Ya desde hace tiempo la atención del protagonista se había dirigido a la del sujeto de gran altura y cabellera azul. No solo por su peculiar apariencia, sino que también por su extraña rutina, la cual consistía en que cada fin de semana a la misma h...
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𝙰𝚕𝚝𝚎𝚊
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— Oh, veo que están de vuelta, ¿qué tal las entregas? — preguntó Chieko.
Estaba por contestar, pero veo como Taiju pasa de largo de ambos dejándonos expectantes. Ambos lo miramos irse hacia lo que suponemos que sería el lugar de descanso, hasta que Chieko se gira a verme con una ceja alzada.
— Si fuese mujer supondría que se debe a algo relacionado con la regla, sin embargo, como no lo es, ¿qué rayos sucedió?
— Si te soy sincero, no tengo ni la menor idea — suspiré — Ya desde el comienzo del día lo noté algo decaído, tal vez está pasando por un mal momento o también puede ser debido a que estas fechas son más, por así decirlo, especiales y nostálgicas para todos.
— ¿En pocas palabras...?
— Se enojó conmigo y discutimos — esto último lo solté casi en susurro gracias a la pena que sentía.
— ¿Y quién ganó la discusión?
— ¡Ese no es el punto! — me quejé cruzándome de brazos — Estoy preocupado por él, se nota a lejos que no está bien, pero tampoco creo que quiera que esté cerca suyo.
Realmente estaba desanimado, no me salieron las palabras de la boca durante el resto del viaje en aquel camión. Temía que me hubiese acobardado.
Mi pequeña nube de pensamientos se vio interrumpida al sentir como una mano palmeaba repetidas veces mi hombro.
— Jamás pensé que lograrías traer a ese grandullón hasta aquí, encima a hacer una actividad tan extraña para alguien de su carácter o físico. Tengo que admitirlo, llegaste muy lejos. Sabías cuáles eran los riesgos y en parte los sufriste, sin embargo, aun así permaneciste a su lado impulsándolo a probar la jardinería. No te asustes ahora y continúa haciendo lo que ya hacías antes.
