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Al contarle a la señora Kim y a mi bebe, saltaron de alegría. Aunque su niño aun no entendía del todo que iba hacer tan lejos, pero después de todo era un bebe de 3 años y no tenia que ver las cosas mas literales. Tuvo que explicarle que el trabajo es cuando haces algo por alguien y recibes dinero a cambio, y con ese dinero podrían almorzar mas decente la próxima vez en la mañana. Con esa pequeña explicación creo que no tuvo mas problemas y no pregunto mas.

Por la mañana agarro las mejores prendas que tenia y se dispuso a ponerse mas integro que de costumbre. Casi siempre estaba menos dulce de lo normal, pero suponía que si vería a su majestad, el emperador, debía de ponerse un poco mas omegino.  Repentinamente sonrió de nervios y esperaba que de verdad fuera humilde, y no le echará apenas le viera, o creyera que es un ladrón.

— ¿Cuánto tiempo te iras mami?

— Mmh, tratare de no tardar mi amor. — se puso delante de el, cargándolo y llevándole a la cama para ponerle los zapatos. — ¿Emocionado por quedarte con la señora Kim?

Hyunjin asintió sonriente, rascando su cabeza luego y voltear a ver al suelo. — ¿Y mis cosas?

— Yo las tengo, andando. — le bajo de la cama con los zapatos puestos y le tomo de la mano. Cuando se refería a sus cosas hablaba de dos puestas de ropa y un peluche que le fue regalado por su padre, no podía ir a ninguna parte sin el. Antes de salir, en la puerta le puse encima la sabana afelpada que acostumbraba ponerle en las noches, su actual abrigo estaba roto de una manga, y mientras se lo remendaba le pondría la colcha.

Cargo a su hijo y salieron de su cabaña. Cerrando la puerta con llave, y cubriendo a su Hyunjin del frio con la cobija, pareciendo que llevaba un bultito en su hombro. Sintiendo sus brazos rodeando su cuello y sus piernitas su pecho, no tardando en llegar a la casa de la señora Kim, por que estaba precisamente a lado, tocando su puerta, y viendo como de prisa abrió la puerta.

— Pasa, pasa.. — le dejo entrar, dejando las cosas y su hijo en el suelo. Dándole una sonrisa. — ¿Cómo amanecieron?

— Bien, estoy algo nervioso.. Pero estaré bien. — destapo a Hyunjin que salió corriendo a la cocina. — Hyunjin..

— Déjalo.. No hará nada. — se confió cuando el niño solo llego ahí y vio los almacenes de galletas. — Ha de tener hambre.. ¿Ya comieron ambos?

— Si, si.. A el le di de la comida que nos trajo ayer, así que solo esta de goloso. — le miro como intentaba tomar un frasco. — En fin, se lo encargo. Tratare de no tardar. — tomo sus manos y agradeció. — Nuevamente, gracias y dele mis saludos a su alfa.

— Esta bien, esta bien, ve con cuidado por favor. — Sonrió dando palmadas en su espalda, abriendo su puerta. — Y si conoces al dichoso emperador, trata de ser callado y no hablar si no te lo piden..

— Si señora Kim, lo hare, deséeme suerte.

Salió de la casa de la mayor, cubriéndose con su abrigo. Sintiendo la emoción de poder pensar que lo lograría y conseguiría un empleo, y no cualquier empleo, si no uno en el palacio, donde habitaba el gobernador de su país. Cuando comenzó su partida con paso rápido al barrio de casa grandes, donde se detuvo el día de ayer y conoció a esas mujeres. Hasta ese punto le pidió de favor a una carreta donde transportaban trabajadores que le dejaran al camino directo al castillo.

Agradeció a estos, y bajo para continuar al camino, llegando rápidamente al recto donde le indicaba que llegaría a la reja principal que daría entrada al castillo. El camino era algo largo y empinado, api edrado y muy bello por las flores alrededor. Cuando visualizó a un gran ajetreo en la entrada y las mismas mujeres que le dieron la oportunidad de presentarse para poder postularse para el puesto de servidumbre como el creía. — Muy bien, todas formen una fila y no se amontonen.

Del Emperador ; JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora