Kʀɪsᴛɪāɴs ʏ Dᴇɴɪs.

Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ Cɪɴᴄᴏ.

He vivido por muchos años y he pasado por diversas situaciones, ya sea con Amaris o con alguien de mi pequeña familia.

Siempre supe sobrellevar los acontecimientos con calma, buscando alguna solución que me permita salir vivo de ello.
Sin embargo, esta situación está por encima de mí y al ver a mi compañero, que está a mi lado tratando de ocultarse, sé que pensamos lo mismo.

¿Qué debemos hacer?

—Quiero ir a mi casa. ¿Dónde está mi mamá?

Oliver se aburrió de armar castillos en la arena y nos pidió volver a casa, pero no especificó que casa, por lo que los llevamos a la de Kristiāns.

—Oliver, Ethan dijo que tu papá está enfermo, por eso no puedes ir con ellos.— trato de explicar.

El niño me observa con sus fríos ojos negros, su semblante serio no permite ninguna mentira.
¿Por qué no sacó la mirada dulce de Ethan?

—Kristiāns.— susurro, buscando ayuda, pero él se gira y se marcha hacia la habitación.

—Yo cuido a la bonita y calmada bebé, tú ocúpate del niño.— saluda con su mano y entra al cuarto.

Levanto el puño y lo aprieto. Juro que voy a golpearlo más tarde.

—Denis, si papá está enfermo, quiero ir con él.

Vuelvo mi mirada al pequeño niño, su rostro sin expresión había desaparecido y ahora forma un tierno puchero con sus labios.

Recuerdo que Ethan me dió una lista con las comidas que puede comer Oliver, como se prepara el biberón de la bebé y las posibles soluciones a sus llantos.

Pero, nada de eso servía ahora.

—Okey, okey... No llores.— me agacho y agarro sus hombros.
—Oliver, sólo serán unas horas y después podrás volver con ellos. No te pongas triste, estás conmigo y te cuidare, iremos a donde quieras. ¿Qué tal si eliges algún lugar que quieras ir?

Al escuchar lo último, Oliver abre grande sus ojitos.
—¿De verdad?

Asiento, emocionado por lograr calmar a Oliver.

—¿Seguro?

Vuelvo a asentir, aún con mi sonrisa.

—¿Mamá lo sabrá?— con esa pregunta, mi rostro se congela.

¿Qué tiene planeado este niño?

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