Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ Cᴜᴀᴛʀᴏ.

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—¿Denis? ¿Estás bien?— Ethan golpea la puerta y espera por una respuesta. Al no recibirla, voltea y se aleja de allí.

Llega a su habitación y se coloca detrás de Dievs, quien está arrodillado a un lado del nido jugando con la pequeña bebé.

—¿Sabes que sucedió?

—Kristiāns llevó a Denis al lugar donde Amaris le juró amor eterno.— sostiene la mano del pelinegro para que incline su cuerpo hacia él.

—¡¿Qué?!— Ethan abre grande sus ojos y cubre su boca con la mano libre.
—¿De verdad?

—Si, precioso. Ambos arruinaron el primer día de cortejo.— besa la mano más pequeña y se levanta, quedando frente al Omega.

—¿No dijiste que habías ayudado a Kristiāns?— apoya las manos en los hombros del mayor y se para de puntitas, besa sus labios y luego su mejilla.

—Le dije varios lugares y eligió ese, no fue mi culpa.— levanta sus manos y sonríe al ver la mirada acusadora de su pareja.
Dievs lo había hecho a propósito.
—Denis no estaba presente.— dice, refiriéndose a su promesa.

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Denis salta de un lado a otro mientras tararea una canción, sus ojos se encuentran cerrados y no nota la otra presencia a su alrededor.

—Les está yendo muy bien, eso es bueno.— susurra el pelinegro desde la puerta de la habitación.
Sonríe y se aleja, dándole espacio al rubio para que siguiera bailando.

Siete días pasaron desde la primera rosa y del incidente. El Alfa no se rindió e hizo todo lo posible por demostrarle sus sentimientos.
Cada día le entregó una rosa blanca y un beso en la mejilla, dejando al Omega más que endulzado por la ternura de sus actos.

Los dos olvidaron por completo aquel día, donde casi cortan el cortejo.

Denis no tenía idea de como iría el cortejo del moreno a partir de ahora, por lo que se encontraba curioso y animado por las sorpresas.
Ese día en particular, no había recibido una rosa y faltaba poco para la media noche.

—Debo irme.— murmura y acomoda un poco su cabello. El moreno lo había citado en un lugar que ni él sabía que existía, a pesar de ya haber recorrido todo.

El rubio desaparece de la casa y llega a un hermoso lago, las estrellas se reflejan en él junto a varios pétalos blancos.

—Que hermoso...— Denis se acerca a la orilla y se inclina, dispuesto a tomar uno de los pétalos.

Kʀɪsᴛɪāɴs ʏ Dᴇɴɪs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora