- Au... - se quejó ella.
- Escúchame bien _____________________. - le dijo fuerte y claro.
_______________ solo podía concentrarse en los finos labios que tenía en frente de ella. Rosados e irresistibles.
- se acabaron los juegos...
- ¿Juegos? - ella arqueó una ceja, haciéndolo cabrear aún más.
- Sí y no estoy bromeando con esto. Se acabó, si no quieres que siga haciendo mi trabajo por mí está bien.
Hay millones de chicas en el mundo que me necesitan, no por ti voy a desperdiciar eso.
- ¿Le llamas trabajo a follar?
- Le llamo trabajo a lo que a mí se me da la gana.
Además, no es que tú te quejes cuando te lo hago nena.
- Eres un idiota... - volteó el rostro, Jesús la pegó aún más hasta la pared.
- Idiota fui por a ver aceptado el caso de un niña inmadura como tú.
- Te pagan por esto Jesús, no vengas a hacerte el héroe.
- Tú no lo entiendes... - bajó la cabeza.
Odiaba a ___________________ en ciertos momentos. La odiaba tanto que hasta juraba que podía perder la cabeza
por ella. ¿Era odio, o qué? No lo sabía, pero era tan fuerte aquello que le hacía sentir. Lo desesperaba muchísimo. Lo hacía equivocarse. Lo hacía perder el
control.
- ¿Qué no entiendo? - susurró ella.
Jesús levantó la cabeza, encontrándose con los ojos ____________(co) de _____________. Detestaba con toda el alma que fuera tan hermosa.
- No entiendes absolutamente nada sobre mi trabajo. No es así como tú piensas. - bajó un brazo y dejó el otro para que _________________ no pudiera escapar.
- Lo haces por dinero.
- Lo tuyo es diferente.
- ¿Qué? ¿enserio? Dime que no te has tirado a todos los casos que has tenido Jesús....
- No es así. Tú no me conoces.
- Eres igual que todos hombres.
- ¡Que no! - gritó, y golpeó instintivamente la pared en la que ___________________ estaba acorralada.
Un silencio enorme se abrió entre los dos. De pronto habían surgido reclamos de parte de ella que Jesús no había tenido preparado oír.
¿Por qué pensaba eso de él?
¿Acaso no se daba cuenta que lo haría todo por protegerla?
- Basta... - murmuró ella.
- perdóname por lo de hoy, no quería que te enfadaras tanto... solo...solo fue una
broma...
- ¿Por qué piensas que soy igual que todos hombres?
- Te he dicho que basta ¿sí? Querías una disculpa y ya la tienes. - trató de separársele, pero Jesús apretó aún
más su cuerpo al de ella.
Haciendo que el espacio entre los dos desaparezca. Estaban unidos, respirando cada uno el aliento del otro.
- ¿Sabes cual es el problema? ... - le dijo él.
- que tú siempre vas a pensar que ese imbécil de Julio es mejor que cualquier hombre en el mundo.
- No metas a Julio en esto...
- ¿Me equivoco?
- Él no tiene nada que ver.
- ¿Por qué te gusta tanto? - le preguntó indignado.
La manera en la que lo defendía le hacía irritarse muchísimo.
¿Qué tenía él? ¿Qué tenía ese idiota como para que ___________________ no se fijara en otro hombre?
- Suéltame... - le rogó ella. No había espacio que los separara. Subió la mirada, los ojos dorados de Jesús la miraban tiernamente... ¿Qué estaba pasando? ¿por qué de pronto le preguntaba esas cosas? - me haces daño, por favor.
- ¿te puedo decir algo? - ella asintió sin saber que más hacer o decir.
-me gustas. - le dijo mirándola a los ojos. - me gustas como no tienes una puta idea.