Ya desde hace tiempo la atención del protagonista se había dirigido a la del sujeto de gran altura y cabellera azul. No solo por su peculiar apariencia, sino que también por su extraña rutina, la cual consistía en que cada fin de semana a la misma h...
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𝙰𝚗é𝚖𝚘𝚗𝚊
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Taiju y yo caminábamos en dirección hacia Chieko que justamente se encontraba regañando a otros miembros del grupo, probablemente porque, como siempre, no estaban haciendo absolutamente nada. Esperando a que terminase la escena, el de orbes dorados y yo sacamos nuestros teléfonos y comenzamos a usarlos sin intercambiar ninguna palabra.
Sé que podía sonar paranoico, aparte de que ni habían pasado diez minutos desde que nos reencontramos en las puertas del parque, pero, por alguna razón sentía que el de cabellos azules y blancos actuaba un poco más retraído.
Como dije, suena bastante paranoico y más sabiendo que hace recién un par de días pude entablar una verdadera conversación con él, pero aun así se sentía extraño. Por ejemplo, cuando nos reencontramos en las puertas del lugar, él nunca responde mi saludo con el propósito de ignorarme por completo, pero cuando estamos en el camino de ida al punto de encuentro de los demás jardineros, termina cayendo en mis temas de conversación, aunque solo sea para quejarse. Ahora se sentía como si estuviese al lado de una pared. No solo me había estado evitando en todo el camino sin siquiera dirigirme la mirada, sino que también su rostro lucía mucho más apagado de lo usual, pareciendo tener el mismo efecto de no haber dormido, pero sin este.
Yo desde el primer momento que le vi supe que algo estaba ocultando, su cara apesadumbrada lo delataba. Sin embargo, había ocasiones en lo que aquello desaparecía y era una puramente de neutralidad o concentración, sobre todo esta última en los momentos donde le explicaba el cómo hacer ciertas cosas dentro del campo de la jardinería. Pero ahora era como si fuese el doble, incluso me atrevo a decir el triple de peor que antes, generándome un sentimiento de preocupación por si algo le había sucedido.
— Disculpen que hayan tenido que ver tal espectáculo, pero esos cabezahuecas realmente son un dolor de cabeza — habló finalmente la mayor aproximándose hacia nosotros.
