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—Deja de mirarme así

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—Deja de mirarme así. —Lloriqueó la rubia.

Habíamos venido a comprar ropa, pero Emma no se decidía.

—Es que como que esa falda no la da, o tú no la das, cualquiera de las dos. —Murmuré pensativa. —Me agrada más la de cuadros, pruebatela.

Le di la prenda y ella haciendo un puchero se metió de nuevo al probador.

Para cuando ella salió yo negué, le pasé otra falda, y otra y otra hasta que pasamos a los shorts y pantalones.

—Tienes buenas piernas, pero no lucen con ninguna de estas prendas.

—¿Por qué le llamas prendas a la ropa?

—Niña, soy una chica con dinero, tengo que hablar bien. —Murmuré. —Además es una costumbre que me pegó mi mami, ella es diseñadora de modas.

—¿Y por qué no vamos a su tienda? —Preguntó con emoción.

—Porque me betaron, al parecer no soportan que yo esté ahí porque cualquier burrada y los corro, y mi mami me regañó porque la dejé sin empleados.

Emma abrió su boca sorprendida.

—¿Es en serio? —Cuestionó.

—Sip, tenía más derechos allá por ser hija de la dueña, aquí no tanto porque son tiendas... tú sabes, más de clase baja.

—¿Tú siempre eres así? —Preguntó cautelosa.

—¿Cómo? ¿Cínica, mimada, mamona y altanera? Sip, pero bueno, solo cuando se trata de cuestiones económicas, generalmente solo soy... Molesta. —Suspiré con desgano. —Lleva todo lo que te probaste, lo pagaré yo.

Me dirigí hacia la caja para pagar las veintitantas prendas de ropa.

Le pasé la tarjeta a la chica y mientras esperaba a que Emma llegara junto a la otra chica que la ayudaba a cargar la ropa, yo fui a escojer unas cuantas chaquetas de cuero.

—Llevaremos esto. —Señalé y la chica asintió.

—Oye, ¿Te molestaste? —Preguntó Emma algo cautelosa.

—No, sólo... no suelo ser lo que la gente dice sobre mi. —Murmuré encogiendome de hombros. —Pero ya todos me tienen señalada con un concepto, así que, no me queda de otra más que aceptarlo.

—Pero, ¿No te molesta?

—Obviamente me molesta, pero por el simple hecho de yo ser así como ellos dicen... ah, solo tengo que ignorarlo y ya. Además Drag dice que no le haga caso a los demás, y eso hago. —Sonreí.

—¿A ti... te gusta Draken? —Preguntó ella cohibida mientras tomaba las bolsas.

—Uh, ni siquiera sé que es gustar en una persona, ¿Es algo como cuando me gusta demasiado ir de compras?

—Si, podría ser eso. —Asintió despacio.

—Pues... Yo diría que si, me gusta Drag. —Sonreí feliz.

Emma cambio su semblante, y me confundió un poco, ya que ahora parecía triste.

—¿Qué tienes? —Ladeé mi cabeza. —¿No estás feliz? Te compre algunas pren... Te compré ropa.

—No es eso, Moon. —Negó. —Es algo difícil de explicar.

—Bueno, si no me lo explicas no voy a saberlo. —Sonreí comprensiva.

—No hace falta, estoy bien, ¿Aún iremos a comer hamburguesas?

—¿En serio te gusta eso? Es muy grasoso, tiene demasiadas cal...-

—¿Y eso qué? Eres adolescente, deberías disfrutar tu adolescencia en lugar de preocuparte estúpidamente por tu físico.

—Pero...-

—Vamos, una no es ninguna.

°°°

—Y, y, y, entonces comimos hamburguesas, y luego fuimos a patinar, nunca había comido hamburguesas, saben deliciosas, ¡Taetae tenemos que comprar hamburguesas para el desayuno, comida y cena!

—Tranquila pequeña fiera. —Rió Taetae mientras ayudaba a Rita, nuestra cocinera, a cortar un par de vegetales. —Podrás comer eso sólo de vez en cuando, no todos los días porque entonces si engordarás y tu madre nos matará.

—Ouh, bueno, ¿Qué tal cada dos semanas? Podemos variar, Emma dice que las pizzas también saben muy bien.

—Ya veremos pequeña. —Sonrió acariciando mi mejilla. —¿Ésta vez no invitaste a Ryuguji a comer?

—Si, dijo que llegaría para la hora de la comida, según estaría con los chicos en unas cosas de chicos.

—¿Quieres ayudarnos a cocinar? —Me preguntó sonriente Rita y yo asentí emocionada.

Para cuando Draken llegó, la comida ya estaba lista, así que nos sentamos solo los dos a comer, ya que por políticas de la casa hechas por papá, ninguno de los empleados podía comer conmigo.

También solía invitar a Mikey, pero últimamente su abuelo no lo dejaba estar conmigo, porque creé que solo me burlo de él por mi situación económica.

Pero no importaba mientras siguiéramos siendo amigos.

—¿Te gusta? Le ayudé a Rita a prepararlo. —Sonreí.

—Con razón le falta sal. —Dijo burlón y yo le di una patada en la espinilla. —¡Bruta!

—Ssshhh, no se grita en la mesa. —Le dije y le mostré mi lengua, Draken sólo gruñó y continuamos comiendo.

—De hecho, sabe bien, seguramente Rita lo hizo todo.

—Te odio.

—Ñiñiñiñi, ¡Ya deja de patearme!

—¡Taetae, Drag está gritando!

—Niños, no griten en la mesa.

Me le quedé viendo feo a Draken, pero después nos echamos a reír.

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THE FEELS [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora