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En una pequeña habitación de paredes de madera, un azabache se terminaba de abrochar los últimos botones de su uniforme blanco con una mirada curiosa observándolo desde arriba.

—Prometo que intentare caminar por Shibuya para ver algunas tiendas Hina — le sonrió con cariño al ente

La mencionada solo asintió sonriendo, acercándose a posicionarse junto a los hombros del chico como todos los días, adoraba tener toda la atención de su novio, aunque a veces le enojaba compartirla con esos chicos de primer año , el siempre la tranquilizaba mencionando que ella también debía dar un buen ejemplo como senpai de ellos.

¿Quién lo diría? El ojiazul tan acostumbrado a la presencia de una peligrosa maldición que fue la causante de varias muertes tiempo atrás, ahora le hablaba como si siguiera siendo la humana amable y amorosa que era antes de fallecer.

Hinata Tachibana, la maldición de categoría especial solamente existía para la protección de Hanagaki, dispuesta a desaparecer a toda una población completa si su amado se veía envuelto en algún peligro , obedeciendo los pedidos de Takemichi si eso lo tenía feliz, mientras el también cumpliera sus caprichos .

Así que tallando su mejilla contra la de él con cariño se dispusieron a salir del cuarto, preparándose para un nuevo día en el colegio de hechiceros, donde les esperaba una nueva misión en solitario.

—Voy a saludar a los chicos de primero , ¿Esta bien Hina? —

La chica lo miro con un poco de molestia, porque sabia que eso significaba que tendría que esconder su presencia por completo, para evitar que cierto albino empezará un escandalo con el fin de molestar, pero al ver la expresión de suplica de su Takemichi, decidió ceder por esta vez.

Takemichi suspiro cansado tallándose los ojos, sus ojeras de nuevo habían aumentado por las repentinas misiones que le dejaban, ser el único alumno en segundo año le estaba pasando algunas facturas, pero decidió no preocupar a los demás manteniendo una dulce sonrisa; siguió con su caminata hasta llegar a el grupo de tres que se encontraba desayunando mientras discutían sobre una película.

—Suguru-kun, Satoru-kun, Shoko-chan , ¡Buenos días! —

—Hanagaki-senpai buenos días — le brindo una sonrisa perezosa la única chica del grupo — Bastante animado desde temprano —

—¡Hey Takemichi! —

—¡Es tu senpai respétalo, Satoru!— le pego un suave codazo al albino — Discúlpelo Hanagaki-senpai —

—No te preocupes Suguru-kun, realmente no me molesta — se acercó a sentarse con ellos —¿Qué tal las clases chicos? —

—Aburridaaaas, ya quiero salir a más misiones — se quejó el albino estirándose como si de un gato se tratará

—Satoru siempre es un dolor de culo, pero de ahí en fuera todo bien senpai —

—Shoko-chan —

—Bueno, Bueno Satoru es un poco desesperante —

—Yo extraño un poco las clases teóricas — se rio el chico ayudando a Getou a pelar su mandarina, ya tenía varias costumbres de cuidar a los demás en su inconsciente y ninguno de los menores se quejaban de que lo hiciera.

—Debe ser interesante salir en misiones en solitario, Satoru riéndose como loco diciendo que es el mejor da migraña — lamentándose el chico acepto la fruta de su superior y comiéndosela, ignorando la mirada indignada del albino y la risita de la castaña.

—Mmm, a mí me gustaría tener a un compañero en mis misiones — sintió un pequeño tirón de su oreja — Claro , además de Hina —

—Me sorprende manejes tan bien a una asquerosa maldición — no contuvo su mueca de disgusto el albino , ganándose un suave golpe de Takemichi —Joder, debo aprender a manejar mejor mi infinito —

La maldición más retorcida es el amor | [TakeHarem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora