Se había encerrado en la habitación. Hoy, como todos los días que habían pasado últimamente, no tenía ganas de nada. Deseaba con toda su alma desaparecer por una sola vez y nunca más volver. ¿Es que todo esto tenía que pasarle a ella? Joder, una muerte ya era mucho... pero ¿tener soportar cuatro muertes seguidas? Era
muchísimo. Muchísimo para ella. No era de metal. Tenía sentimientos, y aunque a veces trataba de ser fuerte antes todo...
terminaba siendo el ser más sensible del planeta.
Abrazó una almohada. Malditas lágrimas. Maldito asesino.
Malditos todos. Y ahora... estaba sola, con un agente que ni siquiera conocía... y lejos de él... lejos de Julio. Justo cuando más lo necesita, le habían alejado de él completamente.
- La cena ya está. - Jesús entró a su oscura habitación, a penas y podía divisarse el rostro de _______________.
No había hablado con ella después de que Bibi se había ido.
- ¿estás bien? - le preguntó al verla acostada de espaldas y sin dar respuesta alguna.
- No... - murmuró ella. Respiró hondo, no podía contener sus sollozos. - odio mi vida...
- ¿Sabes cuantas veces he escuchado eso?
- Es que tú no estás pasando por lo que yo.
Jesús rio. Entró a la habitación y cerró la puerta de esta una vez que se encontró dentro. Buscó la cama, tanteando con los pies, hasta dar con ella.
- Hace diez años murieron mis padres. - se acostó a su costado. __________________ apretó los labios.
- desde ahí estoy completamente solo.
Varios minutos de silencio...
- A veces es mejor estar solo, al menos para mí. - se dio vueltas en la cama. ___________________ se había
cubierto el cuerpo hasta la nariz.
- joder ¿no tienes calor?
Ella negó con la cabeza.
- Jesús... - susurró. La piel de este se erizó por completo al escucharla pronunciar su nombre. Algo le había cosquilleado el estómago en ese momento.
- no quiero que hagas nada ¿vale? Quiero que ese asesino venga y
me mate de una puta vez.
- No voy a dejar que lo haga...
- Pero si te lo estoy pidiendo yo.
- No lo haré.
Se miraron. A pesar de la obscuridad, cada uno podía percibir y observar los ojos del otro con facilidad.
Estaban tan juntos. Tan unidos. Sus respiraciones chocaban. Y el tacto de su piel se hacía cada vez más intenso.
- No dejaría que te haga nada. Es mi deber.
Un movimiento más. No había distancia que los separara.
- ¿Qué ha sido lo de hace un rato?
- Me gustas. - murmuró él. Sin ningún miedo ni vergüenza. Solo lo dijo. Con espontaneidad.
- Creí que no te gustaban las niñas como yo...
- Y yo que no te gustaban los tipos como yo... pero me equivoqué...
- No te puedo gustar.
- ¿Y qué si me gustas? Siempre he querido tener algo con una de diecisiete.
- Te crees la gran cosa.
- Hey, ya. No peleas ¿sí?
- Pero tú empiezas.
- Quiero llevarme bien contigo por el resto de la semana.
Una mirada más. Los ojos de Jesús se comieron los de ella. Este momento no dejaba de parecerle exquisito. Se
había percatado en lo cerca que la tenía esta vez, al igual que hace unas horas. No podría olvidar que habían estado a punto de follar.
- Confía en mí, voy a encontrar al asesino. - sus manos habían vuelto a coger a _________________ de la cintura, pegándola, uniéndola de nuevo a él.
_______________ se dejó hacer. La poca fuerza que le quedaba no era suficiente para abstenerse.
- pero antes, déjame hacerte olvidar los problemas.
Un beso. Un beso pequeño. ____________________ cerró los
ojos de inmediato. Pronto los volvió a abrir. Jesús se había quedado observando sus labios por varios segundos.
Para entonces, fue ella quién perdió el control.
Bastaron unos minutos, para que el cuerpo de ___________________ estuviera sobre el de Jesús, metiendo su húmeda lengua en la boca de él. Un besó más.
Jesús perdería los papeles... "no sigas _________________", rogó él. Pero ella no pararía.
- ¿Quieres hacer esto?
- Sí. - dijo ella, completamente decidida. Sabía que aquello no significaría nada ni para él, ni mucho menos para ella. Que sería algo más. Un acto más. Una cosa
más. Una situación más. Sin sentimientos. Solo algo de lo que ambos se olvidarían en un par de horas. O al menos...
eso planeaba ella.