Ya desde hace tiempo la atención del protagonista se había dirigido a la del sujeto de gran altura y cabellera azul. No solo por su peculiar apariencia, sino que también por su extraña rutina, la cual consistía en que cada fin de semana a la misma h...
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𝙹𝚊𝚣𝚖í𝚗
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— ¿Por qué estás conteniéndote?
El de ojos dorados pareció petrificarse, cambiando su rostro de enojo a uno desconcertado, aunque este no se haya notado mucho. De todos modos, esto no duró mucho, ya que volvió a formar su rostro anterior pero ahora con un aura más sombría.
— ¿Qué? — se limitó a preguntar cortante
— ¿Por qué parece que te estás conteniendo? Reprimirte solo va a generar que luego estalles y termines haciendo algo de lo que te vas a arrepentir.
— ¿Y entonces prefieres que te golpee? — dijo ya amenazante, levantándose bruscamente de su asiento y dirigiéndose hacia mí.
Sin buscar retroceder, dejé que agarrase el cuello de mi remera y me atrajese a él. En su rostro tenía postrada una sonrisa turbia, pero, aun así, parecía estar intentando reprimir sus impulsos violentos, pero, ¿por qué?
Fue entonces que una idea hizo aparición.
— ¿Te interesa la jardinería?
La pregunta pareció desconcertarlo, ya que su sonrisa se desarmó lentamente y alzó una ceja, claro, aun sin soltarme.
— ¿De qué carajo estás hablando? — preguntó volviendo más fuerte el agarre.
— A mí me sirve para descargar mis frustraciones y enojos que tengo durante la semana sin tener que descargarme con alguien o guardármelos.
— Ja, ¿y por qué crees que me interesaría una actividad tan de marica como esa? — escupió con asco mientras soltaba una pequeña carcajada.
— Por mi misma razón — contesté serio.
Él tardó unos segundos en reaccionar, soltándome repentinamente, causando que cayese al suelo, y volviéndose a sentar en el banco como si nada.
