Parte 3

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Los siguientes días fueron un infierno para Terry, desde el momento en que Susana llegó a su apartamento, se sintió como un completo miserable. No le importaron las buenas noticias de ella, habían logrado el ansiado contrato con Armani; todo pasó a un segundo plano. Ansiaba con todas sus fuerzas no tener que lidiar con ella, pero fue imposible, la tuvo encima de él todo el tiempo, mientras sólo pensaba día y noche en Candice.

—¿Me puedes decir qué es lo que está pasando contigo? Estás más amargado que nunca, no quieres asistir a los cócteles; eso no es simplemente social, también es trabajo Terry. Y este departamento apesta a cigarrillo. Abre las persianas —Susanna deambulaba por el departamento mientras le reclamaba.

—No me pasa nada, me aburren esas fiestas. Qué quieres Susana, a qué has venido.

—Tienes que ir a Italia, te dejaré la ropa que tienes que usar en tu habitación. A eso he venido. Debería quedarme aquí. Después de todo sigo siendo tu novia.

—No, no quiero que te quedes. Envíame el itinerario del viaje, y los compromisos de la semana. No te necesito aquí para recordármelo. Tengo una asistente, tú la contrataste, fastídiala a ella — le dijo con sarcasmo.

Terry no dejaba de pensar en la fille americana, comenzó a funcionar como autómata, iba a su trabajo y regresaba al departamento. Solo se alimentaba de chatarra, tomaba una botella de vino todas las noches para poder dormir, y fumaba sin parar.

Tuvo el impulso de ir a buscarla, pero se sentía tremendamente avergonzado, sabía que las palabras no serían suficientes para reparar el daño, sabía que la había lastimado. Merodeo por las inmediaciones de La Sorbona, y por las calles del distrito cinco, pero no tuvo suerte. Por otra parte, se sentía acobardado, no sabía que decir si llegase a encontrarla y no fue capaz de ir derechamente a su casa.

Sólo fue capaz de textearle una madrugada en la que despertó deseando dolorosamente tenerla a su lado. "Perdóname, no merecías que me comportará así, tienes razón soy un cobarde, y lo lamento".

Cuando el mensaje llegó al móvil, ella lo ignoró. Desde la misma noche en la que volvió devastada a su pequeño apartamento se prometió dedicarse exclusivamente a terminar las últimas páginas de su tesis y contar los días para regresar a Estados Unidos, al lado de su padre y su hermana. No estaba dispuesta a exponerse de nuevo.

Llegó con el corazón roto a París, y se iría de la misma forma, pensaba llena de rabia. Dos años antes, Anthony Brown y ella rompieron su compromiso. Agobiados por los largos años de noviazgo, presos de la rutina tomaron la decisión de separarse. Ella sintió la necesidad de poner distancia de por medio entre ambos e impulsivamente se apuntó en las pruebas de admisión de la Soborna, logrando ser admitida con una media beca por sus excelentes notas. Se fue París con el firme propósito de sanar su corazón, y se concentró en la literatura. Lo había logrado con éxito hasta que conoció a Terence Graham.

Stear y Patricia trataron de animarla esos días, le brindaron todo su apoyo y cariño. En los cortos años de amistad creció en ellos una verdadera hermandad. Evitaron a toda costa las noticias sobre Terence y el contrato ganado, a pesar de que estaban muy felices por el éxito del trabajo de Patricia como fotógrafa del material que fue presentado a la casa de moda.

El viernes siguiente Candice llegó al apartamento de sus amigos. Ese mismo día muy temprano entregó su manuscrito y quería celebrarlo con las dos únicas personas que estarían tan felices como ella. Tocó y Patty abrió la puerta.

—Hola, está Stear. Entregué mi tesis y el tutor cree que aprobaré sin problemas, no te parece maravilloso. Antes de que comience el verano estaré subiendo a un avión rumbo Chicago, ojalá con mi padre, prometió que vendría a París y aún no lo hace.

Un (Des) afortunado amor en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora