Capítulo 11

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Capítulo 11

Rubí

Dominus salió corriendo a llamar a la doctora, quizá quiero no pensar mucho en lo que había pasado... Porque de ello no iba a hablar nunca más. Las palabras de la doctora eran como un disco rayado en mi mente.

"—Usted ha sufrido un aborto espontaneo..."

Quizá esto debía pasar, o quizá no, Jade se había ido y no había tenido ni oportunidad de sentir sus patadas, de tenerla en mis brazos, de abrazarla...

Todo lo malo está destinado a mí, me odio por ello, la doctora había dicho las causas del aborto, pero apenas la oí, solo escuchaba lo mismo una y otra vez:

"—Usted ha sufrido un aborto espontaneo..."

Nada, no podía hacer nada, ni vivir. La puta vida me clavaba cuchillos en la espalda y eso me detenía a mil kilómetros luz de lo que en verdad quería: vivir.

Dominus no había dicho nada, solo estaba allí, abrazándome mientras lloraba. Hizo lo mismo ayer, lo hizo hoy, y mañana, el día siguiente a mañana... Una semana, dos... Me estaba destruyendo a mi misma, poco a poco, quizá mi destino no era vivir, solo sufrir, quizá debí ser atrapada y morir, porque esto no es vivir, esto es una puta cárcel, una puta tortura en la que solo avanzo para dar circulos y caer, caer al fondo. Quizá debería morir, porque no tenía ganas de nada... excepto de no existir.

Dominus.

Rubí no estaba bien.

Ya había pasado un mes desde que perdió a Jade, desde que perdió a Arthur. Pero no era lo único que había perdido, se perdió a ella misma, iba a ser muy difícil volver a encontrarla.

Vivíamos en una cabaña alejada del pueblo de Blackside, estábamos en la zona de los campos, totalmente vacía. Rubí... O bueno Esmeralda estaba todas las mañanas sentada en el tejado de la casa mirando a la nada. Me dolía mucho verla así.

En mi caso yo también estaba algo mal, con Diana... no la había pasado nada bien, me mantuvieron en una habitación por días, sin comida, ni agua, a veces aún sentía como si estuviera allí. Luego comenzaron a entrar y golpearme solo por diversión... Que asco me daban esas personas.

Subo las escaleras de la cabaña y abro la ventana para subir al techo, me siento al lado de Rubí. Era primavera, esos días que el sol hacía presencia en el cielo pero no daba suficiente calor como para matarte.

—Bella... ¿no quieres salir hoy?

—No, estoy bien.

Siempre me contestaba con lo mismo, pero esta vez ya estaba cansado, debía superar esto de una vez, no podía seguir viéndola sufrir.

—Rubí...

Ella al oír su nombre se gira a verme.

—No me sueles llamar Rubí, ¿qué pasa? —dice ya algo preocupada.

—Que vamos a salir.

—¿Eh? Te dije que no Dom...

—Pero yo soy mucho mayor así que me obedeces.

—Pero-

—Sin peros.

—No saldré contigo Dominus. —espeta con un poco más de determinación.

—¿Por qué?

—Porque sé que tienes contacto con Arthur.

Me quedo petrificado en mi lugar.

Eso no era mentira, Arthur y yo solo hablábamos para saber si estábamos bien, pero de eso no pasaba.

—Bella...

Sed de sangre [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora