C A P I T U L O 38

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MAXIM

En la mañana, luego de dejar listo los papeles que usaremos en unos días, acompañamos a Atenea con toda la tramitación de Vittoria.

Vittoria, a pesar de que estuvo pocos días en la casa, se ganó un poco de nuestro cariño.

Mi hermano y yo no somos tan apegados a los niños, especialmente porque no sabemos cómo tratarlos. Son seres inocentes que no tienen idea de a quien tratan bien o sonríen, yo prefiero tenerlos de lejos para no mancharlos con mis manos, que tanta sangre han derramado.

Especialmente no me gusta apegarme tanto a alguien que no se puede defender por sí solo. En el mundo que me crié matan a las personas que quieres, por eso es mejor siempre mantener algo de distancia con ciertas personas públicamente.

Por eso al principio dudé sobre Atenea, pero luego me di cuenta de que ella no me necesita a mi o a Alexei para protegerla. Ella es capaz de todo.

Por eso ahora observo como está pactando todo con la mamá de Vittoria, la biológica.

Ambas están hablando sobre cosas que no logro escuchar bien por estar pendiente de Vittoria. Es una niña curiosa e inquieta, me recuerda a mi hermana.

Abba presentó una positiva mejoría durante ayer por la noche, así que la doctora la ha dado de alta hoy en la mañana. No puede agitarse mucho ni comer comidas con mucha azúcar ni sal, porque eso puede alterar la sangre.

Pero hoy en el desayuno estaba sonriente y casi daba saltos cuando nos vio a nosotros besando a Atenea. Creo que ella es muy fanática de nuestra relación. Es la que más está feliz, después de nosotros, claro.

Veo a Atenea ponerse de pie y a la señora también. Ambas se sonríen un poco y luego Vittoria se despide de nosotros tres.

La pequeña tenía claro que debía regresar con su mamá. Atenea me había explicado todo.

No se demora mucho, y luego la asistente de Atenea mete su cabeza para hablar:

—Señora Lombardi la esperan en la sala de juntas. —avisa.

Atenea la mira y asiente. La asistente sale y luego Atenea mira a la señora y a Vittoria con una sonrisa mínima.

—Tengo cosas que hacer así que...—quiero reír por la forma en las que, prácticamente, las echa.

La señora parece entender que Atenea no es la persona más sutil y le da una sonrisa leve antes de caminar a la puerta.

Sin embargo, Vittoria se acerca a Atenea y se cruza de brazos delante de ella, imitando la posición en la que está Atenea.

—¿No te despedirás de mí? —le pregunta con descaro la niña.

La imagen es algo tierna por lo que todos vemos la interacción de la italiana con la niña.

—Tu eres la que se tiene que despedir.

—Tú me estás echando. —alza una ceja la niña.

—Tu... eres muy pequeña para reclamarme. —le sonríe un poco.

—¿No me vas a abrazar? —pregunta la niña con una sonrisa inocente.

Para tener cuatro o cinco años es bastante desafiante.

—¿Me quieres abrazar? —cuestiona de vuelta la castaña.

—No te volveré a ver —se encoje de hombros— así que sí. —camina unos pasos hasta que alza sus brazos hacia Atenea, abriendo y cerrando sus puños.

Amor Entre Mafias |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora