C A P I T U L O 29

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ATENEA

Escucho mi teléfono sonando con una llamada en alguna parte del lugar donde estoy.

Me despierto de golpe ante ese pensamiento, causándome de inmediato un terrible dolor de cabeza.

Observo a mi alrededor y me aseguro de estar en mi habitación sola.

No tengo idea de cómo llegué acá pero seguro fue alguno de los chicos.

El sonido irritante de mi teléfono me hace llevarme una mano a la cabeza intentando apaciguar el dolor.

Busco rápidamente mi teléfono y descubro que está debajo de la cama.

Lo tomo y veo que solo es una llamada de Jason.

—Dime. —contesto.

—No pues buenos días.—destilaba ironía en sus palabras.

—Jason...—suelto un suspiro dejando en claro que no estoy para juegos.

Necesito una maldita pastilla para el dolor de cabeza que me está matando.

—Bien, bien. —aunque no lo puedo ver sé que está sonriendo. Carraspea. — Lo localizaron a él.

Tenso los músculos mientras el recuerdo de haberle pedido ayuda viene a mí.

—Bien. Gracias y..... No hagas nada... aún.

—A tus órdenes. —sin más cuelga la llamada.

Veo fijamente el teléfono preguntándome cuándo terminará esto.

Llevo buscándolo a él desde ese día, es el único de la lista que me falta.

Miro a mi alrededor confundida.

¿Qué paso?

Y como si fuera un balde de agua fría los recuerdos de anoche vienen a mi sin parar.

Los tragos.

El baile.

Alexei con la rubia.

Vodka, ron, wisky.

Abba y yo bailando.

Ella y yo besándonos.

Ella y yo en el baño.

Ella y yo saliendo del luego de....

Sacudo la cabeza.

Alexei queriendo tocarme.

Yo apartándolo.

—Mierda. —sale de mi boca.

No sé si alguno de los chicos vio o sospechan lo que pasó con Abi, pero me preocupa el hecho de que los hermanos Sokolov sientan que los he traicionado.

Aunque no deberían.

Estábamos drogadas y borrachas. No es el mejor justificativo, pero en mi defensa no me arrepiento.

Me pongo de pie y rápidamente me doy una ducha tratando de parecer presentable y que no se note que por dentro estoy queriendo morirme.

Luego voy a mi armario y escojo un traje blanco de dos piezas y unos tacones puntiagudos de color rojo.

Me tapo las ojeras con maquillaje y luego me pongo mi infaltable labial rojo esta vez mate.

Luego de eso abro la puerta preparándome para salir rumbo a desayunar, pero al abrir mi puerta también se abre la de en frente mío y esa es la de Abba, que me mira con vergüenza.

Amor Entre Mafias |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora