Después de que la Segunda Guerra Mágica llegara a su fin, y con tanto por reconstruir y restaurar, es natural que todos busquen refugio en la Sede. Los caminos se cruzan y se toman decisiones, y Harry se encuentra compartiendo la misma habitación de...
-Hoy tengo que ir al Ministerio-, le dijo Sirius a Harry mientras se sentaban a comer tortitas de arándanos y huevos.
Harry enarcó una ceja. -¿Por qué? ¿Puedo ir?-.
-Te lo agradezco, pero la respuesta es no. Estoy libre, Harry. Cumplí mi condena por un delito que no cometí y el Ministerio tiene que corregirlo. Mi encarcelamiento fue parte del reinado corrupto de Fudge como Ministro. Kingsley y Steele revisaron todos los archivos de la gente que encerró y te desmayarías al ver el número de prisioneros que eran realmente inocentes pero que murieron en ese agujero de mierda. Fudge haría cualquier cosa para mantener su trabajo y encerrar a cualquiera que pudiera desafiarlo. Todo lo que estoy haciendo es firmar algunos documentos sobre propiedades y bienes que Gringotts ha estado reteniendo. Soy el último Black, así que todo será para mí... para nosotros-.
Harry no parecía esperar que Sirius se pusiera tan serio, y menos por la mañana, pero asintió alentadoramente durante toda la perorata. -Ve a por ellos-.
-Lo haré. Ya verás. Tenemos hermosas casas de vacaciones en Portugal y en Estados Unidos. Nunca más nos faltará nada con esta fortuna extra. Te lo prometo-.
-Siempre y cuando pueda estar contigo-, admitió Harry. -El resto es...- se encogió de hombros.
Su padrino le tomó la mano. -Y así lo harás, Harry. Así lo harás. Acaba ya. Pronto estarán aquí-. Rápidamente soltó la mano de su ahijado, aclarándose la garganta. Reanudó la lectura del crucigrama del Diario el Profeta. La portada anunciaba el encarcelamiento de su antigua columnista.
La carrera de Rita Skeeter había terminado por fin. Después de la guerra, presionó demasiado a Hermione y trató de escribir más historias poco favorecedoras, lo que hizo que mucha gente se preguntara cómo conseguía su información. La dulce y querida Hermione cumplió su promesa de desenmascararla como animaga y Skeeter fue llevada al Ministerio. Nadie sabe lo que pasó, ya que fue un juicio a puerta cerrada, pero al final, su pluma venenosa de color verde ácido fue destruida y ella iría a Azkaban durante bastante tiempo por no estar registrada, así como por algunas calumnias probadas.
-¿Quién será?- preguntó Harry, confundido.
Se oyó un timbre musical en toda la casa. Sustituyó al horrible chirrido del viejo timbre.
-Ellos-, dijo Sirius. Le entregó a Harry su cartera. -He puesto mucho dinero para gastos ahí. ¿Llevas zapatos cómodos? ¿Tu varita? ¿Una chaqueta ligera? Incluso en verano, puede hacer frío en algunos lugares...-
-Sirius, ¿qué está pasando?- Preguntó Harry.
Kreacher entró en la cocina. -El señor y la señora Weasley, señores-, anunció.
Harry parpadeó. -Creía que se iban a quedar unos días con la tía Muriel-, dijo, pensando en Molly y Arthur. En cambio, Bill y Fleur entraron paseando.
-Se refiere a nosotros-, dijo Bill tímidamente y le ofreció a Harry un cálido abrazo. Fleur pareció deslizarse hacia Harry y le besó ambas mejillas.
El corazón de Harry dio un vuelco cuando miró por casualidad a Sirius. ¿Era una mirada de... celos? ¿Vio Harry posesión en sus ojos grises que ahora parecían tan tormentosos? Si fue así, desapareció en segundos y fue reemplazada por una cálida sonrisa.
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