Winter intentó ignorar el reciente descubrimiento sobre el pirata. Si antes se había acostumbrado a su peligrosa presencia, nada tenía que cambiar ahora que conocía la magnitud del poder que poseía Adrian. Su mente aún tenía problemas para procesar que Adrian, el capitán pirata que lo mantenía cautivo, era un Oscurei. Su hermano le habría dicho que huyera, que se alejara tanto como sus piernas se lo permitieran antes de que las sombras de ese hombre lo alcanzaran. Pero Winter no era su hermano, y no podía huir por más que quisiera hacerlo.
Toda la tripulación parecía acostumbrada a la manipulación de sombras que el capitán había demostrado mientras salían de Ignis Jaigh apurados. Ninguno demostró la misma sorpresa que Winter, pero sí le deucarin varias miradas que él supo interpretar como advertencias secretas. Supuso que le advertían para que no mencionara nada sobre aquel incidente frente a Adrian. El capitán lucía muy enojado para cuando llegaron al barco, y Winter pudo ver brevemente cómo se frotaba las muñecas dónde aún habían ligeras líneas oscuras. No estaba seguro, pero Winter empezaba a creer que usar las sombras dolía. Solo que Adrian nunca admitiría eso.
Después de todo ese desastre, Winter fue una vez más confinado a la habitación del capitán. Adrian fue brusco. Lo empujó, jaló y rasgó su ropa mientras lo adentraba en la recámara. No flaqueó a pesar de las lágrimas en los ojos de Winter; lo trató de un modo cruel hasta que estuvo satisfecho y salió de la habitación. Winter, sin nada más que hacer, esperó pacientemente a que el pirata regresara como siempre hacía.
Winter se acostumbraba a su situación bastante rápido, aunque le costaba un poco no temblar de miedo cada vez que escuchaba los pasos del capitán acercándose a la habitación.
El cansancio se apoderó de su mente luego de un rato, sus plateados ojos cerrándose a medida que los segundos pasaban. Cabeceó un poco antes de caer dormido en el suelo, con la cabeza apoyada sobre la cama del pirata. Cuando dormía, sus facciones eran aún más delicadas y atrayentes de lo usual. Cualquier persona que lo viera en ese estado se derrumbaría ante su belleza, tan perfecta e impecable que se metía en sus cabezas de manera inmediata. La hermosura de Winter era más peligrosa que cualquier arma, pero su inocencia le impedía utilizarla a su favor.
Despertó a medianoche, debido a unas caricias en su cuello que le causaron cosquillas. Soltó un quejido bajo, estirando sus músculos por instinto antes de paralizarse al oler el ron. Reconocía ese aroma gracias a los piratas, pero no le gustaba. Hacía que su estómago se sintiera raro.
—Príncipe.
Era Adrian. Su voz tenía un ligero arrastre.
—Mi lindo príncipe— susurró el capitán, dejando una línea de aliento cálido en el cuello del príncipe.
Winter no sabía cómo referirse a él. Siempre hablaba cuando el pirata le decía o preguntaba algo, pero Winter no tenía idea de cómo hablarle a Adrian sin que éste iniciara la conversación.
—Winter.
El príncipe apenas reaccionó cuando Adrian le agarró la barbilla, haciendo que sus ojos se encontraran fijamente. Winter sintió miedo, el cual se desvaneció tan pronto como vio el rostro de Adrian. Tenía los ojos enrojecidos, y una marca de tonalidad púrpura en su pómulo izquierdo. Winter actuó por reflejo, poniendo su mano en el moretón de Adrian. Retiró la mano al instante, temeroso.
El capitán no dijo nada. Soltó el rostro de Winter luego de unos segundos, mirando hacia el exterior a través de la ventana. Parecía pensativo. Entonces, tan repentino como había llegado, se levantó y tomó el brazo de Winter.
Con rudeza, Winter fue empujado sobre la cama.
Adrian se puso sobre él casi de inmediato, cubriendo el cuerpo de Winter con la sombra del suyo. Tardó solo dos segundos en mostrar su inconformidad y levantarse, jalando a Winter con él. Gruñendo y murmurando en un idioma extraño, Adrian terminó haciendo que Winter se sentara al borde de la cama. Ahí sus ojos se encontraron de nuevo, Winter apartando los suyos en un breve instante.
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Dulce Principe.
FantasyEl Príncipe de Invernovale era protagonista de muchas leyendas, canciones y poemas en los que se describía su belleza e inocencia. Cabello blanco como la nieve y voz tan suave como la brisa matinal, Winter es, por mucho, la criatura más hermosa en l...