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—¿Y bien?

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—¿Y bien?

—No me contesta. —Murmuré afligida. —Hace días que me evita, y... Ni siquiera puedo hablar con Mikey o sus amigos porque también parecen evitarme, incluso Emma. Quizás el problema fue cambiarme de escuela, Taetae, haz que me cambien de escuela.

—Oye, ¿No estás siendo muy extremista? Puede ser que Ryuguji sólo se sienta confundido y sus amigos sólo estén tratando de ayudarlo.

—Solo haz eso que te pedí, no quiero estar en donde no me aprecian. —Susurré y seguí mirando la televisión.

—Ni siquiera está encendida la televisión.

—Ah, cierto. —Tomé el control y encendí el televisor.

Escuché a Taetae suspirar y luego retirarse de la habitación.

Había pasado una semana desde que le dije a Draken que me gustaba, pero... Quería explicar lo que había sucedido, y mi confusión, pero él parecía no querer escucharme o siquiera verme.

—Maldita inmundicia. —Murmuré viendo unos gatitos corriendo hacia su madre. —¿Por qué chuchas no tengo un gato?

—Es alérgica, señorita. —Me dijo Rita.

—Ah, si es cierto. —Hice un puchero. —¿Y un perro?

—Es alérgica a todo tipo de animal, por el pelo. —Dijo y yo bufé en berrinche. —Pero puedes tener peces o tortugas.

—Ya tengo cinco peces de esos grandotes y sólo se la pasan en el estanque del jardín, y dos tortugas que murieron.

—¿Entonces?

—Sólo no quiero sentirme sola... me gustaría tener una compañía. Y, no me malinterpreten, adoro tenerlos a ustedes, pero no hay mejor que alguien que esté ahí incondicionalmente para mí en todo momento.

—Ay mi niña, en algún momento encontrarás a alguien que esté contigo, lamentablemente tus padres no están, pero no dudes de que nosotros también estamos para ti.

—¿Estás segura que quieres cambiarte de escuela? —Preguntó Taetae sujetando su celular.

—Si, muy segura. —Dije firmemente.

—Ah. —Suspiró y se llevó el celular a la oreja. —Hagalo, por favor. Listo, ahora estás inscrita en otra escuela, pero... si antes me quejaba de ésta, la otra es peor.

—Da igual, estaré mucho mejor con mejores personas.

°°°

—Todos parecen malandros. —Dije asustada.

—Suerte, cualquier cosa me llamas, si alguien intenta ofrecerte dulces, no los tomes y huye de ahí. —Dijo Taetae y entonces se fue en el auto.

Intenté dejar mi apariencia asustada, me enderece arreglando mi abrigo y luego comencé a caminar hacia el edificio, ya estando dentro me cambié los zapatos y caminé en busca del salón.

—¿Y ésta chiquita? —Preguntó un naco.

—Chiquita la tienes. —Gruñí.

—Oraaa, tampoco me ofendas al fifi. —Dijo indignado. —Momento, escuché de ti, la hija de los Hwang, dijeron que vendrías a esta escuela pero no creí que fuera cierto.

—¿Y tú quién eres? Me conoces pero yo no sé nada de ti. —Me crucé de brazos.

—¡Oí, Hanma, deja de andar en las nubes y apúrate! —Exclamó alguien súper alto y robusto. —¿Y ella qué?

—Bueno, nos presento, princesa Moon, soy Hanma, y este es mi loser crew; South, Taiju, Mucho, los Haitani Ran y Rindo, Kakucho, Kisaki, Sanzu, y... ¿Cómo te llamabas carnal?

—Izana. —Gruñó el peliblanco.

—Andale, el Izana. —Sonrió.

—Ouh, bueno, es un gusto conocerlos. —Sonreí feliz. —¿Ustedes... en qué salón van?

—Bueno, todos reprobamos, pero vamos en el quinientos dos. —Dijo Taiju. —Menos Kisaki, a él lo subieron por inteligente.

—¿Y tú en dónde vas? —Preguntó Kisaki.

—En... Uhm, no entiendo jeroglíficos.

—Presta, yo entiendo la letra de doctor. —Dijo Kakucho tomando la hoja. —Quinientos dos, que coincidencia. Además serás la única chica, los demás son hombres.

—¿Eh? ¿Por qué no hay chicas?

—Bueno, princesa Hwang, la mayoría de las chicas terminaron embarazadas, reprobaban o de plano decidieron irse a otras escuelas. —Me dijo Ran y yo asentí.

—Bendita seas entre tantos hombres. —Dijo burlón Taiju.

El timbre sonó y entonces comencé a caminar, pero entonces los chicos decidieron rodearme y comenzar a gruñirles o mirar mal a los chicos que se me quedaban mirando.

—¿Por qué hacen eso?

—Princesa Hwang, no debes confiar en otros chicos que no seamos nosotros, tuviste suerte de toparte con nosotros y no con los otros. —Dijo Rindo.

Mi celular comenzó a sonar, así que le pedí a South que detuviera mi mochila para después sacar mi celular.

—¿Holaa?

¿En dónde estás? Vine por ti para hablar, las clases ya van a comenzar.

—Ah, me cambié de escuela, baybay. —Me despedí y entonces colgué la llamada. —Gracias por sostener mi mochila.

South sólo asintió y entonces seguimos caminando hasta el salón.

Para cuando estuve ahí la maestra se sorprendió por ver a una chica, y con gusto explicó su clase, sobre todo a mi ya que los demás no parecían ponerle atención.

Después de todo no había sido mala idea cambiarme de escuela. ¿Cierto?

 ¿Cierto?

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THE FEELS [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora