CAPITULO 4

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ADAM

Unos sollozos hicieron que me despertara, voltee hacia el lado del conductor para verificar qué era lo que sucedía, la pelirroja tenía la mirada perdida mientras infinitas lágrimas resbalaban por sus mejillas, sus ojos estaban colorados e hinchados.

¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Acaso yo era la razón por la que lloraba?

¿Lloraba por qué la tenía secuestrada?

Claro idiota, ni modo que se ponga a reír por estar con un completo extraño yendo a quien sabe dónde — contestó mi subconsciente.

¿Qué estaba haciendo? Lo que menos quería era hacer sentir mal a alguien, lo último que haría en el mundo sería secuestrar a alguien o lastimar personas.

¿Adivina qué fue lo que hiciste hace unas horas? — contestó mi subconsciente por segunda vez.

Cállate, nadie pidió tu opinión — contraataque.

La dejaría ir, que fuera libre y me las arreglaría yo solo para poder salir del caos que yo mismo había provocado, sin necesidad de involucrar o lastimar a nadie más.

El pitido de un tráiler me sacó de mis pensamientos y la pelirroja seguía sin reaccionar, parecía aturdida y el trailer estaba a punto de estrellarse contra nosotros.

— ¡Da la vuelta! — grité, lo que pareció funcionar, porque reacciono al instante, haciendo chillar las ruedas del automóvil, pasándose al otro carril de la carretera, mientras varios carros pitaban enfurecidos por estar estorbando su camino, la pelirroja trataba de hacer varias maniobras para no chocar con ninguno de ellos, yo en cambio me sentía mareado y sacudido por tanto movimiento, en cualquier momento vomitaría. Hasta que por fin logro ir en el carril correcto, gracias diosito... te amo como no tienes idea.

— Para el auto, — solté nuevamente, la pelirroja lo hizo sin pensarlo ni un segundo — puedes irte... no pienso tenerte aquí a la fuerza — los ojos de la chica se abrieron como platos por lo que había dicho, no supe descifrar muy bien su expresión, pero esta no parecía feliz, salió del auto por segunda vez.

— ¿Me lo dices ahora estando a 4 horas de nuestro hogar? Bueno realmente no se si también era el tuyo — respondió alzando las manos exaltada, ¿Cuánto tiempo me quede dormido? Pero aún más sorprendente ¿por qué durante esas 4 horas no me abandono y huyo? — me quedaré aquí, aún así mi vida no era tan interesante en Savannah.

— No — fue lo único que pude argumentar — vete, consigue que te den campo en un auto y te lleven a casa.

— Mira chico sin nombre, — su tono, estaba frustrada y cansada, sonaba fastidiada... Chico sin nombre, ¿no puedes ser un poco más original Chucky? — si yo no me voy contigo, no me moveré de aquí hasta que lo haga — termino por decir.

No entendía porque era tanta su insistencia, pero no pensaba meterme en más problemas.

— Haz lo que quieras, si un lobo te usa como presa no quedará en mi conciencia — termine por decir y volví a subir al auto.

La pelirroja se quedó un rato más a fuera y antes de que tomara la decisión de volver a subir al coche, decidí por cerrar todas las puertas de este con seguro.

Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, corrió hasta la puerta del copiloto, golpeando una y otra vez para que esta se abriera, suplicando en sollozos que la dejara entrar, a pesar de que yo no conociera a la chica, mi corazón se hizo pedazos viéndola en ese escenario.

— Lo lamentó — fue lo único que pudo salir de mi boca.

—- Ábreme, por favor —- repetía una y otra vez, — te lo ruego... — no pude soportar más y puse el auto en marcha, dejándola ahí en medio de la nada.

Amor al volanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora