6 meses después...
-Sí Manu, tranquilo. Tengo el manos libres activado así que no hay problema con que hablemos.
-Bien, bien. No quiero que te detengan y te multen por hablar con un capullo como yo -ríe, alegre-. Pues cuando vuelvas espero que lo hagas con Maider de la mano. Que hace montón que no la vemos.
-Ya lo sé, desde que tuvimos esa discusión y por los exámenes de ambos no hemos podido vernos. -giro a la izquierda en un cruce y veo mi objetivo-. Oye, tengo que colgar. Ya he llegado y espero darle una sorpresa.
-Vale tío. Hablamos...
Cuelgo. Joder ya ha pasado año y medio desde que me fui. No pensaba que fuera a resultarme tan extraño el paisaje después de tan "poco" tiempo. Ante mí está el bloque de apartamentos donde Mikan vive con sus padres. Unas luces blancas hacen que frene. Joder, que suerte tengo. Aparcar en la puñetera puerta y sin dar vueltas por la zona para ello. Un par de maniobras y mi viejo Ford se detiene. Salgo y cierro. Es pequeño, azul y con demasiados arañazos pero cumple con su función. Mi fiel carruaje. Me río por la tontería que se me ha ocurrido. Llamo al timbre y me contesta la madre de Mikan. Apenas reconoce mi voz, pero me dice que Mikan ha salido a la calle. Que alguien ya ha venido a buscarla. Que hace unos veinte minutos de eso.
Me quedo algo sorprendido. Aunque es normal. Sólo a mí se me ocurre venir sin avisar y creer que todo va a salir como en una película. En fin. Me dirijo al coche, que están en la otra acera. Me meto dentro y me dedico a hablar por whatsapp con Bokuto. Parece que ha encontrado un nuevo pasatiempo que es molestar a Hugo. Me manda fotos de Hugo dormido y con la cara completamente pintarrajeada. El cabreo de nuestro bajista al despertar va a ser tremendo. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre irse a un vivir con Bokuto? Pongo la radio y los minutos van pasando. Empiezo a mirar el móvil, impaciente. Miro la hora y han pasado cuarenta minutos ya. Le mando un mensaje a Ana, pero no responde. Ni si quiera lo ha leído diez minutos después, cuando miro a ver si hay respuesta. Empiezo a preocuparme. El resto de los del viejo grupo andan todavía de exámenes, así que dudo que haya quedado con alguno de ellos.
Ya ha pasado hora y media cuando la veo aparecer por la esquina de la calle en el retrovisor. Está guapísima. La he echado tanto de menos estos meses. Pero, cuando voy a abrir la puerta para salir, reparo en que va acompañada. Un momento, ¿es Carlos? ¿Qué hace él con Mikan después de tanto tiempo? Van hablando y Mikan se ríe. Estoy petrificado. ¿Qué está pasando? Llegan a la altura del portal y ya no necesito mirar por el retrovisor. Giro la cabeza y siento cómo mi corazón estalla en mil pedazos y un agujero se forma en mi estómago. El calor abandona mi cuerpo. Carlos la está besando.
Aparto la mirada, ato el cinturón del coche a toda prisa y arranco. El coche ruge y salgo disparado. Por el rabillo del ojo he podido ver una fugaz mirada de Mikan y cómo su cara se ponía pálida a cada milésima de segundo. Por encima del ruido del motor la oigo gritar mi nombre. No paro. No miro atrás. Activo la función de voz del manos libres y llamo a Daichi.
-¿Moshi, moshi?
-Daichi, ¿tienes aún el número de ese tipo? Ya sabes, el amigo de tu padre... -mi voz sale quebrada de mi garganta.
-S-sí, aún lo tengo. Pero, no ibas a visitar a Mikan.
-Eso ya no importa -me quito la primera del torrente de lágrimas que brotan de mis ojos-. Dile que aceptamos. Retiro mis objeciones.
-¿Estás seguro?
-Hazlo. No queda ya nada aquí para mí.
Cuelgo. Entra otra llamada. Miro de reojo. Es Mikan. Silencio el teléfono. Como le he dicho a Daichi, no queda ya nada aquí para mí. Nada...
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Amor en sus dos caras
RomanceEn toda historia hay dos partes, más en las de amor. Sin saber qué piensa el otro dos jóvenes viviran su propia historia... y el final aún está por escribirse...