalé en su último cumpleaños, una camiseta sencilla con el Anillo Único en el centro y una frase a su alrededor: "Lo único se siente solitario siempre". Sus uñas pintadas de negro y las muñequeras de one piece y de cuadros. Y sus clásicos vaqueros negros... Joder es que encima tenía que venir preciosa... Saco el pañuelo que me he acostumbrado a llevar y se lo ofrezco


-Tienes el maquillaje...


-Ya lo se... -me corta. Su voz suena seca y distante, pero coge el pañuelo-. ¿Qué quieres?


-¿Si me dejas que te invite a tomar algo, dejarías que me explique?


Asiente, intentando mostrar indiferencia. Pero su estomago la traiciona haciendo ruidos propios de alguien que no ha comido nada desde hace horas. Soy incapaz de contener la risa y exploto en carcajadas. Probablemente me parta la cara de nuevo, pero me da igual. Ha sido algo tan fortuitamente absurdo que no puedo evitar reírme. Pero me pilla con la guardia baja cuando ella también empieza a reír. Durante unos instantes nuestras miradas conectan y creo discernir las misma sensación de mio y dudas que hay en mí. Su gesto vuelve a ser serio y desvío la mirada.


-Más te vale que el sitio al que me lleves sea bueno... -dice con un deje de enfado en su voz.


-Pensaba llevarte al local donde trabajo ocasionalmente para sacar algo de dinero...


-Pues espero que sea de calidad.


Acto seguido se agarra a mi brazo y tira de mi para que empiece a andar. Me sonrojo sin poder evitarlo y desvío la mirada de ella, al mismo tiempo que con la mano libre uso mi flequillo para tapar mis ojos. La llevo al local tranquilamente. Apenas está a diez minutos andando pero se hacen eternos. No hablamos en todo el trayecto. Joder, odio los silencios incómodos. Llegamos por fin. El local es un pequeño café-teatro con un diminuto escenario. Nada más entrar el dueño, que está en la barra como de costumbre, me saluda y me pregunta a ver si voy a actuar esta semana. Maider me mira con gesto raro. Antes de poder contestar el dueño se da cuenta de la presencia de Maider y guiñándome un ojo me dice que me siente que ahora nos atiende.


-Pensaba que trabajabas aquí... no que fueras una estrella -dice Maider tras sentarse. Noto un ligero tono de burla en su voz.


-Solo a veces... vengo con un amigo y hacemos algo...


-Seguramente alguna escena de comedia...


Llega el jefe y nos pregunta que queremos. Pido una cola y un vegetal para ella, no se me ha olvidado que le encantan esos sandwiches. Para mí pido un té verde. En cuanto se marcha, Maider me mira con una de sus miradas asesinas típicas pero no dice nada. Le aguanto la mirada hasta que llega la comanda. Empiezo a beber mi té a pequeños sorbos mientras Maider devora el escueto triángulo de pan. No sé como empezar a contarle todo. Empieza a sonar el rasgueo de una guitarra y veo, por encima de la cabeza de Maider que mi amigo Manuel está en el escenario tocando. Sonrío al escuchar el punteo que está tocando. Bajo la mirada y me encuentro a Maider tecleando en su móvil. Intento llamar su atención para hablar con ella pero pasa de mí. Está claro que está enfadada y que como no he empezado ya a hablar ha decidido ponerme las cosas difíciles.


-Maider...


-Ahora no Shiro, Ana me ha mandado un vídeo buenísimo -me dice rápidamente.


Sé que es mentira. Está hablando con Ana, pero poniéndome a parir. Suspiro profundamente. Y alargo la mano para bajarle el móvil. Ya estoy harto, es hora de jugármelo todo a una carta...

Amor en sus dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora