Capítulo 23.

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El día comenzó un tanto raro para para Hinata Shoyo, después de todo, no todos los días despiertas encima de alguien. Y, si lo decimos de una manera más específica, mucho menos encima de Miya Atsumu. Buen inicio de día.

Era muy temprano para el gusto de ambos y el sol se negaba a ceder su lugar a el pelinaranja, estaba brillando más que nunca.  El pelinaranja se  movió un poco y acomodó su cuerpo, sus manos tocaron algo. Tocaron la cara de Atsumu. Con un moviendo brusco alzó su cabeza y el rubio debajo de él se removió.

La cara del pelinaranja se puso tan roja que su cabello se podría sentir opacado fácilmente. El rubio, aún sin acostumbrarse a la luz del sol, tenía aún los ojos cerrados y una mueca por el intento fallido de abrir los ojos.

Cuando ambos fijaron la mirada en el otro, ambos podían jugar que el tiempo se detuvo durante unos segundos.  El efecto que causaba el cruce de sus miradas era increíble. Los dos sentían su cuerpo burbujear, sentían alguna especie de éxtasis.

El rubio estuvo a nada de tocar con su mano la mejilla izquierda del pelinaranja, pero se detuvo, lo último que quería era verse aprovechado y hacerle pasar un mal rato a él. No después de lo que le dijo anoche ebrio y con gruesas lágrimas en sus mejillas. Para sorpresa del rubio, que se encontraba retirando su mano, cuando el pelinaranja notó la intención de tocarle el rostro, acercó su mejilla rápidamente a la mano del rubio, sonriendo.

El mayor quedó procesando la situación y comprendió que estaba bien. Que tenía su consentimiento. Con su pulgar tanteo la piel de la persona que estaba encima de él y con la otra mano acarició su cabello.

- Buenos días, Shou.- dijo finalmente.

- Buenos días, Atsumu-san.- devolvió el más bajo.

- ¿Te sientes mejor hoy?

- Sí, muchísimas gracias y perdón por las incomodidades.- dijo en voz bajita.

- No vuelvas a decir eso, no eres una incomodidad. Es más, es un honor ser la persona a la que acudiste anoche, ¿bien?

- Muchas gracias.- habló apenado el pelinaranja.

- Dejando eso de lado, eres muy liviano.- dijo coqueto - Juraría que muchas personas quisieran estar en mis zapatos.

El pelinaranja no entiendió a la primera el comentario del rubio. Ladeó su cabeza y miró confundido al rubio. Fue poco después que entendió y se sonrojó ligeramente, eso hizo que el rubio soltara una carcajada.

- No sé cómo terminé encima de ti.- dijo apenado.

- No es como que no me guste, podría acostumbrarme.- dijo pícaramente.

- ¿Acostumbrarte? - preguntó apenado.

- Oh, es muy tarde. ¿No deberíamos vestirnos para salir? Recuerdo que hoy haremos el vídeo de la marca, ¿no? - comentó haciéndose el que no sabe nada.

- ¡Es cierto! Lo había olvidado por completo.- habló exaltado.

El pelinaranja salió de las sábanas y se bajó con cuidado del cuerpo del rubio. Se levantó de la cama y estiró su cuerpo.

- Nos vemos afuera en unos minutos, gracias por todo y perdón.- habló tímidamente el más bajo.

- No me pidas perdón. No has hecho nada malo, ¿bien? - le aseguró el rubio - Gracias por hablar eso conmigo, significa mucho para mí.

- Igual en algún momento te llegarían los rumores.- rió bajito.

- Pero no fue así. Me lo dijiste tú.- habló firme.

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