Capítulo 5- Encuentros

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Diana

Estoy apreciando el rostro de mi sobrina, me alegra que el tiempo pase y ella esté mucho mejor, son 3 meses desde que llegué aquí por ella y han pasado en un abrir y cerrar de ojos. Los bebés prematuros son pequeños y con salud vulnerable por la falta de leche materna.

He estado atenta a todas sus necesidades que casi se me han olvidado las mías, abro mi computador y recibo un correo donde me despiden del último proyecto en el que estaba trabajando. ¡Joder! Entiendo que no puedes tener a un ingeniero ambiental trabajando a distancia, pienso que mucho que me aguantaron mi emergencia familiar.

Cierro la laptop y agarro una foto donde estábamos todos, Angélica siempre era la risueña de la familia y la consentida por mi papá; para él yo era un bicho raro que no le importaba conocer ni mucho menos empatizar; con todas las diferencias que eran obvias, mi mamá siempre era mediadora entre nosotras pidiéndonos que nos lleváramos bien.

Me agarro el cabello y camino a la cocina; preparar alimentos me ayuda a calmarme y me hace sentir mejor. Saco los vegetales de la refrigeradora y empiezo a cortar; la comida no es simple, es alimento para el cuerpo y el alma.

Pongo música suave para relajar el ambiente y saco tofu para comer mis vegetales salteados. Siento una mirada intensa detrás de mí, al voltearme me encuentro con Nicolai, mi gran cuñado.

—¡Buenas tardes! No sabía que ibas a estar aquí para el almuerzo —Saque otro plato y lo coloque encima del mesón.

—Vine temprano, ¿cómo está ella? —A veces no entiendo la razón por la cual algunos hombres no pueden abrirse emocionalmente.

—Ya está mucho mejor, parece ser un resfriado común, el médico nos dijo que pensemos en estimulación temprana. He estado viendo algunos videos para ayudarla, pero la mayoría involucra a los padres. —No quiero meter mis narices en terrenos sensibles.

—Más tarde revisaremos qué podemos hacer. —En su voz se evidencia el cansancio y lo sofocado que debe sentirse.

—Come un poco. —Extendí el plato con la comida y serví jugo de arándanos naturales en su vaso.

Le da una probada a la comida y en el instante se queja.

—¡¿Qué es esto?! —Su cara de disgusto se dibuja— No tienes algo de carne con que pasar tanto vegetal.

—Agrega esta salsa de albahaca y de seguro va a estar mejor. —Le paso mi mejor salsa y espero a ver qué le parece.

—¿Es comida vegana? —pregunta intrigado por la variedad de colores en su plato y la combinación de sabores.

—Si, no suelo comer carnes ni tampoco las cocino.

—Por qué será que no me extraña, debí imaginarlo con tu pinta y tu forma de ser.

—¿Debería tomarlo como un cumplido o un insulto? —cuestiono su actitud, pues siempre se pone esa coraza cuando nos encontramos, es una forma de molestia.

—Puedes asumir lo que quieras.

Nos mantenemos en silencio hasta que termina de comer, se levanta y va a su oficina. Muy pocas veces visita a Hope, en algunas oportunidades lo he sorprendido viendo a lo lejos su cuerpito; debe ser el parecido que tiene con mi hermana.

***

Salgo a caminar por el muelle que está cerca, veo como pasa el agua por los canales, tengo que pensar en que voy a hacer pronto. No tengo dinero para vivir por mi misma y no voy a recurrir a mi papá y mucho menos a su cochino dinero.

Pasó por el umbral de la entrada dejando que mi cuerpo me lleve a dar los siguientes pasos, me encuentro de frente con el mismísimo diablo.

—Diana, ¿qué haces aquí? —Él obviamente no saluda, solo inquiere como un emperador que tiene poder.

—Visitando a mi sobrina. —Veo a Nicolai que está parado a su lado, prometí que no lo odiaría más, que iba a dejar el pasado atrás pero no puedo. Alzó la mirada a mi cuñado y pregunto— ¿Puedo ir a verla?

—Claro, estás en tu casa. —Doy unos pasos y escucho la voz de mi padre.

—Siempre vas a ser una desagradable sorpresa. —Hago el esfuerzo de contener las lágrimas, en cuanto llegó a la habitación me doy cuenta de que hasta la respiración la sostuve hasta llegar aquí.

Carmen está con Hope en los brazos, me mira y la pone en la cuna, con rapidez se acerca a mí.

—Señorita Diana, ¿se siente bien? —Me guía a sentarme, estoy atascada en el pasado con mis fantasmas que se recrean en la mente con palabras que hieren.

—Me puedes dar un vaso de agua —Estoy mareada, así que me quedo sentada, ella sale y al cabo de unos minutos ingresa Nicolai, su olor característico a menta lo descubre.

—Esto envió Carmen, —Me da una botella de agua— La próxima vez que venga te avisaré con anticipación para evitar... —Corto la idea.

—Estás en tu casa, no quiero que te abstengas de recibir a tus invitados. —Me levanto para caminar y ver a la chiquita de la casa.

»Ella vale la pena, no la pierdas de vista Nicolai, Hope crece velozmente y no nos damos cuenta. —Veo su mirada perdida en mis palabras— ¿Quieres sostenerla?

—No sabría cómo hacerlo —comenta apenado, yo la subo y la pongo en su pecho.

Probablemente ellos dos necesitan más tiempo para sanar, todos tienen sus fases que superar, pero nada llega en un tiempo diferente que el correcto.

Los dejé solos para que ambos se acostumbren y le dije a Carmen que tomara un descanso. Me quedé cerca esperando si necesitaban de mi asistencia. Me siento realizada al ver que ambos están en la misma habitación y sin problemas.

Al retorno de Carmen, Nicolai sale de la habitación. Su cara demuestra todo lo que su boca no dice, el dolor que quiebra el alma y en múltiples ocasiones no sabemos cómo reaccionar al ardor que nos queda remanente.

***

Al siguiente día Carmen me avisó que Nicolai me requería en su estudio. Con mis pies pesados, mi corazón latiendo fuerte me preparo para tocar la puerta.

—Buenos días Nicolai, ¿algo que quieras decirme? —No estoy acostumbrada a encontrarme con él tan seguido, cada vez que lo veo es incómodo y no mejora con el paso de los días.

—Buenos días, Diana, quedamos de revisar el tema de la estimulación que necesita Hope. Le pedí a mi asistente y me envió los nombres de las mejores que hay. Antes de confirmar con ellos, necesito saber la hora que puedes tú participar.

—Nico, la persona más importante eres tú, eres tú quien debe estar acompañándola.

—Diana, es algo que tenemos que hacer los dos, somos sus guardianes y a falta de Angélica, tú eres lo más cercano a una madre. —Esa palabra raspa mis oídos, madre, yo nunca seré la mamá de nadie. Es algo que mi cerebro no se da el lujo de reconocer.

—Cualquier hora está bien para mí, estoy libre por ahora. —Mi voz se quiebra, pero me compongo enseguida.

—Ibas a trabajar en algunas horas específicas. —Me mira de forma extraña.

—Hasta ayer tenía trabajo. —Dude en pronunciar las siguientes palabras—. Te prometo que voy a conseguir algo pronto y salir de tu vista en cuanto pueda.

—No tienes de qué preocuparte, si necesitas algo urgente puedo buscar alguna posición en la compañía, que te permita estar con Hope y buscar tu independencia.

—¿Harías eso por mí? —pregunto llenándome de expectativas— Estaría increíble.

—Claro, pensándolo bien voy a necesitar una asistente, ya que pronto Camila va a tomar su licencia de maternidad. —Yo me quedo pensando en lo raro que va a ser trabajar los dos juntos, ¿conveniente o no para mí? O ¿para Hope?

Hola, mis queridas, ¿Qué tal les parece Diana? ¿Cómo ven la actitud de Nico?

Ambos tienen historias de dolor, en tiempos diferentes.

Espero les agrade.

Saludos,


Jessica

Resistiéndome a ti ***Fragmento Introductorio****Donde viven las historias. Descúbrelo ahora