▪︎ Shipps week □

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Jlarie day
"Cocinando juntos"


Las risas provenientes de su cocina, casi lograban desviar la atención del olor de la estufa quemándose.
La hechicera corrió a apagar el fuego y abrir la ventana para que el humo escapara por medio de esta.

Jim limpiaba la harina de su ropa, antes de que esta se secara por completo. Situaciones como esta, le recordaban que no era necesario tener "todo" en orden, "todo" el tiempo y que dejar que la diversión llegara por si sola, no era una mala idea.

Clara sirvió lo comestible que pudo rescatar del almuerzo y la tarta. El accidente no fue por sus deficiencias en la cocina, para nada; simplemente se distrajeron un poco, bastante, y perdieron la noción del tiempo. Dejando la comida, más minutos de los que debían.
-¿Ves lo que haces?- rio la adulta de ojos cafés. Risa que disminuyó al ver la montaña de platos por lavar y el desastre que limpiar.

-¿Yo?, solo intenté ayudarte- se defendió su esposo.

Y es que, todo habia comenzado porque Núñez decidió que podía encargarse de hacer el almuerzo y el postre ella sola. El problema no era el hecho de no tener dotes culinarios, sino que era mucho trabajo con el que malabarear a la vez. Eso era un don que solo su esposo poseía y se podía corroborar al ver como atendía el restaurante familiar.

Menos mal que Jamie estaba en clases y Julieta en el jardín de niños.
Y se suponía que James iría a buscarlas después de terminar el aseo en el restaurante. No obstante, llegó antes a casa y encontró a la mujer en ese aprieto.

"¿Tu el postre y yo el almuerzo?", ofreció lavándose las manos para salvar a su esposa.
Clara asintió para ir por más harina.

La parte menos favorita de la de descendencia latina, era el luchar por alcanzar las repisas altas. Para ello siempre tenia un banco con ella, pero al parecer su hija menor ya lo había perdido.
Jim notó la repentina frustración en la contraria y se ofreció a darle la bolsa el mismo; pero, la hechicera se negó.
Frotó sus manos en el delantal, en busca de limpiarlas un poco de las anteriores mezclas hechas.
Invocando uno de sus portales, introdujo su mano en este y logró tomar la tan ansiada bolsa, que sin esperarse, resbaló de la mano aún llena de mantequilla de la mitad castaña y mitad peliblanca.

Lake sabia que lo más sensato era quitarle el contenido de encima a su esposa, pero en su lugar hizo lo que cualquier persona normal, reir.
Al ver a una Clara, literalmente blanca frente a él, no pudo evitar soltar un par de carcajadas inconscientemente. Viéndose cayado, cuando sintió como el resto de material era vertido sobre él por una vengativa Lake-Núñez.

"Tiempo fuera", habia pedido Jim, creando un gesto con sus manos. Cosa ignorada por la otra, quien comenzó a untar todo lo que fuera comestible que se encontrara a su alcance en la cara de su cónyuge.
James trató de cubrirse, mientras le devolvía el favor. Pero, hey...él solo se habia metido en esto, así que soportaría un poco más.

Además, oir la risa de su esposa siempre le había encantado.

Entre juegos y tiempos fuera, la hora transcurrió. James cortaba las verduras y las juntaba en la salsa, mientras que Clara agregaba la canela a la masa casi uniforme.
Compartiendo un par de besos sabor vainilla, la pareja se separó al oír la alarma de incendios. Misma que habia percibido el humo saliente del horno.

-¿Todo está quemado?- preguntó James, rogando porque aún hubiera partes rescatables.

-Yo diría que...solo está crujiente- calmó Clara, ignorando las partes casi negras de la carne. -Pero la salsa si está deliciosa- dijo, luego de soplar un poco del líquido en su cucharón.

El celular de la ojimarrón sonó, avisando que era hora de la salida de July de la guardería.
-Iré yo. Mejor intenta que parezca que nada pasó aquí-

-Espera. ¿Irás así sin asearte primero?-

-Tienes razón baño ahora, salir luego-
Y tras correr a su habitación por una nueva mudada de ropa, Clara probó nuevamente el contenido del cucharón.
No te acabes tu sola la salsa!-

-Muy tarde- murmuró, dando otro sorbo al plato en cuestión.
Lo que no notó, fue el inopinado acercamiento de su esposo, a quien creía ya en la ducha, robándole otro beso.
Clara quedó anonada al sentir como ambas manos de su esposo la sujetaban por la espalda y su lengua saboreaba lo que quedaba de salsa en sus labios.

-Si. Está deliciosa- admitió, para en suma, retirarse al baño.

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