Capítulo 5.

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Gabrielle’s POV

Los últimos tres días habían sido muy extraños para mí, no sé si porque habían estado pasando acontecimientos raros, o porque eran simples ideas mías.  

¿Es normal sentir la tensión entre dos personas que ni se conocen? Pero no una tensión buena, sino una mala. Muy mala. Porque me estaba ocurriendo eso, desde el Lunes hasta hoy día Jueves. Podía sentir la maldita tensión entre Gerard y Jonathan. Como si uno de ellos fuera abalanzarse encima del otro para desatar una horrible sección de golpes.  

Si podía decir que estaba asustada era mentira, estaba más que asustada. Solo ver la mirada asesina de Jonathan cada vez que Gerard me guiñaba un ojo o me sonreía era para creer que era un puto acosador/asesino serial/pedófilo del futuro/me hago pis que es condenadamente sexy a la vez. Sí, es raro.

También sumándole el hecho de que Gerard a veces me perseguía y cuando se ponía en frente de mí, y creía que diría algo, se iba así sin más.  Lo peor era ver sus hermosos ojos cafés analizándome lentamente. Y me mataba la curiosidad saber que carajos pasaba por su mente, porque esos ojos reflejaban demasiados sentimientos, y solo podía reflejar… Nada, simplemente no lograba descifrarlo. Tal vez para otras personas era súper fácil descifrar aquel gran enigma para mí, pero yo simplemente no lo lograba ya que no era muy analizadora que digamos.  

Estaba tomando un autobús a la escuela en este preciso momento, y me preparaba mentalmente para ver que aquellos ojos verdes y aquellos ojos cafés que vendrían al acecho a saludarme, al mismo tiempo. Y seguramente se mirarían con odio.

Seguramente.

Cuando por fin llegue a mi destino, le pague al chofer y me baje admirando el cielo azul, hoy era un día bastante bonito. Y agreguémosle que tenía una clase de “hora libre” en este momento, la cual sería de 2 horas. Es decir, dos horas sin clases, dos horas sin tortura. Que hermosa es la vida, ¿no?  

Busqué con la mirada a mis amigas, pero una figura alta y de ojos cafés se atravesó en mi cabeza. Era Gerard.

— Hola. — sonreí ampliamente.

— Hola, hermosa. ¿Cómo estás? — preguntó aquel hermoso chico. Se veía más guapo que nunca. 

— Excelentemente bien. — reí. — ¿Y tú, Brown?

— También. — sonrió. — Solo el hecho de verte me hace feliz…

Okay, eso había sido lo más hermoso que me han dicho en el día, de verdad él quería matarme o no sé. Era tan lindo lo que me decía día a día. Aunque a veces sus cosas pasaban a ser… Pervertidas. Pero a esos comentarios aparentaba que no les prestaba atención, o cambiaba de tema. Aunque a él le gustaba verme roja como un tomate. Como en este momento. — Amo verte sonrojada. — sonrió con un destello en sus ojos que no logré adivinar, era tierna, pero a la vez su mirada era peligrosa.

Iba a decir algo más, pero me vi interrumpida por unas manos que cubrieron mis ojos, permitiendo que no viera absolutamente nada.

— Adivina quien soy. — dijo una voz femenina tratando de imitar una voz masculina. Sabía quién era, pero quería hacerme la desentendida.

— ¿Quién eres? Lamentablemente no lo sé. — dije riendo a carcajadas.

— Ríndete porque ahora puedes ver mi cara. — dijo aquella persona “desconocida” quitando sus manos de mis ojos. Y efectivamente, era Claire.

Abracé a mi amiga en forma de saludo. Al parecer era la única de todo nuestro grupo que había llegado. Ya que las demás llegaban en el transcurso de la hora libre.

Ojos verdes, ojos café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora