9. Venganza

81 4 0
                                    


Sin cruzar palabras, el ruso se posicionó al frente del tablero de juego con su sexto dardo. No conocía su destino y mucho menos su futuro, pero si algo tenía claro es que debía terminar con la partida. Por ello, sin importar el cansancio de su cuerpo, lanzó el dardo. Gracias a los movimientos erráticos del comisario, este cayó sobre la imagen de un par de ojos. Volkov había fallado el tiro, al proyectar, sin intención, sobre los objetivos marcados. Antes de reaccionar sobre su error, los gritos de Horacio llenaron la sala central del bar.

- Horacio... HORACIO... - Llamó el comisario quien corrió hacia el menor para asistirlo. Con cuidado, el ruso tomó los brazos del Inspector para intentar ver el daño. No obstante, este se negaba a retirar sus manos del rostro.

- Volkov...Volkov estoy ciego... No te me acerques... No me toques... ¡SUÉLTAME! ¡NO VIKTOR!- Jadeaba el menor revolviéndose sobre el agarre del ruso. Todos sus sentidos estaban alerta. Cada roce sobre su piel se sentía como una quemadura. Quería salir del lugar, pero sus ojos eran inservibles por el momento.

- Tranquilo... Horacio... Tranquilícese todo va a salir bien - indicó el ruso, quien al notar la falta del forcejeo, pensó que el dolor había sucumbido. Con el paso de algunos segundos, se dio cuenta que ese no era el caso... Horacio estaba en trance.

De un momento a otro, el fuerte calor abrasador sobre su piel se detuvo, dejando un tenue adormecimiento en sus ojos. El chico de cresta no podía enfocar muy bien. Aunque, sin necesidad de reflexionar, reconoció su nuevo entorno. En algún punto de su forcejeo con Volkov, había terminado dentro de un recuerdo. Así pues, se encontraba al lado de Conway y Michelle fuera del Hospital del Norte. Todos tenían rastros de lágrimas en el rostro. Aquella imagen le sorprendió, ya que nunca pensó ver una expresión tan amarga en el Superintendente de Los Santos. De inmediato, una idea llegó a su mente. Un hecho real e indeleble...

Viktor Volkov había fallecido, hace unos minutos, por un paro cardiorespiratorio.

- Y ahora, ¿qué hacemos?... - Preguntó Conway con una aparente neutralidad.

- Tenemos que ir por _____. Debemos acabar con él. - Dijo Horacio decidido, lleno de rabia y rencor. Quería venganza. Necesitaba derramar aquella sangre contaminada y repugnante. La sangre de una persona que solía conocer y amar con locura. La muerte de Viktor no podía quedar en el aire. Como dijo aquel hijo de puta, "una vida, por una vida".

- Todo esto es mi culpa. - Señaló con suavidad Conway. A pesar de no mostrar sus emociones, el hombre mayor estaba devastado con los últimos acontecimientos. Prácticamente, en menos de una semana, había perdido dos hijos. Uno se rindió a la locura, mientras el otro fue víctima de dicha demencia. Como superior, había fracasado en controlar la situación. Por el contrario, como padre, nunca valoró aquello que tenía a su alcance.

- No es su culpa Súper, porque si es culpa suya, también es mi culpa...Por ir solo a ver a ____. Volkov tan solo quería protegerme, me imagino.... Por eso le digo, no quiero que esto acabe así... No..no puedo vivir así... - Dijo Horacio tratando de animar a sus compañeros. No era el momento de rendirse. Si no comenzaban a moverse y actuar, la contención de aquel psicópata sería peor. La muerte de Viktor sería en vano. De solo pensarlo, la tristeza y el dolor se acumularon en su pecho. "Debíamos de ser felices juntos. Nuestros caminos nunca debieron separarse amor mío" pensó el chico de cresta.

De esa forma, la tragedia estaba prevista.

Nuevamente, como si de una película se tratara, solo podía observar los eventos sin interferir. Por lo cual, con lentitud, su mente se aclaró. Los recuerdos sueltos se hilaron en una sola secuencia argumental, dejando ver su vida como una maraña de desastres y desgracias. Horacio podía recordar los detalles más íntimos de los últimos meses. La mafia, la infiltración, las muertes y sobretodo, la traición. La tortura que padecio a manos de su propio hermano, Gustabo. Luego, su separación y enfrentamiento en nombre del deber. Siendo este último desenlace, el empujón para reconstruir su relación con Volkov.

Sin la presencia tóxica de su hermano, los dos pudieron dialogar sus diferencias y convertirse en un equipo. El ruso intentó animarlo durante los momentos más difíciles de su misión. Este le brindó su apoyo y compañía dentro del CNI, respaldando sus decisiones... Incluso, si esto le podía costar su vida. Sin darse cuenta, el amor que alguna vez creyó olvidar, renació. Horacio amaba a Viktor, pero sus sentimientos no tenían lugar en medio de esta guerra de poder. Por ello, nunca pensó en confesarse por segunda vez. Volkov solo sería un gran amigo.

Pero su hermano, lo conocía mejor...

Por tanto, cuando tuvo la oportunidad, le arrebató aquello que tanto adoraba. Gustabo, específicamente su alter ego, Pogo fue quien asesinó a Volkov. El hijo de puta fue quien apretó el gatillo, destrozando sus pulmones y corazón. "Una vida, por una vida", una frase que jamás olvidaría. Pogo, quería arruinarlos y desmoronar su moral. Lamentablemente, lo logró. Sin Viktor a su lado, muchas líneas habían sido cruzadas. Ya no había límites, solo una cruel y cruda batalla de intereses.

Horacio buscaba venganza y la obtendría sin importar los sacrificios.

Con aquella promesa en mente, Horacio se encontraba al frente de su hermano agonizante dentro de una Iglesia. Conway, quien había decidido entrar con él, trataba de apelar a Pogo para liberar a Gustabo de su control. La situación era compleja y no pintaba muy bien. Algo en su interior se removía con nerviosismo... Pronto esto tendría un fin.

- ¿Estás contento Horacio? - pregunto Pogo con decepción.

- ¿Contento porque? - interrogó con rabia el Inspector.

- Esto es lo que querías... - Señalo el rubio con veneno en su voz, lo cual solo molesto aun más al menor.

- ¿Lo que quería yo o lo que querías tú desde el principio? - Horacio estaba harto de sus juegos mentales. Ya no quería seguir escuchando. Pogo no tenía poder sobre su persona.

- Esto no es lo que yo quería...Yo quería liberarte... - Sin terminar, el chico de cresta lo interrumpió.

- Yo quería liberar a Gustabo....

- Te dije.. si este señor se iba - El payaso apunto sus dedos hacia Conway con una mueca de asco e ira - Lo liberaba para siempre, para que volviera a ser tu hermano y te pudieras ir con él a hacer el tonto como siempre has hecho... Era muy simple...

- ¿A cambio de que Pogo? - Cuestionó Horacio. Este perdía lentamente la cordura.

- ¿Por qué tanta lealtad a este señor? Explicamelo al menos antes de morirme. - Exigio Pogo con amargura, evadiendo la pregunta anterior.

- Pero no este señor, hicimos un juramento. Te has cargado a gente... ¿No te acuerdas? ¿Qué le hiciste a Volkov? LE PEGASTE UN TIRO EN LA CABEZA... ¿Qué hiciste? - Grito Horacio con desespero. No podía creer su nivel de cinismo. ¿Cómo se atrevía a reclamar y demandar respuestas? No obstante, sus pensamientos quedaron en blanco con la siguiente afirmación

- Tú también disparaste a Volkov...

El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora