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× ɴᴏ ᴇɴᴛʀᴇs ×

Frank era un fotógrafo apasionado por lo paranormal, esa casa embrujada (según el vecindario), sería el lugar perfecto para una sesión de fotos fantasmagóricas.
La neblina abundaba de sobremanera el terreno completo correspondiente a dicha casa; lo que sólo mataba más de curiosidad al tatuado.

Las rejillas del enorme jardín delantero estaban en la ruina, por lo que en un intento de abrirlas, éstas cayeron al suelo provocando un sonido irritante. Se quedó estático unos segundos antes de volver a caminar, esta vez cruzando las rejas caídas con cautela.

Siguió su camino por el sendero de barro y pasto seco que conducía directo a la puerta de la casa, mirando los arbustos con formas, y flores muertas que adornaban tétricamente el jardín. Cada tanto sacaba fotos a alguna de estas plantas, pues con algo se entretenía hasta llegar al lugar deseado.

Ahora el camino era más empinado, la casa estaba sobre una colina de tamaño considerable, pero no era imposible llegar hasta allí.
Así que el aventurado fotógrafo, con mucho esfuerzo con su débil y pequeño cuerpo, logró llegar, limpiándose los restos de barro sobre su abrigo de mezclilla y sus Jeans negros de rodillas rotas.

Inhaló profundamente y exhaló, preparándose para subir los tres escalones de madera negra y tomar el picaporte de la puerta. Mas mucho trabajo no debió hacer, ya que se abrió sin siquiera dar vuelta el picaporte dorado.

Frank se quedó quieto breves segundos, antes de asomar la cabeza por la puerta.
Por dentro, todo estaba oscuro y tenía como única fuente de luz la luminosidad blanca que emitía la niebla del exterior. El tatuado entró fascinado, mirando con alegría y asombro cada rincón de la casa.

Las baldosas eran adornadas con detalles rojos, blancos y negros; las paredes negras, muebles muy antiguos y de materiales que cuestan más que la vida misma; un candelabro negro en el techo, del cual colgaban muchas piedras preciosas; y que si sus ojos no lo engañaban, parecían ser de diamante real. Todo era tan bello, tan delicado y gótico a la vez, tan él, pero no podría tener semejante casa ni en sus sueños.

Pero la tranquilidad y asombro se desvanescieron en el momento en que la puerta de entrada fue cerrada bruscamente, asustándolo de sobremanera. Se giró sobre su eje en un escalofrío repentino; el ver que la puerta se cerró sin que nadie la tocara, no lo dejaba tranquilo en lo absoluto.

―¿Hola? ―preguntó con tono elevado― ¿Hay alguien ahí? ―apretó fuertemente la correa por la que colgaba su morral.

No recibió respuesta alguna, así que comenzó a tranquilizarse cuando creyó que fue el viento.
Suspiró más calmado, preparado para girarse y seguir con su trabajo, pero una presión en los tobillos lo dejó helado y fue lanzado al suelo, para luego ser arrastrado hasta el inicio de la gran escalera alfombrada.

Sus gritos de desesperación no sirvieron de nada, nadie lo podría escuchar.
Su espalda chocó bruscamente contra los primeros escalones, soltando un grito de agonía y dolor. Cerró sus ojos por ese hecho, sumado al terror que lo inundaba.

Luego, sus brazos fueron elevados a la altura de su cabeza, dejando uno de cada lado sin ser liberados. Pronto sintió un peso en su regazo, como si alguien estuviera sentado sobre él. Y no se equivocó.

Abrió sus ojos rapidamente, dejando ver a un chico pálido, de ojeras negras y cabello azabache. Su vestimenta era completamente negra, una camisa de manga larga y jeans con una hebilla de murciélago.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó con un ápice de enfado, recibiendo un grito de horror del contrario―¡Esta es mi casa! ―gruñó enfatizando.

―C-Cómo... q-qué-

―Eres uno de ellos, ¿¡no es así!? ―escupió en la cara del castaño.

―¿Q-Quiénes...?

―Sabes muy bien de quiénes hablo... ―dijo entre dientes.

―N-No tengo idea, señor ―su pecho subía y bajaba rapidamente mientras miraba las esmeraldas llamativas del extraño.

Pasaron breves segundos en los que el extraño lo observaba amenazante y penetrante. Sentía que atravesaría sus ojos como si de dos espadas verdes se tratasen.

―No quiero volver a verte ―se levantó con cierta elegancia, y ayudó al aún atemorizado castaño.

El menor tardó en reaccionar, se quedó expectante de la vista maravillosa que tenía. ¿Quién era ese chico tan elegante? No lo sabía, pero si de algo estaba seguro, era de que algún día descubriría mínimo su nombre.

―Vamos, no tengo todo el día ―gruñó el azabache, rodando sus ojos con impaciencia.

―Lo siento... ―tembloroso y con incertidumbre, tomó la mano del más alto para ayudarse a levantarse, sintiendo un escalofrío al sentir su fría mano― Y gracias también... ―esbozó una sonrisa, tratando de lucir cuerdo como el contrario.

Pero no le llegaba ni a los talones.

―Bien, mucha charla, adiós ―se soltó del agarre rápidamente y se dirigió a la puerta principal.

No obstante, el tatuado curioso no se iría sin respuestas.

―Disculpa, ¿no se supone que esta casa estaba abandonada? ―se atrevió a preguntar.

El más alto, aún con su semblante serio y elegante, frenó en seco frente a la puerta, asomando muy levemente su mirada por su hombro.

―No sé quién inventó eso, pero es un rumor falso. Yo siempre estuve aquí ―volvió su mirada al frente, aún sin avanzar más lejos.

― También dicen que este lugar está embrujado, y no los culpo, realmente este lugar parece maldito ―se acercó al extraño, llegando a su lado en cuestión de segundos

Sin palabras de por medio, el de cabello azabache tomó por los hombros al más bajo, casi estampándolo contra la puerta. Acercó su boca a su oído, susurrando y rozando con sus labios el lóbulo de este.

―He escuchado los rumores, todos y cada uno de ellos ―pausó brevemente, escuchándose el chasquido de su lengua cuando recuperó saliva―. Está en tu desición creerlos o no.

El menor casi se queda sin aliento.
¿Qué le pasaba a ese tipo? Parecía querer seducirlo de una manera misteriosa; y lo peor es, que a Frank le gustaba eso.
Pero es que vamos, era demasiado sexy como para quejarse.

El mayor se separó con una sonrisa ladina, atrayendo al más bajo para abrir la puerta y luego empujarlo sutilmente fuera.
Éste se dio media vuelta y volvió por el camino que había llegado. En cambio, el azabache se le quedó mirando pasmado y ambivalente. Ese chico despertó sentimientos en un corazón seco.











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Adivinen qué historia volvió!!
Cuesta esto de cambiar las historias y corregirlas, pero prometo que ahora va a tener sentido, gracias por la espera <3

Lxs tkm

𝕭𝖆𝖇𝖞 𝖎𝖙'𝖘 𝖒𝖞 𝖍𝖆𝖚𝖓𝖙𝖊𝖉 𝖍𝖔𝖚𝖘𝖊 ➙ my chemical romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora