CAPITULO 2

45 7 0
                                    

REBEKA

Birthday de Maisie Peters se escuchaba en la radio, esa canción si que ponía nostálgica y el simple hecho de que mi cumpleaños se acercara lo hacía aún más doloroso, las cortadas que recientemente me había hecho en el brazo aún dolían, si Melanie las viera me mataría.

Hace más de un año sucedió una tragedia, que hizo una revolución de manías en mi cabeza y decidí cambiar mi personalidad de golpe, algo tan repentino que sigue doliendo como si fuera el primer día.

Melanie, fue la única que se quedo ahí cuando más la necesitaba y aunque la mayor parte peleáramos por el simple hecho de que ella quería parar cualquier cosa que estuviera pasando dentro mí, no dejaba que lo hiciera, no entendía como me soportaba, como lidiaba con cada cambio de humor tan repentino que tenía cuando ella me visitaba, ella era una gran persona que merecía una amistad mejor que la mía.

Había pasado un largo tiempo que no salía de casa y tras suplicas de mi amiga, accedí por salir con ella, habíamos quedado de ir de compras para asistir a una fiesta este sábado, no quería pero no quedaba de otra. Melanie aseguraba que sería una gran noche, la mayoría de nuestra generación iría, era probablemente nuestra última fiesta o por lo menos en un largo tiempo, agradecía por eso... no quería verlos en un largo tiempo.

Hace una semana que nos habíamos graduado y muchos se irían fuera de la ciudad o del mismo país, yo por lo visto me quedaría en el mismo lugar de siempre, sin conocer el mundo exterior y las maravillas que seguramente me estaba perdiendo.

Había mandado una solicitud a la NYU para probarles a mis padres que lograría entrar y así fue, me admitieron si dudarlo un poco, les estuve rogando que me dejaran ir, pero como todo padre sobre protector su respuesta estuvo firme en un claro no y yo, ni nadie pudo cambiar su forma de pensar.

Esto apestaba, realmente era el colmo.

Pero les daba la razón, quien quería dejar ir a su hija, sabiendo que se hacía daño y sobre todo tenía pensamientos suicidas.

Exacto, ninguno.

Saque mi celular para ver el calendario, en una semana se cumpliría un año y mi cumpleaños número 18.

Sopla las velas Rebe y pide un deseo — dijo mi madre mientras tomaba una foto con su vieja cámara, me contó que es preciado objeto había pasado de generación en generación y que la siguiente en obtenerla sería yo para capturar cualquier aventura que se aproximara.

Esta bien, pero cuando las apague no quiero que nadie me aviente al pastel — aclare, mientras que recibí una gran carcajada de parte de mis padres y mejor amiga — es en serio, no quiero que pase el incidente del año pasado, Melanie — dije en tono de burla dirigiéndome mi mirada a la rubia.

Vale, vale — contestó.

Cuando estaba a punto de soplar las velas, una llamada entrante obtuvo mi atención, no debí haber contestado, lo que antes en mi cara era una sonrisa se había transformado en una de tristeza  e impotencia.

Mis padres y Melanie me miraban con mucha atención y preocupación, pero mi cabeza no retenía con claridad la información que la persona de la llamada me estaba proporcionando.

Lo lamento mucho Rebe — dijo la persona del otro lado, podía imaginar como se encontraba, su voz parecía querer ser firme pero se entre cortaba por los sollozos, me sentí débil y diminuto en ese momento, mi corazón latía demasiado rápido como si en cualquier momento saldría corriendo, desde es día nada volvió a ser igual.

Mi celular comenzó a sonar, sacándome de mis pensamientos.

Odiaba los teléfonos.

— ¿Te falta mucho por llegar Rebeka? — se escucho mi amiga al otro lado de la llamada, su voz estaba desesperada, como si tuviera la necesidad de escapar de su casa lo más pronto posible — ¡Ey, te dije que dejaras mi maquillaje! ¡No lo toques Dayanna!

Amor al volanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora