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𝙶𝚊𝚛𝚍𝚎𝚗𝚒𝚊
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Finalmente era sábado, el día que más ansiaba desde que comenzó la semana. Me levanté de mi cama en un movimiento rápido, arrepintiéndome al instante luego de que un pequeño mareo se hiciese presente. Para cuando me recuperé, recogí la muda de ropa que había preparado ayer, siendo este el uniforme de jardinería, y me dirigí hacia mi baño, dispuesto a darme una ducha rápida, ya que quería estar cuanto antes en aquel amplio y hermoso jardín.
En los inicios del año, una campaña de naturalistas se presentó en mi instituto, contándonos la posibilidad de trabajar durante todo un año en un jardín público, siendo este uno de los más bellos de toda la ciudad. La gran mayoría de mis compañeros rechazaron la oferta, ya que casi todo el curso pertenecía a algún grupo o tenían otras actividades fuera del instituto, así que todo esto dio por consecuencia que yo fuese el único que aceptara. Lo que tenía que hacer era cuidar las flores del lugar, procurándole sus necesidades, quitando las malezas que aparecieran y remplazando las plantas ya muertas. Era de las pocas actividades que me generaban paz, sin duda alguna amaba estar rodeado de plantas.
Ya saliendo de mi casa, procurando de que no me olvidase nada, me dirigí hacia la parada del colectivo, algo apurado a causa de que podía verlo venir a lo lejos.
— Joder, tuve que haber desayunado algo — me dije a mi mismo, sintiendo como comenzaba a quejarse mi barriga mientras corría.
— Siempre tan temprano, ¡más que mis propios compañeros! — dijo la mujer con un tono burlesco.
— Perdón, ¿es molesto? — pregunté algo avergonzado, mientras comía unas galletas que había comprado de camino.
— Para nada, cielo — sonrió — Pero ya que estás, ayúdame llevando aquella maceta, estoy algo vieja para ciertas cosas.
— Por supuesto.
Acatando la orden, sostengo con fuerza la maceta, la cual no era ni tan pesada ni tan liviana.
Normalmente, era de las primeras personas que llegaban al lugar junto con la mujer que se encontraba conmigo, Chieko Nakamura, participante del grupo de jardinería. Ella había sido una de las personas que había asistido a mi instituto para dar la propuesta. Era una mujer adulta, teniendo alrededor de unos cuarenta años, pero realmente era admirable su estado físico.
Ya luego de un rato siguiéndola, nos detenemos a un costado del camino del parque. El parque tenía varios caminos, los cuales a su alrededor eran adornador de arbustos, flores y otro tipo de plantas. En algunos casos, se les agregaban macetas, solo para variar y no repetir el mismo patrón de caminos. Recientemente, unos niños habían roto una de estas jugando a la pelota, los cuales terminaron por escapar antes de que alguien pudiese atraparlos.
— Bien, déjala ahí — señaló con el dedo.
Cumplí con lo pedido, procurando evitar hacer algún movimiento brusco que causase alguna fractura en la maceta.
— Ja, es increíble — volvió a decir la adulta, colocando un cigarro en sus labios.
— ¿Qué cosa? — dirijo mi mirada hacia ella, aún agachado en el suelo.
— Ese sujeto de ahí — volvió a señalar, ahora hacia otro lugar.
Dirigiendo mi vista hacia el punto indicado, me encuentro con la figura de un hombre sentado en una banca, este fumando mientras miraba el suelo. Su cabello era llamativo, sin mencionar el tatuaje que se asomaba sobre su cuello.
— Siempre lo veo en todos los fines de semana. Se sienta en esa misma banca, sin hacer nada en particular — encendió su cigarro — A este paso podríamos abrir un zoológico de fenómenos.
No pude evitar formar una sonrisa ante su comentario, aunque este haya sido uno ofensivo. Era verdad, ya eran varias las veces que veía a ese sujeto sentado en el mismo lugar, sin hacer nada más que mirar el suelo o fumar un cigarro. Era imposible sentir algo de curiosidad, pero sus aspectos también causaban intimidación. Aunque estuviese vestido, se podía notar su cuerpo bien trabajado, ni hablar de su semejante altura. De igual forma, esto no era lo que le había llamado la atención del todo, sino que lo era su rostro. No me refería de la belleza de este, sino que hablaba de su expresión. Su mirada era una vacía, hueca, como si algo le hiciera falta.
— Oye, por lo menos intenta disimular al ver a alguien, mocoso — me dio un leve golpe en la nuca, despertándome de mi trance.
Me levanté del suelo, sobándome la parte golpeada y la miré, ella se encontraba con una sonrisa ladeada, mientras terminaba su cigarro.
— Será mejor que comience con mis labores, puedes retirarte, (N).
— Uh, claro.
Estaba por irme a buscar algunos materiales de jardinería, pero una mano se sujeta en mi hombro, siendo esta la de Chieko.
— Intenta hablar con él, no pierdes nada. Si resulta ser un delincuente, solo grita e iré enseguida — palmeo un par de veces mi hombro.
Reí con algo de nervios, ¿delincuente? No lo había pensado. Analizándolo un poco mejor, era verdad, tenía pintas de ser delincuente, pero eso no quitaba la curiosidad que tenía de hablarle.
— Está bien, muchas gracias, por el momento seguiré con mi rutina habitual.
Me despedí y volví a retomar camino hacia la pequeña casa del jardín, siendo este el lugar en donde las herramientas eran guardadas. Mientras buscaba lo que necesitaba para comenzar mi trabajo, pensaba el como podría acercarme a hablarle sin parecer una especie de acosador. Sería algo que pensaría durante el día, pero antes debía de concentrarme en mi trabajo actual.
Si fue de su agrado el capítulo, no se olviden de votar, ya que me motiva mucho más para actualizar.
¡Muchas gracias!
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𝐆𝐚𝐫𝐝𝐞𝐧 ❱ Taiju Shiba x Male Reader
FanfictionYa desde hace tiempo la atención del protagonista se había dirigido a la del sujeto de gran altura y cabellera azul. No solo por su peculiar apariencia, sino que también por su extraña rutina, la cual consistía en que cada fin de semana a la misma h...