-Despierta, príncipe.
Winter apenas logró despejar su cabeza de la somnolencia antes de ser levantado a la fuerza por el pirata, quién lo arrastró hasta la única ventana del camarote sin decir ni una sola palabra. Obligó al pequeño príncipe a mirar por la ventana, mostrándole un pedazo tierra a la distancia que solo parecía una molestia en sus ojos desde tal distancia.
Cuando Winter empezó a descifrar el paisaje, la voz del pirata deshizo todas sus conjeturas.
-Es Ignis Jaigh. La tierra del fuego.
Winter miró al capitán sin entender, perturbado por la sonrisa maliciosa que veía crecer en los labios del cruel pirata.
-Vamos a pasar por ahí en unas horas. Prepárate, no es un lugar muy agradable para niños bonitos como tú.
Winter se preguntó a qué se refería el pirata.
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El pirata fue muy honesto al decir que Ignis Jaigh no era un lugar muy agradable. Hacía calor, estaba abarrotado de gente y parecía que los únicos negocios allí eran los ilegales. Tabernas, clínicas clandestinas, burdeles y casas de trabajo forzado se expandían a lo largo de las calles mientras el pequeño grupo de piratas avanzaba.
Winter no estaba muy seguro de por qué había sido enviado con el grupo de piratas a comprar provisiones para el barco, pero se lamentó de aquella decisión tan pronto como pisó la tierra del fuego. Él era un Invernali, nacido de la nieve, por lo que su cuerpo no podía resistir más de un día en las calientes tierras de fuego. Moriría después de un amanecer, estaba convencido de ello. A su calor no ayudaba que Adrian le hubiera puesto tantas capas de ropa como podía, con el único objetivo de esconder su atrayente figura de los ojos curiosos. Para protegerse a sí mismo, debía sudar y sonrojarse por el calor de Ignis Jaigh.
Adrian lideraba el grupo con su usual actitud dominante que alejaba a todos de su camino. Las mujeres chillaban al verlo, e incluso algunos hombre de aspecto delicado se sonrojaban cuando Adrian miraba en su dirección.
El capitán llevaba una cuerda en la mano que nadie podía ver, ya que era de un tono y contextura que fácilmente se mezclaba con la tela de su ropa. La cuerda se unía a una especial de látigo de cuero que terminaba enganchado en el collar alrededor del cuello de Winter. Aunque humillante, el príncipe pensaba que la correa era para mantenerlo cerca y que no fuera raptado por alguno de los criminales en la calle. Creía que el capitán sentía cierto afecto hacia él, o al menos el suficiente para querer conservarlo en lugar de dárselo a alguien más. Winter en realidad no comprendía del todo, pero su mente se expandía con todo el tiempo que pasaba junto a los piratas. Aprendía mucho al no estar protegido por su familia.
A pesar de que Winter estaba cubierto, era inevitable que atrayera miradas cada vez que su capucha caía un poco, revelando una piel y cabello blanco que se consideraba exótico en tierras tan cálidas como aquella. Cualquier madamme haría lo que fuera por tener a un muchacho de ese aspecto trabajando en su burdel, estuviera dispuesto o no. Él era tan inocente como para no notar las miradas hambrientas y ambiciosas que crecían en la gente al ver sus facciones bellas, pero el resto del grupo no. Ellos veían con claridad la lujuria en hombres y mujeres, toda por ese ingenuo chico que ni siquiera era consciente de su belleza.
Más que distraído, Winter estaba curioso por la tierra de fuego. Era lo opuesto a Invernovale, y le era difícil resistirse a la tentación de analizar todo. Varias veces Adrian jaló con fuerza de la correa en su cuello para que avanzara, luego de que Winter se quedara parado en medio de la calle mirando hacia algún puesto deambulante. En Ignis Jaigh, ésta época marcaba el inicio de La temporada de apareamiento, durante la cual se reproducían tanto como querían. Sus hermanos una vez le hablaron sobre ello, mas Winter se avergonzó cuando empezaron a explicarle cómo funcionaba aquello. Solo llegó a escuchar sobre los besos antes de huir, dejando a sus hermanos riéndose a carcajadas.
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Dulce Principe.
FantasyEl Príncipe de Invernovale era protagonista de muchas leyendas, canciones y poemas en los que se describía su belleza e inocencia. Cabello blanco como la nieve y voz tan suave como la brisa matinal, Winter es, por mucho, la criatura más hermosa en l...