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𝙻𝚊𝚟𝚊𝚗𝚍𝚊
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El sábado había caído con rapidez, tal vez porque la semana en sí había sido muy aburrida. Las clases fueron más que nada tiempo libre para mí, ya que se estaban rindiendo los recuperatorios de casi todas las materias para los alumnos que habían estado desaprobando el bimestre. Esto a causa de que las vacaciones de invierno se acercaban, algo que me alegraba al imaginar que podría pasar más tiempo en el jardín.
Ahora mismo, me encontraba llegando al lugar, algo apretado por el poco espacio que había en el colectivo. Sin embargo, aunque por más que estuviese alegre por el hecho de las vacaciones y que hoy era sábado, debía de admitir que también estaba nervioso. No lo había pensado hasta ahora, pero literalmente confronté a un sujeto con pintas de criminal y que es el doble de grande de lo que soy yo, e incluso diría que más. Es más, le di mi nombre y le había dicho que me buscara para que yo pagase su remera manchada, realmente era un idiota si pensaba que solo me buscaría para cobrarme el dinero. ¿Qué sucedería si trajera a su banda de delincuentes? Peor, ¿qué pasaría si se metía con otras personas que trabajan ahí?
Me daba miedo la posibilidad de un enfrentamiento directo con él, pero sabía que tenía que huir no serviría de nada y debía de confrontar las consecuencias de mi estupidez. Aunque algo que me hacía odiarme más a mi mismo, es el hecho de que no había pensado en el bien del lugar y las personas, ¿qué pasaría si saldrían perjudicados?
Por el estrés que me generaba pensar eso, golpee un par de veces mi cabeza con uno de los caños del colectivo, aunque a los segundos me arrepentí al ver como varias personas comenzaban a girar sus cabezas hacia mi dirección con una mirada extrañada. Por suerte, justo había llegado mi parada, a lo que me bajé con rapidez para evitar más miradas.
Me dirigí al lugar de siempre, en busca de mi uniforme de trabajo y un par de herramientas. Debía de continuar con la tarea que había dejado el anterior sábado, ya que el niño había retrasado bastante mi trabajo y no lo logré terminar.
Mientras me encaminaba hacia el lugar, miraba hacia todos lados por la paranoia que me generaba pensar en que el más alto se mostrara. Solo esperaba que si el sujeto aparecía, lo hiciera para pedirme el dinero y nada más. Realmente no quería que se ocasionara una especie de conflicto, o por lo menos no uno dentro del jardín.
Habían pasado tan solo dos horas desde que había llegado y todo había pasado bastante rápido. Pude finalizar mi tarea, lo cual eso me daba unos minutos de descanso.
De todas formas, algo que me extrañaba, es que siendo la hora que era, el peliazul no haya aparecido en ningún momento. Estaba seguro de que vendría, ya que no parece del tipo que se queda de brazos cruzados, o bueno, desde mi punto de vista.
Aprovechando los minutos disponibles que tenía, me dirijo por simple curiosidad hacia la banca en donde él siempre se sentaba. Una vez llego, me sorprendo al ver como el chico se encontraba allí, sentado observando el suelo como siempre lo hacía.
¿Se habría olvidado? ¿Debería hacer como si nada y huir con el dinero? No, no podía, luego sentiría culpable.
Aun medio dudoso, comienzo a acercarme hacia donde este, el cual parece que no percatarse de mi presencia, ya que continúa viendo el suelo como si fuese lo más entretenido que había. Una vez llego, me posiciono frente a él y le miro.
— Disculpa, espero no interrumpirte — me limito a decir casi en un tono de voz bajo, pero lo suficiente como para que me escuchase.
El chico elevó su cabeza, el cual en un inicio se encontraba con un rostro neutral, hasta que pareció reconocerme y cambió su expresión a una enojada.
— ¿Qué quieres ahora?
— Bueno, quería darte las gracias por esperarme con lo del tema del dinero — agradecí sacando de mi bolsillo una carta con un par de yenes — Espero que sea suficiente, en el caso que no, me tendrás que esperar otra semana más — comenté mientras una pequeña risa nerviosa se escapaba de mi boca.
El más alto solo se quedó viendo el sobre que tenía en mi mano, sin decir o hacer una acción que señalase que iba a tomarlo.
— Quédatelo, no me interesa.
— ¿Qué? — salió de mi boca sin pensarlo, puesto que me había tomado por sorpresa.
— Lo que escuchaste, idiota, quédatelo — repitió, pero ahora con un tono medio enfurecido.
Había quedado atónico, verdaderamente no me esperaba recibir tal respuesta. Si yo tuviera un carácter simple, probablemente le agradecería y me iría con la plata, pero ese, lastimosamente, no era mi caso, ya que si tenía algo para no destacar era mi persistencia.
— Insisto, en serio, aunque no lo vayas a usar en una remera — le vuelvo a decir mientras extiendo aún más el sobre hacia él.
— ¿Cuál es tu maldito problema? Te estoy diciendo que no, vete de una maldita vez — reafirmó.
— Si lo dices por el dinero, no te preocupes, darte esto no me va a causar consecuencias.
— Yo también tengo suficiente dinero como para comprarme otra maldita remera.
Y de nuevo esa expresión. Ya lo había notado desde hace tiempo, incluso antes de hablar con él, pero ahora tenía la oportunidad de verlo cara a cara y aquello solo me preocupaba.
— ¿Por qué estás conteniéndote?
Si fue de su agrado el capítulo, no se olviden de votar, ya que me motiva mucho más para actualizar.
¡Muchas gracias!
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𝐆𝐚𝐫𝐝𝐞𝐧 ❱ Taiju Shiba x Male Reader
FanfictionYa desde hace tiempo la atención del protagonista se había dirigido a la del sujeto de gran altura y cabellera azul. No solo por su peculiar apariencia, sino que también por su extraña rutina, la cual consistía en que cada fin de semana a la misma h...