Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ Sɪᴇᴛᴇ.

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—¡Kristiāns! ¡¿Por qué dejaste caer el paraguas?!

El Omega respira con dificultad mientras corre junto al moreno.

—Sólo vamos más rápido.

En medio de su beso, la lluvia aumentó sin previo aviso y ambos se empaparon en un segundo. Kristiāns sabe perfectamente quien es el culpable de aquella situación y lo maldice internamente.

—¡Ahhh..!— Denis resbala y cae al suelo llevándose a Kristiāns con él, quien no tarda en soltar una carcajada.
—¡Kristiāns, no te rías...! Se supone que debes atraparme.— sus ojos se llenan de lágrimas y frota su trasero con gesto adolorido.
—¿Por qué corremos? Podemos ir directamente a tu casa, pero tú no quieres. Me haces correr y yo no quiero, ¿sabés cuántas veces he corrido en mi vida? Nunca, nadar es mi especialización, no usar mis piernas débiles.

El Alfa calla a su acompañante con suave beso.

—Perdóname, muñequito. No me reía de ti.— sigue dando cortos besos por su mejilla y baja a su cuello, pasa la punta de su nariz por la pálida piel.
—Bonito...— susurra muy bajito.

—¿Muñequito?— siente sus mejillas arder, no sólo por el apodo, si no también al sentir como el cuerpo más grande lo presiona contra el suelo.

El cuerpo del Alfa es cálido, lo que provoca que su cuerpo aumente de temperatura también.

Kristiāns lo rodea con un brazo y desaparecen de allí.
El aire cálido golpea la cara de Denis de golpe, aumentando su calor.

—¿No te gusta?— pregunta refiriéndose al apodo. Levanta una ceja y sonríe ligeramente.
Lo carga sobre sus hombros, impidiendo que Denis responda.

Camina con tranquilidad, ignorando los pedidos del Omega. Llega al baño y sin bajarlo, comienza a abrir la llave de la ducha.

—¿Qué haces, Kristiāns?
Bájame.— golpea la espalda del Alfa al sentir como la sangre se acumula en su cabeza.
El moreno lo deja sobre el piso y comienza a desvestirlo.
—¿Eh? Alto ahí.— Denis sostiene su pantalón con fuerza. El Alfa ya le había quitado lo de la parte superior.

Kristiāns lo observa unos segundos y se agacha, toma la pierna del Omega y la levanta levemente, quitándole la zapatilla junto con el calcetín.

—¿Qué haces?— pregunta de nuevo al ver como quita la otra zapatilla.

—Hace frío, nos daremos un baño caliente.— dice mirándolo desde abajo.

—Puedo hacerlo solo.— el Omega coloca ambas manos en los hombros del moreno y lo mira extrañado.

—Quiero ayudarte, déjame hacerlo.

—Pero...

—Denis, tu aroma me está mareando...— sus manos se dirigen a la cadera del rubio y baja con lentitud su pantalón.
—Comenzó a hacerse más fuerte en cuanto me besaste, ¿no lo notaste? Estás entrando en celo de nuevo, déjame ayudarte.

Termina de sacar el pantalón y se levanta, llevando sus manos de nuevo a la cadera del rubio.
Denis se encuentra sorprendido, iba a responder, pero su mente se nubla de golpe, dejándolo incapaz de razonar correctamente.

—Es... Estás haciendo trampa. No uses tu aroma.

—¿No te gusta?— susurra en su oído. Muerde cerca de allí y Denis da un pequeño saltito por la sorpresa.
—Vamos, Denis, dime.— lame la marca y besa su cuello.

—Me... Me gusta.— se aferra al cuello del Alfa y eleva su cuerpo con las puntas de los pies.
Quería al Alfa, deseaba desde hace mucho sentir su calor, pero no estaba tranquilo.
—Kristiāns, no quiero que lo hagas sólo porque estás cegado por el celo.

Kʀɪsᴛɪāɴs ʏ Dᴇɴɪs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora