Capítulo 7- Sabores amargos

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Diana

Observó frente al espejo mi figura, en el reflejo solo se ven marcas que quizás nadie les preste más atención que yo, claro que soy yo la que quedó con las marcas de lo que una vez pasó por mi cuerpo, «no es culpa de nadie» me repito una y otra vez cada vez que miro recuerdo la noche en que mi bebé murió al nacer, el pobre sufrió asfixia por no recibir una atención urgente.

Las decisiones que me llevaron a aquella noche estar sola, en un país ajeno, con personas desconocidas que se convirtieron en el único soporte que tenía; todo el peso que llevaba en mi mochila.

He pasado por muchos procesos para tratar de volver a ser la persona que era antes; nada reparado vuelve a ser tan hermoso como algo sin tantas fracturas. Con el paso de los años el vacío que dejó mi bebé Vicent, estuvo intacto hasta que una noche de despedida, le dije adiós a todo el sufrimiento. Recuerdo los momentos vividos en esa pequeña villa, yo era una mujer de veinticinco años que vivía intoxicada con el pasado y sumergida en la pérdida.

Los integrantes de esta villa creía en seres sobrenaturales y hacían rituales para despedir a sus difuntos, hacer que su viaje sea sinuoso en cada luna llena se reunían para dar ofrendas a los que han partido y estos continúen el camino de la vida eterna en paz; esa noche cuando todo terminó, me fui a dormir a mi tienda y soñé con un niño, mi chiquito con unos seis años que se despedía de mí.

En ese momento todo cambió.

***

En la habitación de Hope se siente como los rayos del sol empiezan a calentar el día, me asomo a la ventana con ella en mis brazos tratando de enseñarle un poco el espacio exterior. Ella ha pasado con tantos cuidados que no ha disfrutado la experiencia de la verdadera vida.

Saqué unos juguetes y empecé a jugar con ella, es bonito pensar que ya tiene seis meses. Su felicidad es mi felicidad; al cabo de unos minutos entra Nicolai, está con su jeans y una camisa blanca de botones.

Las últimas semanas han sido de adaptación para él, para mí y todos en la casa. Sigo encontrándome a un hombre herido que tiene muchos cambios de humor, que las emociones lo ahogan y no sabe cómo reaccionar; así que yo he optado por mantener mi distancia.

En las mañanas vamos en el mismo auto, pero él no habla mucho y yo me encargo de respetar sus tiempos, cuando esté listo podemos ser capaces de llevarnos bien. Al pasar medio tiempo en la empresa, dejó todo y me regreso con su chofer para pasar la tarde con Hope.

—Buenos días, Diana, ¿cómo amaneces? —Aquí es donde pienso que es un paso adelante y estoy segura de que en las próximas horas serán dos pasos atrás.

—Buenos días Nicolai, con mucha energía ¿y tú? —respondo con emoción, quiero pasar el día con Hope.

—Drenado de energía, es probable que necesite esos jugos que haces de vegetales. —comenta como algo sin importancia; sin embargo, la primera vez que le di hizo un berrinche, diciendo que el sabor era espantoso.

—¿Quieres que te haga uno? —Tengo a Hope en mis brazos, con una sonrisa y yo estoy derretida por ella.

—Si puedes, por favor. —Se acerca a sostenerla y yo me quedo prendada en ese olor a madera con menta que desprende su piel, siempre huele tan bien.

Voy dando los primeros pasos en dirección a la cocina, escucho como Nicolai empieza a saludar a su hija con palabras de cariño, hace una semana escuche decirle mi princesa en voz alta, de la alegría mi corazón no entraba en el pecho.

En la cocina, preparo el jugo con algunos vegetales que sé que son la mejor combinación y le pongo una fruta para que mejore el sabor. Cuando me volteo para regresar al cuarto veo como ambos están en la entrada.

Resistiéndome a ti ***Fragmento Introductorio****Donde viven las historias. Descúbrelo ahora