— Yo también quiero saber — dijo el emperador, mirando con curiosidad a aquella chica.
Yuwen Qing suspiro resignada, tubo que hacer un gran esfuerzo para no poner en blanco los ojos y salir de ahí. Si fuera cualquier otra persona lo hubiera hecho pero se trataba del emperador la persona más importante del estado, no quería ganarse un enemigo.
— si su majestad — asintió y suspiro — hace cinco años Xiao Chen me encontró en una montaña, el dijo que estaba media muerta y que era un verdadero milagro que aún respirara, me llevo con sigo y me cuido hasta que me cure por completo.
— y si ya estabas fuera de peligro ¿Por qué te quedastes? — pregunta Hua Yang comandante de la frontera del esté.
— perdí la memoria, no lograba recordar nada, mi nombre, mi edad, mi familia ni siquiera recuerdo que hacía en esas montaña. — Yuwen Qing explicaba mientras todos la miraban, sus palabras parecían sinceras. — no tenía a dónde ir, por eso, pedí quedarme.
— general Xiao Chen — llamo Gong Zí — ¿Cómo permitiste una frágil mujer formara parte del ejercicio? — pregunto burlándose.
Xiao Chen se molestó por ese comentario pero no le daría el gusto de verlo enojado, en cambio río junto a el y se limpio una lágrima imaginaria — que buen chiste, ¿Frágil? No, no para nada, nuestra gran comandante Yuwen Qing es una guerrera temida por todo Méngdàná y fuera de el. — dijo orgulloso — la idea era cuidarla y después llevarla de regreso a su ahogar pero al ver qué no recordaba nada le permití quedarse como cocinera, y dejarla quedarse fue la mejor decisión de mi vida.
— ¿Por qué fue la mejor decisión de su vida? — pregunto Shang Fei.
— todos sabemos que Qiang era el peor ejército de todos, pero gracias a WenQing hemos logrado mejorar un poco. Empezamos por cosechar y vender, hasta tener las suficiente ganancias para poder pagarle más a nuestros hombres, cosa que nos funciono muy bien, tanto que vienen reclutas nuevos cada día. Y fue idea de WenQing que las mujeres también fueran entrenadas, se sorprendería con lo valientes que son. — Xiao Chen sonreía mientras hablaba de esos recuerdos. — era lógico que con toda su ayuda Wen Qing se convirtiera en nuestro comandante.
Lu Fang tomo otra copa de licor y se acercó a Yuwen Qing y Xiao Chen y ofreció un brindis — sin duda alguna Qiang es un verdadero fénix.
Xiao Chen sonrió y bebió el licor al igual que Yuwen Qing.
Después de un rato el emperador se retiró y los demás también.
— dijo que perdió la memoria.
— Tendremos que estar atentos a sus movimientos — dijo Hu Chen haciendo que Xiao Qi se preocupara.
— ¡¿Entonces es peligrosa?! — susurro asustado.
— Es comandante de Lésé, claro que es peligrosa — paró en seco y miró la luna — pero es muy diferente a cuando la conocí.
— ¿En qué es diferente?.
— la Huazēi Xiang que conocí era llena de vida y este Yuwen Qing ni siquiera tiene ese brillo en los ojos, parece totalmente otra persona. — suspira y aparta su vista de la luna — no sé si nos recuerda o no, pero si es peligrosa no dudaré, esta vez la matare con mis manos.
•
Xiao Chen y Yuwen Qing bebían licor caliente en el jardín de su señorío.
Apesar de ser verano el frío de la noche era sofocante, tanto que al hablar salía humo cálido de sus bocas.— ¿Ese era Hu Chen? — preguntó Xiao Chen que miraba atento a cada movimiento de su acompañante.
— si — dijo Yuwen Qing apenas en un susurro.
— ¿Por qué simplemente no lo matamos y ya? — se llevó la botella de licor y la bebió si apartar la vista de ella.
— ¿Y dejar que la gente lo recuerde como el héroe de Méngdàná, que murió asesinado injustamente? — pregunto mirando a la nada — ni muerta, quiero que todos sepan lo que es, que todos vean sus verdaderos colores y conozcan a su héroe. — su voz amenazaba con romperse en cualquier momento.
Yuwen Qing no llevaba puesta su máscara, su rostro estaba visible para Xiao Chen. Que la miro, recordando cada detalle de el.
De la chica que había salvado hace cinco años, de la chica que se arrastró ante el y se arrodilló, suplicando su ayuda; de la chica que se convirtió en su mano derecha, en su familia y en la persona más importante en su vida, por lo cual estaría dispuesto a sacrificar su vida por su felicidad.
Habían pasado varios años desde la última vez que había visto su rostro y el pensaba que estaría feliz pero para nada lo estaba.
Su máscara ocultaba lo que veía en ese momento.
Los labios de Yuwen Qing temblaban y no por el frío, temblaban por la impotencia, por el dolor de ver a esa persona, por el dolor de esos recuerdos.
Su rostro estaba más pálido de lo normal y sus ojos estaba rojos pero no habían lágrimas.
Y su cuerpo se movía por la ansiedad.
Xiao Chen deseaba poder hacer feliz a Yuwen Qing, que olvidará todo y empezara de nuevo y viviera su propia vida pero ese deseo era demasiado, y el lo sabía. La única razón por la cual Yuwen Qing seguía con vida era su venganza, y recuperar el honor de su familia. Si con eso ella podía ser feliz Xiao Chen estaba dispuesto a ser su mano amiga.
Yuwen Qing miro la luna y recordó el día que conocío al causante de su desgracia. Pensando que quizás si se hubiera quedado callado su familia estaría viva.
Era hija del ministro más importante del estado, el cual era amigo de la emperatriz viuda, ¿Que importaba que no fuera pura? Sería una bendición poder estar casada con ella, nadie se atrevería hacer un escándalo por eso.
Ante aquella teoría, Yuwen Qing sintió como si se ahogara en un mar profundo, inmovilizada, que sin importar cuánto tratara de nadar a la superficie, inevitablemente terminaba por hundirse y quedarse sin aire.
Suspiro temblorosa y tenso la mandíbula, tomo con fuerza la botella de licor y miró con los ojos cristalinos la luna.
Xiao Chen estiró la mano con intención de ponerla en su hombro y darle un poco de apoyo, al igual que cuando Huazēi Xiang tenía pesadillas y ataques en medio de la noche. La abrazaba y le decía que todo está bien.
— incluso si me cuesta la vida… — escupió con odio, haciendo que Xiao Chen se retractara de tomar su hombro — lo arrastrare conmigo al infierno.
Xiao Chen bajo la miraba y su rostro se llevó de tristeza. — ya es tarde, debemos dormir.
— me quedaré aquí un rato más — contesto mirando aún la luna.
Xiao Chen se acercó a ella y acaricio su cabeza con cuidado — no te quedes muy tarde, la noche es muy fría, no quiero que te enfermes.
Yuwen Qing simplemente asintió.
Mientras tomaba licor caliente y trataba con todos sus fuerzas de no llorar, recordaba todo lo vivido desde ese evento.Sentía una gran soledad, sin familia, sin amigos, sin ganas de vivir. Solamente tenía el deseo hirviente de venganza.
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Demonio de guerra,la historia de la comandante Yu WenQing
Historical Fiction¿"Cual deseo es realmente más importante"?. ¿El amor que duele al punto de no poder respirar? o ¿El deseo de venganza que hierve en la sangre?. Huazēi Xiang vivía una vida feliz hasta que conoció a Hu Cheng el general más importante de su estado. Hu...