-Estás rodeado, Ramírez. - Ryan apareció detrás, junto a cuatro policías más y cinco que venían revisando la casa entera en donde se encontraban, por si no había nadie más en ella.
Lo esposaron. Colocándolo de boca al piso. Este levantó la vista.
-Te amo. - le dijo a _________________.
Ella parpadeó, dejando caer un par de lágrimas involuntarias. Asintió, jadeante, al observar como ese par de policías lo hacían desaparecer por entre el pasillo de
esa misma casa. ________________ bajó la cabeza. Otra lágrima más. Y otra. Una más. No podía dejar de llorar. Cuando abrió los
ojos, observó que alguien estaba frente a ella.
-¿Estás bien? - le preguntó Jesús.
Se inclinó para poder desatarla de pies y manos. Ella asintió, intentó hablarle...
-Yo Jesús yo no... yo no sabía que él...
-No importa ¿sí? ya ha pasado todo. - le interrumpió. - Lo importante es que estás bien.
-Perdóname... - susurró ella, aun sollozando.
-No tengo de que perdonarte. - inquirió él.
Y aunque con todas las fuerzas de su alma, de su cuerpo, de su propio corazón, intentó ser inmune a ella... no pudo, no logró hacerlo. Lentamente le acarició una mejilla sutilmente humedecida por sus propias lágrimas. No se había aguantado. Necesitaba tocarla. Bajó su mano, arrepintiéndose por ser tan débil.
Terminó de desatarla. Atrás, Ryan observaba la escena. Que equivocado estaba en lo que había pensado de
______________________. Ahora que la veía, pensaba todo lo contrario... y hasta mucho de ella... Jesús se puso de pie...
-Oye... - susurró ella, colocándose de pie y juntando sus labios.
Jesús se volteó.
-¿Qué?...
-Yo... porque... sobre lo que dijiste...
Quiso besarla. Abrazarla. Tocarla. Sentir su cuerpo junto al suyo. Pasar su lengua por la suya. Estremecerla. Quiso simplemente susurrarle al oído que todo estaría bien, que la amaba... pero en vez de eso... mantuvo lo que había prometido... que sería fuerte ante ella, se olvidaría de todo lo que habían pasado... incluyendo lo que sentía.
-No ha sido nada. - le aseguró Jesús.
-Joder Jesús, no vas a mentirme... - se quejó ella. Sus manos acariciaron el brazo derecho de Jesús, este sebestremeció por completo. - mírame... - le rogó. Jesús buscó un punto en su rostro, que no le obligara mirarle los labios. Quería comérselos. - ¿estás enamorado de mí?