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¿Qué es lo que le pasa a Myoui Sharon Mina? ¿Cree que puede andarse por ahí, acostándose con ella, siendo perfecta, declarándose, y ahora besándola sin pretender que le afecte en nada?
Oh Dios, Mina y ella nunca se habían besado, ni siquiera antes, éste es el primer beso de Nayeon con una chica, su primer beso con Mina, su primer beso de verdad, y encima es el mejor de todos aunque jamás dio uno ¡Qué barbaridad!
No sabe exactamente cómo se supone que las cosas marchen después de esto, no sabe qué se supone que serán Mina y ella, no sabe nada, absolutamente nada, excepto que aquello le sigue gustando demasiado, tal como la primera vez.
No estaba segura de si fue por sus nervios, pero Mina se separó de ella, cortando el beso, que había sido tranquilo, nada parecido a algo que haya hecho antes, incluso no le parecía que haya venido de la azabache. Pero lo era, era de Sharon, y eso es increíble.
— Todo hubiera sido más sencillo si lo hubieras dicho Pengu... —No sabía qué decir, ahora mismo Nayeon estaba sintiendo mucha vergüenza, pero no se siente mal, no se siente como hace un momento cuando estaba tan atrapada en sus ideas. Pero... Es que esto es tan nuevo para ella, tan genial. Debe de dejar de enredarse tanto en sus pensamientos si quiere seguir sintiéndose de esta manera.
Mina entrecerró sus ojos y sonrió levemente ante sus palabras.
— Nada es sencillo contigo, Im. Lo digo con seis años de experiencia respaldándome.
— ¡Pues sí! Pero esto es... —Mina la interrumpió juntando de nueva cuenta sus labios. El nuevo beso era diferente, dejando de lado toda la calma del anterior. Nayeon aferró sus manos a sus hombros cuando sentió de imprevisto la lengua de Sharon tocando su labio. Giró el rostro cortando el beso que no quería ceder—. ¡No me interrumpas cuando hablo, Myoui!
— Ibas a empezar a gritar... —Mina recargó las palmas de su mano sobre la pared, dejándole ahora acorralada entre ésta y su cuerpo—. Y te ves mejor calladita.
— Te estás pasando, sé más respetuosa conmigo idiota —Mina rió en su cuello, ni siquiera supo en qué momento había metido su rostro ahí, pero las exhalaciones que comenzó a dibujar sobre su piel le advirtieron de su cercanía.
— Suelo perder el respeto en ciertas ocasiones, en ciertas circunstancias... Con ciertas personas —La azabache besó su cuello, fundiendo el calor que ahí se encontraba con el suyo mismo.
La menor intentó con todas sus fuerzas no temblar, no demostrar que cada beso que dejaba sobre su piel se mantenía ardiendo como si fuese una quemadura. Pero todo se volvió más difícil cuando la lengua de Sharon intervino, cuando después de dejar sus castos besos las probaba con la cálida punta de su lengua como si desconociera el efecto tan fuerte que en ella causaba.
— ¡No, no, no, no, ahí ya no, Pengu! —Encogió sus hombros intentando apartar a la mayor de ella cuando sentió sus besos en su clavícula. Sintió un extraño apretón de placer en su interior cuando ejerció fuerza en su contra y la mantuvo quieta contra la pared, ignorando su queja, continuando con lo suyo. Su cuerpo pegado, oh tan cerca.
