—Mientes —fue lo único que logré decir.
—No miento, lo vi —dijo mamá reprimiendo un sollozo.
—¿Qué tan probables son esas visiones tuyas? Nunca has acertado en nada.
La verdad era que ella había acertado en muchas cosas, pero yo me negaba a dejarme cegar por ello.
—Holly, sabes que acierto la mayoría de veces.
—¡Mayoría! Esto no forma parte de la mayoría, mamá —espeté con el corazón palpitándome con fuerza y la mirada encharcada.
—Desmond no tiene más vida por delante, traté de seguir el camino con resultados posibles pero...
Negué con mi cabeza muchas veces, como si con eso pudiera callar la voz en mi cabeza que le daba razón a mi madre. Quería creer que lo que decía no podía ser posible.
Tomé mi capa bajo la mirada dolida de mi madre y dando zancadas llegué a la puerta.
—Lo encontrarás en el bosque —musitó haciendo que me detuviera—. También tuve esa visión.
Apreté mis labios y me forcé a no mirar atrás mientras salía de mi casa.
Caminé por casi todo el lado oeste tratando de apartar de mi mente todos los recuerdos de las veces en que mamá había acertado en sus visiones. Al menos una de esas no se había cumplido y era a la que más me quería aferrar.
Una vez me dijo que me vio bailando con un desconocido, alguien cuyo rostro ella no podía ver bien y ese desconocido provenía del lado de las bestias. Le dije que era ridículo, que nunca antes había visto a ninguna bestia, pero ella insistía en que eso sucedería. Ya habían pasado doscientos años desde eso, al parecer eso nunca sucedería.
Y ahora tenía otra opción para no creer en las visiones de mamá, si no encontraba a Russell en el bosque podía estar tranquila, podía aferrarme a que mi hermano no se iría, no aún.
Y como si fuera obra de la magia o de las malditas visiones de mi madre, llegué a un bosque en medio de mi caminata. El bosque estaba un poco cerca de la frontera con el territorio de las ninfas y se veía solitario y tétrico. Estaba muy oscuro, tanto que tuve que invocar una gota de luz con mi magia para poder ver por dónde salir.
Escuché el crujir de una rama lo cual me causó un escalofrío y una sensación de miedo al creer que no estaba sola. Me giré y extendí mi mano para poder iluminar el lugar donde provenía el sonido. Otro «crack» volvió a escucharse así que invoqué otra gota de iluminación en mi mano izquierda. No veía nada y mientras más giraba más me asustaba. Luego, el sonido fue multiplicándose hasta que se detuvo y quedó todo en silencio, un silencio terrorífico.
—¿Quién anda ahí? —pregunté al aire.
—¿Me extrañaste? —Me sobresalté al escuchar esa voz a mi espalda y, por instinto, lancé la gota de luz al girarme la cual salió disparada hacia un árbol extinguiéndose, pero logré ver de quién se trataba. Otro escalofrío me recorrió de la cabeza hasta los pies.
—No, por tu culpa me he quedado sin empleo así que no —bramé.
—Siempre culpándome por tus crímenes, ya me he ido acostumbrando —dijo y logré percibir un tono peculiar en su voz, como si arrastrara las palabras con una lentitud que me angustiaba. Algo andaba mal.
Volví a formar otra gota de luz la cual lancé al suelo para que se quedara estancada por un tiempo y que yo pudiera ver a Russell. Amplifiqué el radio de la luz hasta que pude iluminar una parte de ese bosque oscuro y tenebroso en el que estábamos y en cuanto levanté mi mirada para encontrarme con Russell lo que vi me aterró.
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Cristales benditos: el elegido de las bestias.
FantezieLa ambiciosa hechicera Holly debe tomar el puesto de caza recompensas de su hermano para cumplir con un mandato del rey. Ella deberá buscar al príncipe Arthur quien ha escapado del castillo, pero no será tarea fácil ya que en el camino se encuentra...